18 de febrero de 2008

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Desde que acabé la universidad (o, al menos, desde que decidí que ya tenía bastante) no he dejado de vivir en un constante estado de temporalidad, de transición, esperando mejorar mi situación si alcanzaba la siguiente etapa de lo que se me antojaba el transcurso natural de las cosas, solo para descubrir cada vez que el cambio ha sido insignificante y que la meta está más lejos de lo que creía.

Es ahora cuando me empiezo a dar cuenta de que, como dijo aquel, la vida es lo que pasa mientras hago planes y espero...

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