27 de febrero de 2007

Antecedentes

Si hace 14 años alguien hubiese buscado la palabra "empollón" en una enciclopedia hubiera encontrado mi foto del último año de colegio. Fijo. Joder, es que la miro y no me creo que sea yo. Un tópico andante. Un estereotipo viviente. Un cliché de carne y hueso. Vamos, que no me faltaba de nada: esa cara de no haber roto un plato en la vida, esas gafas de cristales gruesos, ese peinado con raya, ese enchufe con los profesores... Era repelente hasta decir basta. No me extraña que la mitad de la clase me tuviera ojeriza. Incluso yo me daría una colleja si pudiera. Beato a más no poder, tímido, serio, torpe, pedante, asocial; tenía unos valores tan acartonados (la moral, la rectitud, la realización personal) que me hubiera flagelado antes que usar chuletas. Ni siquiera me dejaba copiar en los exámenes. Como lo cuento. La mitad de mis compañeros de pupitre aún no me lo han perdonado...

Pudo haber sido peor. Todas las mañanas me levanto dando gracias a dios de que J. K. Rowling no pudiera publicar su primer libro hasta que terminé el instituto. Ya no es que fuera el vivo retrato del personaje, sino que incluso tengo una cicatriz en la frente (nunca dejéis a un crío hacer el capullo en unas escaleras sin pasamanos). Es decir, que me libré de una buena. O quizás no. Porque un mote más -de entre todos los que me pusieron- ya me hubiera dado lo mismo. Tenía suerte si sólo me llamaban "raro". Aunque lo cierto es que todos lo pensaban. Y hacían poco por disimularlo. No me extraña que fuera practicamente invisible para las chicas. Ni la cara de horror de aquellas a las que me declaré...

Huelga decir que era un chaval raquítico, frágil y endeble (no hacer deporte es lo que tiene). Resulta curioso que ni los más macarras del pueblo llegaran a ponerme nunca la mano encima. Lástima, supongo. Así de patético era. Pero eso no me libró de las putadas. Incluso me las hicieron mis amigos. Qué coño, especialmente mis amigos. Era un blanco fácil y vulnerable. El pardillo perfecto. Rara era la semana que no tenía un motivo para cabrearme con ellos. Aunque, claro, era tan capullo que nunca me atreví a mandarles donde debía. Exacto, allí mismo. Y dadas mis nulas habilidades sociales no tuve cojones a buscarme otra pandilla a esas alturas. Que en un pueblo tampoco hay tanto donde elegir. Así que me lo tuve que tragar todo. El tío raro. El empollón virgen. La mascota del grupo. Si mi vida hubiera sido una película de terror habría muerto a la media hora de empezar...

Lo más irónico del asunto, lo que nunca terminaré de entender de esta historia, es que, pese a los que piensan que todo eso lo hacían porque me tenían envidia (pobre excusa que nos contamos unos a otros para consolarnos), yo no era el más inteligente. Ni lo he sido nunca. Allá donde he ido siempre ha habido no uno sino varios que sacaban mejores notas, que tenían mejor currículum, que eran mucho más despiertos que yo (lo cual, por cierto, no es muy difícil, ya que siempre he sido bastante corto de entendederas y casi incapaz de buscarme la vida por mi cuenta (lo cual, también por cierto, no me ha resultado ningún problema porque siempre me arrimo a quien me la resuelva por mí)). El caso es que en esa pandilla los había. Igual que los hubo en el instituto. Igual que los hubo en la universidad, la escuela de idiomas o los cursos del paro. Pero siempre me han señalado a mí. Siempre he atraído una atención que nunca he querido y que desde luego no me merezco. Ni siquiera dos operaciones de estética y varios años de vivir manípulandome las gónadas (usease, tocándome los cojones) han servido para cambiar ese punto de vista. Es como si la vida fuera una gigantesca teleserie en la que te asignan un papel y ya no pudieras quitártelo encima. El gracioso. La tía buena. El macarra. La rara. El empollón. Para que luego digan que lo importante no son las apariencias. Tan solo hay que ver lo mal que va la carrera de Jennifer Anniston...

He de decir, no obstante, que los años y la distancia me han dado una visión más madura de todo lo que me ha ocurrido. Ya no siento ese resquemor hacia todos aquellos que me hicieron la vida imposible durante mi adolescencia. De hecho incluso estoy pensando en invitarlos a todos a una gran fiesta. Sí, una fiesta de Halloween. Cuando haya luna llena. En un caserón abandonado. Con piscina. A varios kilómetros de la población más cercana. Seguro que mi disfraz causa sensación. Ya estoy afilando el cuchillo que viene a juego...

11 comentarios:

William dijo...

Este blog es el mejor que eh visto en mucho tiempo.

Me agreadas... y tambien tu constitucion.

Saludos

Azena dijo...

Ahora no sé si contarte cómo era yo en aquellos tiempos o intentar convencerte de cuánto me gustas... Te quiero.

Alvaro dijo...

Anda y que se jodan. Llámame cuando les invites. Yo vacio la piscina. Habria que ver sus vidas ahora.

Un saludo

kuroi_yume dijo...

Eso me recuerda a "El Tren del terror" con Jamie Lee Curtis y David Copperfield... Menuda fiestorra, jejejeje

Lyd dijo...

Que sepas que no estás solo en el mundo de los frikis empollones introvertidos (aunque hacer nuevos amigos y cambiar de aires ayuda a darse cuenta de que siempre hay algún sitio en el que se encaja a un nivel aceptable). Te lo dice alguien que en el colegio sufrió lo de llamarse "Cabezudo" y ser un poco rara y el blanco de las burlas de todo el mundo (incluso por parte de algunos profesores) vinieran o no vinieran a cuento. Ahora estoy orgullosa de mi apellido y de cómo soy.

Y he descubierto que hay gente mucho mejor por ahí, y que el problema era en realidad suyo, no mío. Si es que con ese tipo de gente no merece la pena ni tomarse la molestia de una venganza sangrienta a lo Peter Jackson...

El Inadaptado dijo...

Jo, con lo que molan las venganzas sangrientas a lo Peter Jackson...

William dijo...

si... dulce y sangrienta venganza ^^, apoyo la propuesta

El Otro dijo...

Ummmm.

Venganza si, pero con cuidado que el CSI luego lo saca todo.

¿Me hablas de empollón, de físico, de timidez o de nulas habilidade sociales?
Hola, soy gemelo gordo. En lo demás somos muy parecidos (en lo que se refiere al relato e infancia).

Por cierto, no te flageles tanto, cito textualmente:

"(lo cual, por cierto, no es muy difícil, ya que siempre he sido bastante corto de entendederas y casi incapaz de buscarme la vida por mi cuenta (lo cual, también por cierto, no me ha resultado ningún problema porque siempre me arrimo a quien me la resuelva por mí))"

Has anidado correctamente dos parentesis cosa que la gente ni sabe que se puede hacer, ni hace ni lo consigue correctamente.

Además siempre tienes a A., es una gran ventaja (seguro que hasta muchos ratos con ella olvidas lo de la venganza... o peor, ¡¡la planeais juntos!!).

El Otro

Inadaptado dijo...

Éste tio es mi DIOS... Escribes de puta madre y una imaginación de lujo. Entra en mi blog Inadaptado Social (www.soyinadaptadosocial.blogspot.com). Un saludo de inadaptado a inadaptado.

;)

El Inadaptado dijo...

Mi querido y malvado hermano gemelo (siempre he querido tener un hermano gemelo malvado), quiero pedirte disculpas por no haberte incluido todavía entre mis enlaces y anunciar que ya he reparado ese error. Que ya lo dijo el Padrino, "la familia es lo más importante".

michi dijo...

Buenas,he estado leyendo cosas del antiguo blog y de este y he de decirte que me he sentido BRUTALMENTE identificado;consuela bastante encontrar a alguien que se siente mas o menos como uno,y aunque ahora este en una buena racha,o no demasiado mala,momentos como los de la chica del mono de peluche o los relatos sobre la falta de sexo me han sobrecogido.Seguire atento