30 de abril de 2006

Secretos y mentiras



Una de las ventajas de ser un inadaptado, de estar al margen de todo, de ser un mero observador de la vida, es que los demás te acaban considerando imparcial. Y colocarse en esa posición te permite arbitrar en conflictos, dar consejos y, lo más importante, que la gente te cuente sus secretos.

Cuando ves y escuchas todo pero no dices ni haces nada te acabas enterando de muchas cosas, más de las que realmente quisieras. Es lo que ocurre si aceptas ser el paño de lágrimas de todos o si estás tan distanciado del problema que puedes aportar un punto de vista distinto, más neutral, más frio. En bastantes ocasiones esos hechos son tan solo anédoctas inocentes que no tienen ninguna importancia, más allá de la moral de cada uno. Pero de vez en cuando compartes un gran secreto, algo que llevas en tu conciencia como una carga que con el tiempo se hace más y más pesada. Hasta que llega un día en el que no puedes más y dejas tu imparcialidad de lado para actuar según tus principios.

Ese día ha llegado. Básicamente, acabo de destruir una relación. Bueno, eso no sería del todo preciso. Más bien podríamos decir que acabo de eliminar cualquier posibilidad de que una pareja rota pudiera reconciliarse. Y lo peor es que todavía no tengo claro si obré bien u obré mal.

La historia es bien sencilla, nada sobre lo que el cine y la literatura no hayan hablado un millón de veces. Un chico engaña a su novia (con la que hace muchos años que sale) con otra chica, a la que ve de forma esporádica en otra ciudad. Después de un tiempo llevando esta doble vida al chico le entran dudas y tras mucho pensarlo decide dejar a "la otra" para seguir con su pareja actual. Sin embargo posteriormente ésta descubre un mensaje de móvil de "la otra" (antes eran cartas atadas con un lazo en el armario), se huele el pastel y rompe con él.

Hasta ahí todo perfecto. El problema es que cuando a este chico le entraron dudas me lo contó todo a mí, el observador neutral, el amigo que siempre da consejos (de temas sobre los que generalmente no tiene ni puta idea), para que pudiera analizar la situación. El problema es que conozco a su novia, me cae bien y pienso que no se merecía llevar esos cuernos. El problema es que anteayer me la encontré en un bar y me contó que se sentía mal porque en realidad no tenía ninguna prueba de la infidelidad, que él por supuesto negó.

El problema es que ayer no me pude callar.

No tendría que haberlo hecho, no tendría que haberme metido en esto, no tendría que haber abierto la boca. Es un tema que tendrían que haber resuelto entre ellos y en el que yo no pinto nada. Pero no pude evitarlo. La ví allí, una chica guapa e inteligente con un nudo en el estómago porque pensaba que había sido demasiado dura al cortar con un chico que en realidad estuvo follando con otra a sus espaldas, y no pude evitarlo. Dejé toda mi neutralidad a un lado y se lo dije a las claras: te han puesto los cuernos. El chico te quiere, cortó con la otra y te eligió a tí, pero te han puesto los cuernos.

Creo que se merecía saber la verdad.

Ella ha prometido cubrirme las espaldas por haberle contado lo que estaba pasando, pero al desprenderme de ese secreto tengo que cargar con otro. Tengo que ser capaz de volver a mirar a la cara a este chico y fingir que no le he traicionado. Es un cabrón, se lo merecía y si no hubiera tirado de la manta ella posiblemente nunca se hubiera enterado de la verdad (sepultada por una tonelada de mentiras), pero después de todo él la quiere. Y rompiendo mi promesa de silencio le he hecho sufrir. Les he hecho sufrir a los dos.

De repente he sido consciente del poder que tengo en mis manos. Y empiezo a preguntarme si mis hombros estarán preparados para tan pesada carga...

29 de abril de 2006

Desencuentro

La voz de mi subconsciente se me ha vuelto a aparecer en sueños.

Esta vez me ha dicho muy enfadada que debería avergonzarme de llamarme "friki" porque nunca he jugado a rol en mi vida, en ninguna de sus variantes. Y me ha ordenado que me compre un mazo de cartas de Magic: The Gathering (a ser posible las del coleccionable de Salvat, para ahorrarme pasta) y empiece a aprender a jugar cuanto antes.




Durante mi última relación no soñaba con estas cosas. ¡¡Joder, necesito otra novia ya!!

28 de abril de 2006

Fantasmas sobre ruedas

De entre todas las especies de gilipollas al volante que existen en este país (que son muchas), existe una que me irrita especialmente, a pesar de ser relativamente inofensiva.

Normalmente se trata de dos (o más) jóvenes, conduciendo a bastante velocidad por el casco urbano de la ciudad, con un coche que suele estar tuneado (aunque no es condición imprescindible) y que al llegar a la altura de algún viandante uno de ellos se asoma por la ventanilla y le lanza un grito o un improperio, para después alejarse riendo o celebrando de forma ostentosa su "broma".




Cada vez que me encuentro con alguno de estos ejemplares me pregunto como es posible que permitan ya no conducir un coche sino incluso subirse a ellos a gente con el coeficiente intelectual de un niño de 4 años...

Una duda sobre iPop


¿Esta mujer es así o se lo hace?

27 de abril de 2006

Confesionario (VIII) Basura



Cada vez que digo que no escribo nada más que tonterías parece un ejercicio de falsa modestia. Pero no sólo creo que es cierto sino que además me arrepiento de haber publicado más de la mitad de los mensajes del blog. A veces, tan solo un día después de que un texto nuevo aparezca en la página me pregunto a mí mismo en qué coño estaría pensando en ese momento para soltar semejante estupidez, a pesar de que en teoría el objetivo del blog es precisamente poner por escrito todo aquello que me pasa por la cabeza.

Últimamente fantaseo con la posibilidad de mandar todos esos mensajes que no me gustan a la basura y empezar de nuevo el blog con los únicos que creo que merecen la pena...

Pachanga



Todo aquel que me conoce en persona sabe que echo pestes de lo que yo considero como música pachanguera, entendiéndose como tal los últimos éxitos de los Cuarenta Principales, la salsa, las canciones chorras de la temporada (esta primavera nos vamos a hartar del Koala y su puto corral) y otros clásicos de verbena y borrachera. Pero no siempre fue así. Y la memoria, que siempre es traicionera, me ha devuelto el recuerdo de mi primer año de carrera y, sobre todo, de "la ruta".

Cuando llegué por primera vez a Alicante (hace ya casi 9 años) los universitarios solían hacer un peregrinaje cada fin de semana por las tres principales zonas de marcha de la ciudad. La fiesta comenzaba en "el centro" (también llamado "la zona"), los pubs que existen y existían en la calle San Fernando, la calle Cid, la plaza de Gabriel Miró y sus aledaños. Allí eran donde se hacían la mayor parte de fiestas universitarias, en unos pubs siempre pequeños, siempre atestados de gente y donde siempre se ponía la misma pachanga. Pero normalmente había buen ambiente, quizás porque la noche acababa de empezar, casi todo el mundo pasaba por allí (incluso los que no salían nunca de marcha), aún había esperanzas de ligar y los bares ofrecían a bajo precio cubalitros con alcohol de calidad discutible o tablas de chupitos más largas que mi pierna. La gente solía continuar la ruta hacia las 2 de la madrugada, lo que no impedía que si la fiesta estaba realmente animada te pasaras allí casi toda la noche.

La siguiente parada era el Barrio (el casco antiguo de la ciudad), que por aquel entonces era diferente a como es ahora. Al estar en medio de la ruta se consideraba muchas veces un lugar de paso, por lo que aparte de los pubs míticos (El coscorrón, Cienfuegos, The Cure) toda la zona estaba salpicado de locales cutres que cambiaban de nombre y de dueño con frecuencia, donde más que bailar lo importante era tomarse algo tranquilamente mientras se hacía tiempo hasta la siguiente parada. Allí también se celebraban algunas fiestas universitarias (acudí varias veces a las de Filología en el Nepal), aunque eran menos concurridas que las del centro. Eso sí, entonces igual que ahora se cerraba a las 4 o 4 y media (no eran tan estrictos en aquellos años), por lo que había que cambiar de sitio si uno quería seguir la marcha.

Y entonces igual que ahora uno acababa la noche en la primera zona de ocio del puerto, que hacía relativamente poco que se había abierto. Aunque apenas nada ha cambiado desde entonces, puesto que siguen casi todos los pubs que al principio, con los mismos porteros bordes, los mismos precios prohibitivos y la misma música a un volumen atroz. El Puerto era y sigue siendo el lugar donde terminar de emborracharte, si aún estas sobrio; donde caer rendido bailando, si aún conservas fuerzas del resto de la ruta; donde intentar ligar, si aún crees que tienes posibilidades; donde vaciar la cartera, si aún te queda algo de pasta. Así hasta que llegara el amanecer y no te quedara más remedio que volver a casa o cojer el coche en busca de una discoteca que aún estuviera abierta.

La ruta murió, como moda que era al fin y al cabo. Las tres zonas siguen en pie y la gente sigue moviéndose de una a otra, pero el concepto como tal ya no existe. El principal motivo es que la zona centro cayó en desgracia, aunque no sabría decir por qué. Quizás la gente simplemente se cansó de andar tanto o no les gustó el hecho de que cada vez hubiera más chavales de instituto pululando por ahí (ya que a fin de cuentas a esas horas es cuando ellos están de marcha), pero lo cierto es que los universitarios empezaron a decantarse más por hacer botellones en casa (la calle llegaría después) y luego ir al Barrio (con sus nuevos locales de tres plantas), con lo que poco a poco fueron cerrando una buena parte de los pubs que yo había conocido.

Son muchos los recuerdos que guardo aún de esa época: estar horas en el mismo pub bailando música que ahora se me haría insoportable... acabar una juerga a las 7 de la mañana, agotado y feliz... salir con mis compañeros de clase, fingiendo que nos caiamos bien... probar un pub distinto casi cada fin de semana, para no aburrirnos... las fiestas universitarias en las que me presentaban a gente que nunca volvía a ver... la noche del gran polvo con mi ex...

Fue un buen año. Y tenía banda sonora. Además de las canciones que ponían en todos los pubs una y otra vez (como "Torn" de Natalie Imbruglia o "Ciega Sordomuda" de Shakira), cada vez que salía de marcha me retaba a mi mismo a no volver a casa sin haber oido "El Matador" de Los Fabulosos Cádillacs o "Mala vida" de Mano Negra.

Normalmente lo conseguía. Porque por aquel entonces todavía había "pachanga" que realmente merecía le pena...

25 de abril de 2006

A rebato

Es muy cierto que no entiendo la política, que soy incapaz de comprender todos los matices, todas las sutilezas, todos los detalles de esa interminable partida de ajedrez que supone gobernar un país o tratar de alcanzar el poder. A pesar de lo mucho que me meto con los políticos (y lo que te rondaré, morena), en cierto modo no puedo menos que admirarlos por como han de luchar cada día por mantener el fragil equilibrio de todos los elementos en juego, algo que deja a una partida de AD&D y sus interminables reglas en pañales.

Pero también hay cosas que cansan, momentos en los que uno se plantea sinceramente si está contemplando a unos adultos que tienen en sus manos el destino de un país o a un grupo de crios jugando a algo que los demás no entendemos. Un buen ejemplo son las condenas a los atentados de ETA o de la "kalle borrika" (como decían en Vaya semanita). No hay más que ver la que se puede liar si un partido en concreto no condena a tiempo lo que toque condenar esa vez, o lo hace de forma poco explícita. Porque no basta con lamentarlo, no basta con reprobarlo, no basta con rechazarlo; no, hay que condenarlo, utilizando precisamente esa palabra y no otra.

A tales extremos ha llegado este juego que recordemos que es prácticamente la única condición que le han puesto a Batasuna para volver a ser legales. Así de fácil. Les bastaría convocar una rueda de prensa, decir "condenamos los atentados terroristas" y todo solucionado. Aunque no se lo crean ni ellos. Aunque en su tiempo libre se dediquen a sacrificar bebés o sodomizar cabras. Con tal de que lo digan vuelven a ser de los buenos. Y, sin embargo, no les da la gana, así tengan que pelearse con todo el sistema. ¿Qué tendrá esa palabra que tanto revuelo provoca?

Es por eso que esta mañana he pensado en una solución: la campana.




Ya que a los políticos les da urticaria pronunciar según que palabras, o le dan tanta importancia que montan un escándalo cada vez que alguien no la dice a tiempo (¿hay establecido un plazo?), propongo un método alternativo, barato y que ha demostrado su eficacia durante muchos cientos de años. Se trataría simplemente de instalar una campana en la sede de cada partido (en la central, las provinciales o todas, si quieren) y tocar a rebato cada vez que haya que manifestar algo de forma pública.

¿Que hay que condenar una atentado? Se toca la campana.

¿Que hay que protestar por la actuación del gobierno? Se toca la campana.

¿Que ya hay un candidato para las elecciones? Se toca la campana.

¿Que hay que convocar una manifestación? Se toca la campana.


Así no habría malentendidos, ni haría falta convocar ruedas de prensa y preparar discursos. Todo la ciudad (o el pueblo, o la pedanía) se enterará de cuando el partido tiene algo que decir. Y si no se oye la campana, es que no hay nada que declarar al respecto por su parte.

Obviamente este método tiene sus inconvenientes. El principal es que los vecinos acabarán hasta los cojones de tanto toque de campanas, pero al menos así se fomentaría la participación ciudadana y, eventualmente (tras unos cuantos disturbios y tal), ningún partido se atrevería a darle tanta importancia a las declaraciones públicas.

Además es muy posible que los políticos empezaran a discutir por cuantos toques hay que dar, su duración, su intensidad o saber quién la tiene más grande (la campana, digo). Pero, en fin, supongo que hay algunas cosas que no cambiarán nunca...

En carne viva

Esta tarde me he dado cuenta de que hace mucho que traspasé la línea que me hubiera permitido salir eventualmente del anonimato. Ahora es imposible, puesto que en el blog hay expuestas demasiadas intimidades, demasiadas confesiones, demasiados sueños, pensamientos, fantasías y vivencias.




Esta tarde me he dado cuenta de que, a pesar de mi máscara, en el blog estoy completamente desnudo...

24 de abril de 2006

V de Victoria


He ganado.

Mi compañero de piso ha decidido de forma espontánea (bwa-ha-ha-ha) ir a comprar butano él mismo a la primera gasolinera que encuentre abierta en la que vendan bombonas, dado que es el único de la casa que tiene coche y puede hacerlo. Y tan solo ha bastado un día de comer latas y ducharse con agua fria.

Me encanta que los planes salgan bien...

Ira


Estaba pensando esta tarde acerca de las consecuencias que podría tener todo el asunto del butano en la relación con mis compañeros de piso (lo cual, por cierto, ha estado a punto de conseguir que me echara atrás) cuando me he dado cuenta de lo poco que he discutido en esta vida. Me cabreo con frecuencia, me quejo de un montón de cosas y parezco estar siempre frustrado o indignado por algo, pero he tenido muy pocas broncas de verdad, en las que gritara, rompiera cosas e insultase a los demás. Y nunca he estado en una pelea, como confiesa Tyler Durden al principio de El club de la lucha. Nunca he llegado al extremo de pegarme con alguien, porque siempre he sido el elemento débil, el que tenía las de perder. Eso me ha hecho aprender a tragarme siempre el orgullo y buscar otra forma de resolver los problemas.





Ahora me pregunto cuantas sesiones de psicoterapia y cuantas pastillas me habría ahorrado en todos estos años si, como hacían precisamente en el Club de la lucha, de vez en cuando me permitiera estallar y discutir a grito pelado o darme de hostias con alguien...

22 de abril de 2006

Feliz día del... cómic


Este blog quiere unirse, como no podía de ser otra manera, a la campaña bloguera para la difusión de los cómics en el día del libro. Y para ello voy a tratar de darle un poco la vuelta a la tortilla, recomendando tres tebeos sobre mujeres para regalar a mujeres, sobre todo a aquellas que nunca hayan leido uno y tengan interés en el tema (o porque su novio/amante/marido quiera atraerlas al lado oscuro del frikismo, algo que no recomiendo porque a fin de mes la factura de la librería sería brutal...). Son obras conocidas de sobra y muy poco originales, pero al menos así me alejaré de los típicos tebeos superventas o de los mangas shojo.


1. ALIAS


La historia de Jessica Jones, una chica de instituto que en un accidente pierde a toda su familia y consigue poderes sobrehumanos. Tras ejercer un tiempo como superheroina, un suceso traumático le hace colgar la capa y decide convertirse en detective privado. Sin embargo su negocio va siempre mal, está constantemente cabreada con el mundo y tiene ciertos problemas con la bebida...

Cómic de corte feminista (a pesar de lo mucho que se parece en algunos momentos la protagonista a Bridget Jones con su obsesión por encontrar novio) y una buena forma de introducirse en el mundo Marvel por la multitud de cameos que hacen el resto de personajes de la compañía. La protagonista cae bien de inmediato por su mezcla de fragilidad y mala leche, y el dibujo tiene un estilo deliberadamente "moderno". Fue el primero que le dejé a mi hermana y se leyó todos los tomos de un tirón, aunque sabiendo que el guionista es Bendis eso tampoco tiene mucho mérito...


2. EMMA FROST


Emma Frost es la hija pequeña de una familia adinerada que estudia en una prestigiosa academia privada, poco popular entre sus compañeras de clase y algo traumatizada por su físico. Es una chica dulce y soñadora, pero la presión que ejerce su padre sobre toda la familia la pone constantemente al límite. Aunque todo eso cambiará el día que descubra que no solo puede leer las mentes, sino incluso manipularlas a su antojo...

Otro cómic de la editorial de Stan Lee (qué se le va a hacer, soy muy marvelita) en el que se nos narra la biografía de quien más adelante se convertiría en la Reina Blanca, miembro del club Fuego Infernal (un grupo de enemigos recurrentes de La Patrulla X) y más tarde directora de la escuela para mutantes del Profesor Xavier (el fundador de La Patrulla X; los cambios de chaqueta son bastante frecuentes en estos tebeos...). Siguiendo la metáfora literaria, si el anterior cómic a veces recuerda a Bridget Jones (mezclado con un poco de Ray Loriga), este es más como una novela rosa de Nora Roberts: alta sociedad, misterio, romance, poderes sobrenaturales, tensiones familiares... Es el primer cómic que le regalé a mi hermana y, aunque lo conservo yo porque a ella le da vergüenza tenerlo, lo cierto es que cuando terminó me dijo: "¡Quiero más!".


3. TANK GIRL



"¿Qué es calvo, huele mal, besa canguros, lleva botas demasiado grandes (y bragas que necesitan un buen lavado), bebe, fuma y pelea más de lo que le conviene, y en este instante tiene una mega resaca...? ¡...lo has adivinado!"

Con esta frase se nos presenta a Tank Girl, uno de los iconos del cómic underground. Narra las historias, las borracheras y las matanzas ocasionales de una chica que vive en el desierto australiano con su tanque, su arsenal, su cerveza, sus resacas, su mala leche... ah, y con Booga, un canguro que intentó robarle las bragas y desde entonces vive con ella. De vez en cuando también se dejan caer por el cómic sus amigas Jet Girl (que pilota un caza) y Sub Girl (que pilota un submarino), además de algún que otro psicópata sin cerebro más.

Si tu novia/amante/esposa no puede tragarse un cómic sesudo y políticamente correcto, lleno de tios hipermusculados en pijama, o protagonizado por japonesas ñoñas, que le eche un vistazo a este. Eso sí, con dos condiciones. La primera, que empiece a leerlos desde el principio, ya que me cuentan que los últimos números no valen una mierda. Y segunda, por los sagrados pezones de Kirsten Dust en Spiderman, que no vea la película. Ese puto engendro NO es Tank Girl. Aunque la verdad es que Lori Petty no lo hizo nada mal considerando que le censuraron un guión ya patético de por sí...

Y para acabar, una recomendación de Cosas de Frikis:





Porque no todo va a ser leer...

Home, bitter home (V) Cont.

THE MAD HOUSE (y II)



Vacas. Lo primero que me viene a la mente cuando pienso en mi apartamento de la Universidad de Sussex son vacas. El campus está situado en medio de una zona de granjas, y todas las mañanas podíamos verlas pastando a través de un ventanuco de la cocina. No sabría decir porqué, pero no las soportaba. Era una escena recurrente: me preparaba el primer té con leche del día, miraba hacia el prado y decía a mis compañeros "I hate those fuckin' cows, I wanna kill 'em all" ("odio a esas putas vacas, quiero matarlas a todas"), los cuales solían reirse bastante con mis instintos bovinicidas.

Cuando hablo de "compañeros" me refiero específicamente al resto de estudiantes extranjeros de la casa, porque apenas si teníamos relación con los foráneos. Sin ellos posiblemente mi estancia allí hubiera sido un infierno. Para empezar apenas si tenía contacto con las otras tres Erasmus de mi clase que había en Brighton, porque a fin de cuentas aquí en Alicante no tenía ninguna relación con ellas. Pero además, cosa extraña en estos casos, tampoco me veía con el resto de los españoles que estudiaban allí. Conocí al grupo principal en una fiesta la misma tarde de mi llegada y la antipatía fue mutua: ellos me cayeron mal a mí y yo les caí mal a ellos, así que procuramos evitarnos en la medida de los posible. Gracias a eso aprendí más inglés en esos dos meses que en los cuatro cursos que había dado en la escuela de idiomas.

A pesar de lo negro que pintaba el panorama, tuve bastante suerte. Desde el principio congenié con mi compañero de cuarto, el malayo, y eso me salvó de pasar toda mi beca en el más absoluto ostracismo. Resulta que este chico era de raza china (el segundo mayor grupo étnico del país), lo cual le hizo trabar inmediata amistad con una gran parte de la comunidad asiática del campus, a los que yo llamaba cariñosamente "la mafia". No obstante él tenía un pequeño grupo propio de amigos, tan extraño que a veces me daba la impresión de estar viviendo en un manga. Consistía básicamente en:

  • El amigo raro - Por su físico y su manera de actuar me recordaba mucho a Brock, el entrenador Pokemon de la serie de dibujos. Muy tímido y con cara de estar siempre en la luna, aunque se ponía a babear cada vez que nos acercábamos a una tia buena...
  • El chino pasota - El malayo iba de vez en cuando a jugar al Go (o algo parecido) con un grupo de chinos que vivía en la residencia de apartamentos más cara de todo el campus (de ahí lo de "la mafia"). Uno de ellos solía pasarse por nuestra habitación, a veces sin tan siquiera pedir permiso, para intercambiarse tebeos con mi compañero. Creo que nunca crucé más de dos palabras con él...
  • La lesbiana cabreada - No se si era por haberse criado en Hong Kong, de la que cuentan que es una de las ciudades más estresantes del planeta, pero la cuestión es que esta chica se salía de cualquier esquema. A sus 14 años era lesbiana confesa, casi tan alta como yo, fumadora empedernida de tabaco mentolado y practicante de Kendo, además de tener muy mala leche...
  • La japonesa tontita - La conocimos más o menos un mes después de mi llegada. Tenía 24 años, estudiaba arte (o algo así) y parecía bastante cortita. No se realmente cuánto había de educación, cuánto de timidez y cuánto de falta de entendederas en su comportamiento, pero básicamente se dejaba llevar como una cria pequeña. Y solíamos arrastrarla a nuestras fiestas, porque la condenaba estaba bastante buena. Recuerdo una anécdota bastante graciosa al respecto: el malayo, el indonesio, su novia y yo estábamos hablando sobre una cena que íbamos a preparar el fin de semana. La chica preguntó si íbamos a invitar a la japo, a lo que los tres chicos respondímos al únisono y con una sonrisa bobalicona: Oh, yeah!

Prácticamente toda mi vida social giraba en torno a ellos, entre los que el indonesio y su novia también se hicieron habituales. Íbamos juntos a los clubs del centro de Brighton (gratis en su mayoría para los estudiantes entre semana) y también organizábamos fiestas en el mismo apartamento. Recuerdo en especial una que surgió casi de forma espontánea, cuando el malayo y su amigo raro decidieron comprar bebidas y aperitivos en previsión de una fiesta. Empezaron a probar combinaciones extrañas de licores (crema de plátano con SevenUp, por ejemplo), nos animamos, se hicieron un par de llamadas y cuando nos quisimos dar cuenta había un botellón de unas 10 personas en nuestro dormitorio...

Además de esas fiestas típicas de Erasmus al malayo le preocupaba mucho mi patente asocialidad (a lo que contribuí en gran medida por mis continuas quejas sobre la falta de sexo). Es por eso que procuraba llevarme a cualquier reunión a la que le hubieran invitado para ver si así conocía a más gente, como cenas típicas chinas o incluso una de sus partidas de Go (o lo que coño fuera eso). Pero hacer nuevas amistades no era precisamente fácil, ya que como he dicho eran en su mayoría asiáticos y la barrera cultural solía ser demasiado grande. En vista de que esa estrategia no tuvo demasiado éxito, o más bien ninguno, urdió una conspiración con la lesbiana cabreada para que me enrollara con la compañera de apartamento de esta. Sin embargo, a pesar de que fue una de las pocas inglesas simpáticas que me encontré durante esos dos meses (que ya es decir), no hubo el más mínimo atisbo de chispa por parte de ninguno de los dos.

Me lo pasé muy bien, no lo puedo negar. Los clubs, las fiestas, las cenas, las películas, los libros, las interminables sesiones de internet, las partidas de bolos, las conversaciones hasta altas horas de la madrugada, las falsas discusiones en el idioma del otro (él me enseñó a mi a insultar en malayo y yo a él en español). Y casi todo se lo debía al "yellow bastard" ("cabrón amarillo"), como le llamaba en broma a sus espaldas. También quedé en alguna ocasión con la francesa y sus amigos, aunque estos eran poco juerguistas; incluso llegué a salir con los ingleses al principio de mi estancia, cuando aún nos podíamos soportar unos a otros. Es la máxima del Erasmus: disfrutar todo lo posible mientras estés allí a costa de la Unión Europea.

Pero no todo fue diversión. La principal razón por la que quería irme al extranjero era para alejarme de todo lo que había conocido hasta ahora y comprobar si podría salir adelante por mí mismo, sin voces en mi cabeza que me dijeran lo que tenía que hacer. Sin embargo eso que tanto había deseado tenía dos caras; la sensación de soledad y desamparo que me inundó nada más llegar fue brutal. Apenas un día después de dejar las maletas ocurrió un incidente sin importancia que provocó que me pasara media tarde llorando. Aún no era consciente, pero por aquel entonces mi ansiedad ya estaba descontrolada y mis emociones parecían una montaña rusa. Y la difícil convivencia con los ingleses no ayudó a mejorar las cosas. La chica era una completa cerda y su absoluto pasotismo por los temas de la casa se acabó contagiando al hooligan, con el que tuve momentos bastante tensos porque siempre tenía el fregadero lleno de platos sucios y en vez de limpiarlos usaba los de los demás. Se que en la tele las discusiones que tienen en la casa de Gran Hermano parecen ridículas, pero os aseguro que yo lo he vivido...


No obstante tenía otras cosas de las que preocuparme. Ya he contado que llegué a un acuerdo con mis padres para que ese viaje no les costara nada o casi nada de dinero, razón por la cual decidí buscarme un trabajo mientras estuviera allí. Los estudios me dejaban tiempo de sobra, qué duda cabe. Así que me dirigí a la agencia de empleo de la universidad para ver qué podían hacer por mi y en un tablón vi el anuncio que podría haberlo cambiado todo. Resulta que en Hove, localidad separada de Brighton por tan solo una calle, existía una empresa dedicada a traducir y corregir traducciones de videojuegos, y en ese momento necesitaban gente. Pasé de la agencia, me presenté por mi cuenta y tras hacer una prueba y una entrevista decidieron contratarme como colaborador ocasional. El trabajo era el sueño de todo traductor novato y de todo friki. O sea, mi sueño: ni más ni menos que jugar durante todo el día al videojuego que tocara analizar para buscar los fallos en su traducción, hacer un informe y corregirlos. ¡Cobraba 8€ la hora por hacer algo para lo que los demás pagaban! Era el paraiso, ya no solo por el trabajo, sino por el ambiente que se respiraba en el mismo: el arquetipo de empresa "puntocom" donde los empleados no llevaban corbata, no había máquina para fichar, el ambiente era siempre distendido, todos eran jóvenes y el jefe jugaba al Quake contra el resto del personal en los descansos del bocadillo.

A pesar de la ansiedad, de las discusiones con los ingleses y de una inoportuna torcedura de tobillo, puedo decir que allí era feliz. Pero el final inevitablemente tenía que llegar, e incluso mucho antes que los demás Erasmus, ya que por algún motivo que nunca pude entender mi beca solo cubría el primer trimestre. Ergo, en diciembre me tenía que volver a España. Así que cuando se aproximaba la fecha tuve que tomar una de las decisiones más difíciles de mi vida: volver y seguir con mi vida anterior, o romper con todo y aprovechar las oportunidades que se me habían presentado en Inglaterra.

Podría haberme quedado, desde luego. Tenía el trabajo de mis sueños, me defendía muy bien con el idioma, me gustaba estar allí (incluso me acostumbré a la comida) y además tenía el apoyo de mi compañero de cuarto y su red de relaciones sociales. Joder, ¡incluso le encontraba cierto morbo a las inglesas!. Aunque hubiera sido difícil al principio, no creo que hubiera tardado mucho en encontrar un cuarto en la ciudad y conseguir mis papeles. Nada me aseguraba que funcionara, pero estaba en una encrucijada existencial, en uno de esos momentos que lo pueden cambiar todo para siempre. Y me rajé. Me llamaron del Ministerio de Educación para decirme que debía presentar cuanto antes un contrato de alquiler si quería recibir la beca del estado y me entró miedo. Miedo de suponer un lastre económico a mi familia en caso de salirme mal la jugada; miedo a que mis padres no supieran entender el motivo de vivir tan lejos de ellos; miedo a que dejarme la carrera a medias me perjudicara en el futuro.

El miedo ganó, así que hice las maletas y me marché tras una última noche de juerga, dejando atrás muy buenos recuerdos, anécdotas, sueños y amistades. Qué duda cabe que si hubiera sabido como se iba a desarrollar mi vida unos años después las cosas hubieran sido muy diferentes...


PRÓXIMO CAPÍTULO: LA LEONERA

El pulso

El Nido dispone de tres bombonas de butano: una para la cocina, otra para el calentador y una última de reserva. Hasta el momento, igual que ha ocurrido en todos los pisos que he alquilado durante los últimos 4 años, he tenido que encargarme personalmente de que siempre hubiera butano en la casa, ya que odio ducharme con agua fria. Sin embargo esto ha sido interpretado siempre por mis compañeros como que yo era el responsable exclusivo del mantenimiento de la casa, limitándose ellos a limpiar un poco y vivir como si estuvieran en una pensión.

Hasta que por fin se me han hinchado las pelotas.



Dos de las tres bombonas de la casa están vacias y se que a la tercera ya le queda poco. Y, sin embargo, ninguno de mi dos compañeros (tres si contamos a "Kurt Cobain", que aún sigue por aquí) ha movido un dedo por asegurar el suministro. Ni siquiera la Erasmus tiene excusa, ya que no solo no ha preguntado ni una sola vez cómo funciona el tema, sino que tan siquiera me ha avisado nunca de que se ha cambiado una bombona y debería pedir más.

Pues bien, esta vez no me da la puta gana hacerlo.

Me da igual que tenga que pasarme varios días comiendo bocadillos y lavándome con agua fria. No me sale de los cojones ser su mayordomo. Es más, ni tan siquiera pienso decirles nada, porque ya son bastante mayorcitos los dos como para tener que explicárselo todo. Si quieren agua caliente, que se la busquen ellos mismos.

A ver quien es más terco...

21 de abril de 2006

Home, bitter home (V)

THE MAD HOUSE (I)


Se me acusa constantemente de ser un tio muy parado, de no esforzarme realmente por nada, de pasar de todo. Si bien es cierto en algunas ocasiones, no es menos cierto que soy muy indeciso y no tengo apenas ambiciones, razón por la cual pocas veces encuentro algo por lo que luchar. Pero si algo llevaba soñando desde que iba al instituto, puede que incluso antes, era pasar una larga temporada en el extranjero, lejos de todo y todos. Y fue por eso por lo que, al menos por una vez, me dejé la piel con tal de conseguir mi objetivo: obtener una beca Erasmus...

No es que el hecho de conseguir la beca fuera complicado. Tan solo había que cursar una solicitud a tiempo y muy mal se tenían que dar las cosas para que no te la dieran, a menos que la hubieras pedido tarde y no quedaran plazas. Pero en aquel entonces (1999) no había tanta demanda como hubo en años posteriores, así que me la concedieron sin problemas. De hecho en aquellos momentos el tema se llevaba con tanta laxitud que en vez de solicitar distintos destinos a la espera de un sorteo nos los repartimos entre todos los becados en una reunión. Estuve a punto de irme a Londres, pero finalmente me decanté por la ciudad costera de Brighton.

Sin embargo, como ya he dicho, tuve que luchar y mucho para conseguir esa beca. La razón, la de siempre: mis padres. No es que les asustara que me marchara fuera del país, puesto que ya lo había hecho en dos ocasiones; no, lo que realmente les preocupaba es que el viaje costara demasiado dinero y no pudieramos permitírnoslo. Tan acojonados estaban con el tema que tuve que pedir la beca a sus espaldas, y cuando les comuniqué la noticia hubo momentos bastante tensos (aunque no llegó la sangre al rio, mi familia siempre ha sido bastante flemática para las discusiones).

Finalmente llegamos a un acuerdo, el único posible: me encargaría de que el gasto fuera mínimo por su parte, nulo incluso. Para ello no solo tendría que ganar lo suficiente para afrontar mis gastos antes del viaje, sino que tendría que arreglármelas para no perder la beca de estudios al volver. Dicho y hecho, en el mes y medio anterior al viaje estuve trabajando en una cooperativa de fruta, apilando y acarreando cajas de género por el almacén (amen de otros trabajos más desagradables, como hacer limpieza de lo que se hubiera podrido). Y en cuanto a la beca... bueno, supuso una de las decisiones más difíciles de mi vida. Pero dejemos eso para después.

A principios de octubre llegó el gran día. Después de la escenita en Barajas (mi madre llorando, mi padre llorando, yo llorando, la gente mirándonos como si fueramos gilipollas...) tomé un avión hasta el aeropuerto de Stansted (en un vuelo normal, los baratos no tenían tanta difusión como ahora) y de allí en tren hasta mi destino. Estaba emocionado, exultante, como en una nube... pero también perdido de cojones. Suerte que en mi vagón me encontré con una estudiante hindú absolutamente preciosa a la que, tras unos minutos de babearle por encima, debí darle lástima y me ayudó a llegar a mi residencia, que era la misma en la que ella vivía. Por si alguien lo pregunta, la chica me emplazó a tomar té un par de días después en su apartamento, pero cuando fuí a la muy guarra se le había olvidado y después de eso no volví a saber de ella. Lástima, con lo buena que estaba...

The Mad House se encontraba dentro del recinto de la Universidad de Sussex, como casi todas las residencias pertenecientes a ese campus. Sin embargo no era una residencia propiamente dicha, al menos tal y como las entendemos nosotros. Aunque las había al estilo habitual (un edificio con habitaciones individuales o dobles) eran bastante caras, razón por la que opté por la opción más barata: compartir habitación en una residencia de apartamentos. Es como una urbanización de adosados, compuesta por pequeños chalés prefabricados de 2 a 6 dormitorios, en los que podían meterse hasta 12 personas. Se que vivir en un tu propio apartamento, con llave propia y sin tener que dar explicaciones al portero, puede parecer más agradable que vivir en una residencia normal, pero, creedme, hubiera matado por una plaza en uno de esos sitios...

En mi apartamento viviamos 8 estudiantes, en cuatro dormitorios compartidos. Había una francesa, un malayo, un indonesio, cuatro ingleses y un servidor, con lo que ya desde el principio más que un apartamento eso parecía un mal chiste. Yo compartía habitación con el chico malayo, un chaval recién salido del instituto con unos padres pastosos que no habían tenido reparo en mandarle al culo del mundo a que se formara como es debido. No es que realmente le hiciera demasiada falta, porque el cabrón era listo de cojones, un fiera de las matemáticas y, curiosamente, también era ateo, aunque lo llevaba en secreto porque a fin de cuentas allí son musulmanes y no llevan ese tema demasiado bien (o al menos eso es lo que él mismo me contó). Fue mi tabla de salvación, aunque eso ya se verá más adelante.

El resto de la tropa lo componían:

  • La francesa - Agradable, simpática, no demasiado guapa (aunque sí follable) y con un montón de movidas en la cabeza. Sí, era de los mios. Algunas de las conversaciones que manteníamos llegaban a acojonar al resto de la gente. Nos psicoanalizábamos mutuamente, aunque la verdad es que no conseguimos mucho con eso...
  • El indonesio - Por las mañanas era el tio más reservado del mundo. Se pasaba la mayor parte del tiempo en su habitación y no hablaba con nadie. De hecho ni te saludaba si te lo cruzabas por el pasillo. Pero cuando llegaba la noche y se había bebido unos cuantos tiros de tequila era el puto mejor compañero del mundo. Al menos hasta que caía inconsciente, claro...
  • La inglesa - Maleducada, hortera, estridente, insípida y la que más ensuciaba (y menos limpiaba) de toda la casa, con diferencia. El arquetipo de la inglesa que te encuentras por la costa con chanclas, escote hasta el ombligo y un sombrero de paja, haciendo el gilipollas con sus amigas al borde del coma etílico...
  • El inglés misterioso - El compañero de cuarto del indonesio, al que casi no vimos el pelo durante todo el tiempo que pasé allí. Era el típico marchoso que siempre estaba de fiesta en fiesta, que dormía con los amigos o con las tias a las que se tiraba. Lástima que no le conociera más...
  • El inglés flemático - Con un acento bastante refinado, aire culto, educado y frio, aunque cuando estaba borracho hacía el ridículo igual que los demás. Procuraba no hacerse notar mucho, hasta hacerse casi invisible cuando su novia (una chica americana que conoció a las 2 semanas de estar allí) se vino a vivir con él...
  • El inglés borde - El típico hooligan al que le gusta armar gresca, beber cerveza y ver los partidos de su equipo. Vivir con él era como estar en una película de Guy Ritchie. Al final de mi estancia nos odiábamos a muerte, aunque guardábamos las apariencias como buenos ingleses...

El apartamento en sí consistía en los cuatro dormitorios, una cocina pequeña, un salón aún más pequeño y un baño que se inundaba (literalmente) cada vez que alguien se duchaba. Esa es la razón por la que a la semana de estar allí miraba con envidia las residencias tradicionales; aunque allí estuvieran sometidos a normas más estrictas las habitaciones tenían baño propio, las cocinas comunitarias eran enormes y además tenían un salón con uno de los mayores lujos para los estudiantes: la televisión. Por si alguien no lo sabe, para poder ver la tele en el Reino Unido hay que comprar una licencia, eso mismo que querían imponernos a nosotros hace unos años. Y para que nadie se escaquee existen unas patrullas que con una furgoneta van sondeando casa por casa para comprobar si allí donde se detectan ondas de televisión se ha pagado la licencia correspondiente; si no, les imponen una multa. Parece un chiste, pero se lo toman muy en serio. Muchos universitarios se arriesgan a ver la tele sin pagar un duro porque las furgonetas no pueden escanear los apartamentos, lo cual obliga a los inspectores a hacer visitas regulares. En el mio no había pero, ¿sabeis qué?, no la eché de menos...

Dicen que nadie vive mejor que un Erasmus. Al menos en mi caso fue cierto. Mis estudios consistían en tan solo dos asignaturas que apenas me robaban 6 horas en toda la semana: Introduction To Linguistics y Historical Approaches To Shakespeare. La primera era una absoluta maría, ya que dábamos los mismos conceptos sobre lingüística que había visto en el primer curso de la carrera. Con la segunda tuve alguna pequeña dificultad más, puesto que se trataba de leerse determinadas obras de Shakespeare y confrontarlas con su contexto histórico y socio-cultural. A pesar de todo, después de tantos años de haber sufrido el método tradicional español de "yo explico, vosotros tomais apuntes y luego os hago un examen", estudiar allí fue una absoluta delicia. No solo se nos motivaba para que estudiáramos por nuestra cuenta, sino que todas las semanas era un alumno o grupo de alumnos los que exponían la lección correspondiente después de haber buscado todos los datos en la bibliografía que se nos había dado la semana anterior. Y en vez de exámenes se evaluaba nuestra capacidad de asimilación de las lecciones en trabajos escritos periódicos que hacíamos en casa, consultando los manuales. Nunca antes había entrado en una biblioteca (y la de Brighton era magnífica) con tanta satisfacción, con tantas ganas de saber, con tanto respeto por los libros de texto. Aprendí más allí en unas semanas que aquí en todo un año...

Pero por supuesto no todo fueron los estudios puesto que, como ya he dicho, apenas si tenía que dedicarles unas pocas horas a la semana. El hecho de estar en una tierra extranjera, teniendo que valerme por mi mismo por primera vez en mi vida, sin ayuda, sin amigos, defendiéndome en un idioma que no era el mio, eso me abrió la mente como si acabara de despertar. Devoré libros, vi un montón de películas (entre ellas Quadrophenia, película muy significativa dado que conmemora la batalla entre mods y rockers que tuvo lugar en la playa de esa ciudad), exploré Brighton de cabo a rabo, conocí a gente de todo tipo, asistí a eventos culturales y a demostraciones deportivas (sí, yo haciendo deporte; concretamente di una clase de haikido, otra de esgrima y una sesión de Chi-kung) y, claro está, salí de marcha todo lo que pude por los clubs de música House del centro.

Sin embargo, si hay algo en lo que ese viaje supuso un antes y un después fue en mi relación con Internet. Hasta ese momento la red era algo bastante desconocido para mi, puesto que era algo demasiado lento y caro, y en la Universidad de Alicante había pocos ordenadores para acceder a ella. En Brighton, sin embargo, había por todo el campus salas de acceso libre con una velocidad más que decente, algunas de ellas abiertas las 24 horas. Además a todos los alumnos se nos adjudicaba un pequeño espacio en el servidor para poder guardar nuestros ficheros. Ni que decir tiene que acabé completamente enganchado y fue el inicio de mi relación de amor-odio con la red. Si ya de por sí me pasaba bastante tiempo delante de la pantalla para escribir e imprimir los trabajos que nos mandaban (para lo que me pasaba a veces toda la noche en vela, armado con una pila de libros de texto y una barrita de chocolate Lion King Size como único alimento), Internet era en esos momentos todo un territorio virgen por conquistar y que me ofrecía un millón de posibilidades. Que tiempos aquellos, en los que tan solo descubrir nuevas páginas web ya era un absoluto placer...

(Continuará...)

20 de abril de 2006

Fantasmas... y fantasmones

El novio de la pavisosa de mi compañera de piso, que estudia en Inglaterra, se ha venido a pasar las vacaciones aquí con ella. Resulta que, en contra de todos los pronósticos, el menda es un melenas que se pasea por la casa medio desnudo y que se cree Kurt Cobain, o al menos eso deduzco de su afición a cantarle a la niña a todas horas.




Hay quien cree que no he vivido lo suficiente. En momentos así, pienso que ya he vivido demasiado...

18 de abril de 2006

Santa bebida

(El diario) Información de Alicante obsequia a sus lectores con seis vasos de la romería de la Santa Faz [...] para degustar la típica mistela. (Están grabados con) el lema "Santa Faz romería 2006" y la silueta de la cúpula del Monasterio.

(noticia completa en este enlace)



Claro, claro... O sea que hasta los periódicos locales impulsan el consumo de alcohol y su asociación con festividades religiosas (gracias a las cuales se convierte en una actividad respetable) y resulta que este país no tiene ningún problema con la bebida, que es cosa solamente de los jóvenes y sus botellones. Ya veo, ya...

Pastillas

Todo este asunto tiene su gracia.

Vereis, me estoy automedicando. Pero no con antibióticos u otras memeces por el estilo, como hace todo el mundo, sino con ansiolíticos. Concretamente con el Tranxilium 5 que me recetó el médico cuando estaba en tratamiento. Me dijo que podía administrármelo a mi discrección cuando lo creyera realmente necesario. Ahora me lo tomo más o menos cuando me da la gana (en los días que me encuentro mal, claro, esto no lo hago por diversión), al menos mientras me dure el único bote que me queda.

Lo gracioso del tema es el miedo que estas pastillitas llegan a infundir a la gente. Todo aquel a quien se lo he contado (ya lo mencioné aquí en una Inadaptira) me ha dicho que tenga mucho cuidado, que son peligrosas, que puedo quedar enganchado enseguida. Irónicamente algunas de esas personas son las mismas que me han dicho que tengo que vivir más, que tengo que dejar de ser tan soso y, entre otras cosas, que no me vendría mal beber.

Alcohol. Una droga mucho más adictiva y con muchos más efectos secundarios que lo que estoy tomando ahora mismo. Pero, claro, el Tranxilium no está reconocido socialmente...





Más ironía. Para tratar la lesión lumbar me han recetado analgésicos y un relajante muscular. Unido a los antihistamínicos que he de tomarme para combatir la alergia, tenemos un coctel químico que podría dormir a un elefante y que se puede comprar sin dar explicaciones de ningún tipo. Y sin embargo cuando fui a la farmacia a por el último bote de Tranxilium (con una receta completamente legal) me miraron como si fuera un yonki.

En estos momentos ya no se si es por ignorancia, hipocresía o un poco de las dos, pero la cuestión es que no lo acabo de entender. Es decir, por toda España se están haciendo convocatorias para consumir de forma masiva una droga tan manifiestamente peligrosa como es el alcohol; los consumidores de otra mucho más adictiva, el tabaco, no paran de protestar por las medidas que se han tomado en su contra; el cannabis es reivindicado incluso en partidos políticos; la mitad del pais no puede conciliar el sueño si no es tomándose una o dos pastillas para dormir.

Y aquí el inconsciente soy yo por tomarme un medicamento que me recetaron para un problema que sigo padeciendo...

17 de abril de 2006

Fantasmas

Hace ya varios días que he dejado de fingir que me preocupo por mis compañeros de piso. De hecho me importan tan poco sus vidas que ni siquiera me molesta que no cumplan con sus obligaciones. Tan solo quiero que me paguen cada mes su parte del alquiler y las facturas.

Ella es una estudiante Erasmus que lloriquea constantemente porque echa de menos su casa. El es un cuarentón con ínfulas de canalla que parece constantemente fuera de lugar. Tenemos tan poco en común que me pregunto por qué coño les escogí en su momento.




Desde hace algún tiempo nos evitamos, cada vez con menos disimulo. Ella apenas sale de su dormitorio. Yo empiezo a hacer lo mismo, sobre todo desde que él decidió adueñarse del salón, donde duerme infinitas siestas. Comemos a horas distintas e incluso procuramos no cruzarnos en el baño o en la cocina.

Empiezo a tener la sensación de vivir en una casa encantada. Si tuviera el dinero suficiente hace tiempo que me habría mudado o les hubiera echado a patadas de aquí...

12 de abril de 2006

En coma



Este blog ha entrado en estado de coma profundo. Su autor tiene unos días libres (ventajas de ser becario en un ente público), pero como no tiene dinero para viajar y tampoco va a cobrar las horas que no trabaje (desventajas de ser becario en un ente público) ha decidido marcharse a su pueblo hasta el martes que viene, momento en el que volverá cargado de tuppers con comida casera, dos o tres kilos de más por la ingesta masiva de rosquillos y hojuelas, y un odio renovado hacia la Semana Santa y todo lo que huela a sagrado.

Permanezcan atentos a la máquina que hace bip...

11 de abril de 2006

Mmm...

¿Porque el mal tiempo me deprime? No, eso suena muy pobre...

¿Porque la ortodoncia me ha provocado llagas en toda la boca, la alergia no me deja en paz, me estoy poniendo hasta el culo de analgésicos para curar mi lesión lumbar y además vuelvo a padecer de ansiedad? Hombre, son buenas razones, pero no creo que eso lo justifique...

¿Porque tengo una mala semana? Ni de coña, demasiado subjetivo...

¿No fui yo, fue un clon? Colaría si fuera Spiderman, Daredevil o alguien así, pero no creo que funcione en este caso...

¿Porque estoy completamente salido y sin embargo soy absolutamente incapaz de encontrar pareja (o, al menos, un rollo de una noche)? No está mal, pero considerando la cantidad de gente que hay apuntada en las páginas de contactos de la red no soy ni con mucho el único que tiene problemas para relacionarse con el sexo que le interesa...

¿Porque tengo serios problemas mentales? Nah, eso se sobreentiende...

¿En realidad es todo una estrategia para que la gente deje de leerme y así poder escribir sin dejarme corromper por un hipotético éxito? Ésta no estaría mal, considerando que posiblemente lo estoy consiguiendo..

¿Porque el trabajo de becario es muy aburrido, casi no me hablo con mis compañeros de piso, la poca gente que me cae bien de verdad vive muy lejos de aquí, nunca tengo un puto duro y empiezo a sentirme muy solo, circunstancias que están convirtiendo mi vida en algo anodino, monótono e insustancial? Tampoco, la verdad siempre resulta lo menos creible...

...

Pues entonces no se que hacer para justificar mis últimas pajas mentales. Así que pongamos sin venir a cuento una imagen de una tía buena y aquí no ha pasado nada...



Se que algún día me arrepentiré profundamente de hacer estas cosas...

Voces



En mi cabeza. A todas horas. Me persiguen. No puedo escapar de ellas. Me hablan y me susurran y me gritan y no me dejan nunca en paz. Nunca.

A veces consigo esquivarlas. A veces consigo ignorarlas. Incluso en ocasiones he conseguido que dejen de hablarme. Pero nunca dura mucho tiempo. No, pronto volverán a perseguirme las voces, a gritarme al oido, a darme órdenes, a confundirme, a volverme loco. Ni las drogas, ni las distracciones, ni lo sentimientos consiguen ahuyentarlas. Están ahí, me quieren a mi y no callarán nunca.

Al menos aquí hay menos voces. Sí, en mi pueblo son muchas, demasiadas, no podía soportarlas. Por eso huí de allí. Pero en Alicante también hay voces. Al principio unas pocas, con el tiempo cada vez más. Quizás debiera haberme quedado en Madrid. Sí, allí casi no había voces. Era tan grande y había tanta gente que era imposible oir nada. Las hubo al principio y me llevaron hasta el borde del precipicio, pero conseguí que se callaran. O, cuanto menos, aprendí a ignorarlas por completo. Ya no oía las voces. Durante un tiempo, breve, fugaz, conseguí vivir sin ellas.

Pero ahora estoy aquí y vuelven a perseguirme. Ahora están enfadadas, muy enfadadas. Cuanto más viejo soy más chillan las voces. Ya no consigo ahuyentarlas, ya no consigo hacerlas callar. Me ordenan, me apremian, se burlan de mi. Y empiezo a estar cansado, muy cansado. Cansado de oirlas, cansado de luchar contra ellas, cansado de fingir que no están ahí. Se me agotan las fuerzas y empiezo a pensar cuanto tiempo me queda hasta que finalmente me rinda y haga todo lo que me dicen las voces.

Yo solo quiero que se callen y que me dejen en paz. Solo quiero que me dejen en paz...

Excelsior!



[...]

- ¡Dios mío! ¡¿Qué estoy haciendo?!

- Os diré lo que estais haciendo. Estais tratando de ser algo que no sois. Como cuando Steve Rogers dejó de ser elCapitán América para convertirse en Nomad. Pero al final entró en razón y recuperó sus antiguos colores. ¡Rojo, blanco y azul! ¡No los colores de mierda que llevaba como Nomad!

- (snif) A-amarillo y azul...

- ¡Exacto! mirad, tios. ¡Vosotros sois capitanes América y no Nomads!
¡¿Para qué ir por ahí en una puta furgoneta cuando puedes estar en casa viendo Cartoon Network, o conectado a Internet matando ogros, o leyendo un cómic o una novela de fantasía que te transporte a un lugar mejor que la realidad?! ¿Quién necesita de la realidad? ¡La realidad es una puta mierda! ¡Vale que los gráficos son buenos, pero no hay reglas, ni puedes guardar partida, ni hay vidas extra! ¡En el mundo real no hay más que dolor y tristeza y gilipollas que te atacan!

¡Esta es la vida real, aquí y ahora! ¡Y es una puta mierda! ¿o no?

¡Pero el frikismo es lo que tú quieres que sea! ¡Es agruparse! ¡Es formar una comunidad! ¡Por encima de todo es formar parte de un equipo, como la Liga de la justicia o los Vengadores! ¡Y cuando Hawkeye hace el capullo y abandona el equipo, los Vengadores le admiten de nuevo porque es uno de ellos! ¡Y vosotros sois de los nuestros! ¡¡Sí, bajo esos músculos y toda esa mierda aún sois frikis!! ¡¡Uno de los nuestros!!

Así que, ¿qué me decís, chicos? ¿Capitán América o Nomad? ¡¿Mirareis al frente y vivireis una vida larga y próspera o cubrireis vuestros ojos con las putas lágrimas de esa cosa conocida como "vida normal"?!

¡Decid la palabra mágica, hermanos! ¡Repetid la palabra conmigo! ¡EXCELSIOR!

(LA INTERVENCIÓN, Evan Dorkin. Extracto de la publicación en El Víbora Especial Hijos de Puta. La Cúpula, 2002)


Cada vez que falla mi fe en el frikismo vuelvo a leerme esta historieta para que Bill Dickey me ilumine en la senda del auténtico friki. Dedicado especialmente a todos aquellos que creen que vivir es drogarse, follar, experimentar y todas esas chorradas que nos han inculcado en el cine y la televisión...

NUFF SAID!

10 de abril de 2006

Confesionario (VII) Fantasía - Realidad

Es irónico. He consumido pornografía de todas las clases. He visto cosas que podrían hacer vomitar a otros. He oido hablar de parafilias y perversiones que la gente ni se imagina. Yo mismo tengo en ocasiones fantasías extremadamente salvajes, que muy pocos comprenderían.




Y, sin embargo, lo cierto es que es para mí el sexo sigue siendo algo tan extraño que me ruborizo con el simple roce casual de una piel que no es la mia, o contemplando un beso apasionado entre dos extraños...

9 de abril de 2006

Están llegando...

En la portada de la revista FHM que publiqué hace un par de días se me pasó por alto algo que me ha puesto los pelos de punta.



Si ampliamos un poco la imagen...




La confirmación de algo que ya sabíamos todos: que los ingleses vienen aquí a beber, a comportarse como animales y a meterla en caliente. Porque fijo que nuestras costas aparecen en esa lista. Eso sí, como no pueden con las españolas (son demasiado inteligentes para ellos) se suelen limitar a las dos primeras cosas, haciendo cada vez más insoportable la época de vacaciones.

Por eso, a nadie le debería extrañar que cuando en las noticias se ha anunciado que "los tour operadores alemanes e ingleses copan las plazas hoteleras" se me haya venido a la cabeza el siguiente fragmento de Transmetropolitan:

"Mi sueño hecho realidad. Una raza de perros sociópatas inteligentes ha surgido en las húmedas cloacas de Hilbery Depth, al noreste del término del Cuarto Canal.

Esas alimañas criminales han aterrorizado a la gente decente de tal manera y se han reproducido tan prodigiosamente, que el Centro Cívico permite, tan solo por tercera vez que alguien recuerde, un Exterminio. Listos o no, los perros no tiene derechos. Medito sobre esta terrible y ultrajante injusticia mientras acaricio mi pase de Maestro Exterminador voluntario y reuno mi arsenal.

A veces la vida es dulce"

(Transmetropolitan: "Acoso y derribo". Col Vértigo nº 170. Norma Editorial, Abril 2001)




No creo que nadie echara de menos a unos cuantos ingleses borrachos, ¿verdad?

Confesionario (VI) Monstruos



Cuando era un crio soñaba en convertirme en un monstruo, en un vampiro o algo así. De esa forma dejaría de tenerle miedo al resto de monstruos, porque ya sería uno de ellos, algo que asusta a la gente y no que es asustado.

Ya he crecido y he desechado esa idea infantil de transformarme en algo que no soy. Sin embargo, en mi interior aún tengo deseos de ser alguien que infunde miedo en los demás. Alguien a quien no te gustaría encontrarte en un callejón oscuro. Alguien que sea respetado por el terror y la fuerza, y no el ser débil y asustado que soy ahora...

7 de abril de 2006

INADAPTIRAS: La llave del éxito

Empacho



Que alguien como yo, un pajero defensor a ultranza de la pornografía, diga que estamos perdiendo el sentido de la decencia debería sonar a chiste. Pero la verdad es que lo pienso.


Tengo un vicio que de tan inocente e irrelevante ni siquiera me atrevo a llamarlo como tal: los quioscos de prensa. De igual manera que mi hermana, la friki-fashion, se podría pasar una tarde entera mirando los últimos modelitos de Blanco, a mi me encanta perder el tiempo en las estanterías de un quiosco curioseando en las portadas de las revistas (no suelo hojearlas, uno tiene sus principios). Y, por supuesto, rara es la vez que no me llevo a casa una de ellas para leerla, aunque al final se quede olvidada en un rincón sin tan siquiera haberla abierto. Ya digo, un vicio.

Ocurre que desde la desaparición de El Víbora me he quedado un tanto huérfano. Era la revista perfecta para entretenerse en los infinitos trayectos en tren que he hecho todos estos años de Alicante a mi pueblo y viceversa. Pero últimamente me he dado cuenta de que la pérdida ha sido por partida doble. No solo ha cerrado la última revista de cómics a la antigua usanza que quedaba en los quioscos (El Jueves no cuenta), sino que además era uno de los pocos productos de calidad que podía encontrarse en sus estanterías. Y, de repente, se ha abierto la veda de la carne.

Últimamente, cada vez que entro en un quiosco tengo la misma sensación que me asalta cuando voy a un sex-shop. De hecho empieza a ser difícil distinguirlos. Las revistas para hombres, las de cómic erótico, las de moda, las de fitness, las de tuning... joder, incluso las revistas de divulgación científica tienen por costumbre mostrar a alguien semidesnudo en sus portada (sobre todo a mujeres, claro). Es tal la exhibición impúdica y gratuita de carne que los quiosqueros ya no tienen que esconder las revistas pornográficas porque apenas si llaman ya la atención entre el resto. Es más, las portadas del nuevo Playboy (alabado sea Hugh) parecen hasta recatadas comparadas con las demás. Ya solo falta que los periódicos decidan imitar a los tabloides británicos y empiecen a publicar fotos de modelos...

Esto no tendría mayor importancia si no fuera que esta guerra de reclamos eróticos en las portadas de las revistas viene acompañado de un descenso acusado en la calidad de los contenidos de las mismas. Mucha publicidad, mucho reportaje polémico mal documentado, mucha caspa y poco que realmente merezca la pena. Además, por si no fuera suficiente, la revista Sie7e ha inauguruado el estilo "revista para descerebrados", que con su tono pretendidamente poco serio está rebajando la prensa profesional al nivel de un fanzine cutre (con todo mi respecto a los fanzineros). Y lo peor es que el resto empieza a imitarles. De un tiempo a esta parte cada vez que quiero comprar algo que leer acabo saliendo corriendo de los quioscos...

No se si todo esto será una estrategia desesperada por vender más revistas en la era de Internet y tal (ya se sabe, Internet tiene la culpa de todo), pero creo que se está perdiendo un poco el norte (de hecho volver a tener a Bárbara Rey desnuda en una portada es signo de estar tocando fondo). Acabaremos tan saturados de culos y tetas que ya apenas nos llamarán la atención. Y eso sí que no. Por el honor de los ombligos al aire, los escotes y las minifaldas, hay que establecer cuanto antes un código de decencia. Que regresen los tiempos de la insinuación y la provocación en las portadas, para poder así disfrutar mejor los contenidos interiores. Que la pornografía y el erotismo sigan siendo dos cosas distintas. Y que las revistas compitan entre ellas por ofrecer los mejores contenidos, no la mejor carne.

Menos mal que aún nos queda el Mondo Brutto...

6 de abril de 2006

¿Será la primavera?


Me he dado cuenta de que últimamente estoy muy, muy salido...




Y también de que la mera posibilidad (aún remota) de volver a tener sexo de verdad me da mucho, mucho miedo...

Banderitas



Yo mismo dije que en algún momento todos tendremos que tomar partido en los conflictos en los que estamos inmersos, que no nos podremos quedar siempre de brazos cruzados. Pero una cosa es decididir de qué lado estás y otra muy distinta corporativizarse.

Rubi-Ka, el escenario en el que transcurre Anarchy Online, es un mundo en guerra. Es por ello que al comenzar el juego debes elegir uno de los tres bandos disponibles. Puedes, por ejemplo, ingresar en Omni-Tek, la megacorporación que colonizó el planeta en primer lugar; eso te proporcionará grandes ingresos y beneficios. También puedes unirte al Clan, la facción rebelde que trata de arrebatar el poder al gobierno principal y que te ayudará a aumentar y expandir tus habilidades. Y, por último, puedes decidir permanecer neutral e ir a tu puta bola por el mundo, consiguiendo dinero y experiencia por tu cuenta y riesgo.

No me lo pensé ni un segundo a la hora de crear mi personaje: no pensaba llevar la bandera de nadie, así que permanecería neutral aunque eso me supusiera enfrentarme a los otros dos tercios del mundo.

Esas son mis ideas, pero un comentario aparecido en mi timorata convocatoria para una sentada en Alicante me ha devuelto a la cruda realidad. No hay lugar para la neutralidad ni para las ideas propias en el infantil juego de poder que llevan tantos años practicando los dos grandes partidos de este país (y que convierte a Anarchy Online en una utopía). Se lo han currado, no puedo negarlo; han reducido algo tan serio y complicado como la política a poco más que un torneo de fútbol en el que cada uno escoje su equipo favorito y defiende sus colores a muerte. Auque, al igual que en el fútbol, a los jugadores les importen una mierda los aficionados...

El caso es que no lo entiendo, y ese es uno de los motivos por el que me puse el sobrenombre de "El inadaptado" (además de por mis nulas habilidades sociales). Si ya de por sí me cuesta comprender que alguien se ate de por vida a una empresa, una idea o un producto, soy absolutamente incapaz de entender por qué hay gente que se afilia y defiende un partido político a capa y espada. Sobre todo viendo lo que vemos a diario en los medios de comunicación. Es más, mi cabeza no puede asimilar como podemos aceptar tan tranquilamente que nos hagan escojer entre dos ideologías prefabricadas y que no sólo las hagamos nuestras sino que nos sintamos orgullosos de ellas. Joder, me haría el hara-kiri antes que agitar una banderita de colores en un mitin de una gente que una vez en el poder posiblemente se limpiará el culo con mi carta de derechos como ciudadano.

Y sin embargo ahí están las discusiones en cualquier foro, sistema de comentarios o tertulia de bar del país. No están todos los que son, afortunadamente, pero indudablemente son todos los que están: los "de la derecha" etiquetándote de socialista si tus ideas recuerdan aunque sea vagamente al progresismo y los derechos sociales, y los "de la izquierda" poniendo el grito en el cielo por errores que sus mismos gobiernos cometieron. Los unos diciendo que los otros van a arruinar y desmembrar el país, y los otros diciendo que los unos van a mercantilizarlo y tiranizarlo. La eterna discusión infantil de "y tu más" actualizada al "rojo/facha".

Pues, ¿sabeis lo que os digo? QUE OS JODAN A TODOS. Y a menos que se presente un partido friki a las próximas elecciones, me pienso pasar las papeletas electorales por el mismo sitio por donde ellos se pasan mi vivienda digna, mi sueldo base y mis oportunidades de promoción...