28 de agosto de 2009

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Durante estos días la empresa está realizando a nivel mundial una encuesta para medir la satisfacción de los empleados en su trabajo, la relación con los jefes y la imagen que tenemos de la compañía. Lo que viene siendo la perfecta definición de "pegarse un tiro en el pie".

Afortunadamente para todos la encuesta es anónima. Por muy multinacional que sea, no creo que se puedan permitir despedir a todo el mundo al mismo tiempo...

21 de agosto de 2009

De cómo conseguí que Movistar me dejara en paz

Diecisiete. Ni una ni dos, diecisiete. Esas son las veces que me ha llamado Movistar durante las vacaciones para que me cambiara de compañía. Que me lo he buscado, ojo. Si hubiera dejado las cosas claras desde un principio, esto no hubiera pasado. Pero no, quise ignorar las llamadas, como si no fueran conmigo, como si fuese posible que me dejaran en paz en un mercado tan saturado que a las compañías no les ha quedado más remedio que robarse los clientes.

Desde luego con quienes no quería pagarlo era con los operadores. A fin de cuentas de lunes a viernes yo también trabajo detrás de un teléfono y se cómo funcionan estos servicios. No tiene sentido cabrearse con un pobre infeliz mal formado y aún peor pagado que hará cualquier cosa que le digan sus jefes con tal de mantenerse en ese trabajo de mierda, probablemente lo único que han encontrado después de meses de enviar currículos a todas partes. Además, no sirve para nada. Ellos son solo son carne de cañón, pobres curritos sin voz ni voto que repiten como papagayos los que les enseñaron en las diapositivas del cursillo de formación. Los comerciales de verdad, los de traje, corbata, coche de empresa y que saben de lo que hablan se dedican a captar empresas y grandes clientes, no tienen tiempo para los pobres mortales como nosotros.

No, si hay que cagarse en alguien es en los directivos de las empresas. Porque ha llegado un punto en el que venderían a sus madres con tal de mantener los beneficios. Si ya hace tiempo que no solían respetar demasiado la privacidad, la ética e incluso la ley, ahora directamente se la pasan por el forro de los cojones. La situación económica es difícil, son demasiados a repartir (echando de menos el monopolio, ¿verdad?) y la gente ya no se deja engañar tanto como antes. Así que si no funcionan las sutilezas tendremos que recurrir al acoso y derribo, a llamar diecisiete veces al mismo número hasta que acepte que nuestro asalariado sin alma le recite de arriba abajo por centésima vez la parrafada que le dieron escrita nada más llegar en un folio con Times New Roman 10 y que ya casi se sabe de memoria de tanto repetirla.

Por lo tanto, consciente de que cortar la llamada cada vez que viera el '1485' en la pantalla del móvil no iba a servir para nada, hoy finalmente he decidido enfrentarme a la bestia. Con amabilidad, por supuesto, dejando que el ¿argentino? ¿uruguayo? ¿chileno? que había al otro lado de la línea hiciera su trabajo, tragándome todo el discurso y contestando pacientemente a sus preguntas, hasta que inevitablemente me interrogara sobre qué me parecía la oferta.

Y ahí es cuando he probado algo que poca gente hace y que ha resultado mil veces más efectivo que todos los gritos, todas las amenazas, todos los insultos y todas las listas Robinson del mundo: pedir algo razonable. Porque ya estoy harto de que las telecos nos traten como a gilipollas con sus sms gratis, sus terminales de alta gama, sus tarifas planas falsas y sus campañas publicitarias de colorines. Hoy me he plantado y he expuesto con claridad lo que realmente quiero: un contrato sin permanencia y sin consumo mínimo. Tan simple y tan aparentemente complicado que es que solo me cobren por lo poco que gasto, ni más ni menos; que a mí no me interesa que me regalen móviles con cámara ni minutos los fines de semana; que yo no tengo amigos, y solo utilizo el móvil para mirar la hora y llamar de vez en cuando a las mismas tres personas; que estoy harto de tener que pagar 10,44€ al mes que ni siquiera consumo tan solo por el ¿privilegio? de no tener que recargar el saldo constantemente; y que si me podían ofrecer esto, y solo entonces, podrían llamarme de nuevo para negociar el traspaso.

Mientras decía esto mi contertulio se fue quedando cada vez más callado, probablemente mientras consultaba de forma frenética las hojas de respuestas que le dieron junto al discurso de venta. Al parecer, ya que no me supo contestar, no estaba previsto que un cliente no quisiera que le trataran como a un niño de teta que babeara cuando le enseñaran un Nokia 3G ni que le robaran cada mes a base de cuotas injustas y comisiones inventadas sobre la marcha. Lo razonable no se vende si no consigue beneficios millonarios para la empresa.

Con la misma amabilidad y educación con la que le contesté, me despedí de mi operador mientras con voz temblorosa me aseguraba que lo estudiarían y que, si acaso, ya me llamarían más tarde. Probablemente no vuelva a saber de ellos nunca más. Y si no es así más les vale que se den prisa, porque ya se ha acabado mi permanencia en Vodafone y estoy mirando con bastante interés la condiciones de las Operadoras de Móvil Virtuales...

7 de agosto de 2009

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Después de cierto incidente con una página web porno de la que no se supo el responsable y que tuvo a los informáticos desinfectando el sistema durante un mes, la empresa decidió instalarnos a todos un antivirus más potente (ergo, que consume más recursos de sistema) y que de forma automática hiciera un registro de todos los ordenador un día concreto de la semana.

Resulta fascinante escuchar a 100 personas a la vez cagarse en los muertos de los programadores todos los jueves a las 12 en punto...