¿En qué momento de la civilización nos hemos vuelto tan esclavos de nuestros propios calendarios como para llegar a sentirnos culpables cuando llega un puente y, en vez de salir corriendo a cualquier destino durante esos tres días para tener algo que contar a la vuelta, nos quedamos en casa a descansar y tocarnos las pelotas a dos manos?
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