28 de octubre de 2009

Encadenado

Durante estos días he estado meditando sobre mi situación actual y he llegado a dos conclusiones importantes. La primera, que ya no soporto más mi trabajo. La segunda, que no puedo dejarlo.

Es fácil decir ahora que no debería haber aceptado este empleo, pero lo cierto es que en aquel momento tenía prisas por dejar de parasitar a mis padres y acepté lo primero que me dieron. Por una mujer, abandoné a toda prisa mi pueblo y me instalé en una ciudad que detesto, en un barrio que detesto, en una casa que detesto, para que las doce horas al día que invierto en hacer algo que detesto me permitieran pasar un rato con ella. Joder, a veces mi vida parece una mala canción de Sabina.

El caso es que yo pensaba que esto iba a ser algo temporal, haciéndome partícipe de una de esas mentiras universales que nos contamos a nosotros mismos para seguir levantándonos por las mañanas (junto a "no estoy tan gordo" y "mañana dejo de fumar"). A fin de cuentas era la época de bonanza y en ese momento había opciones de sobra para elegir. Cinco entrevistas tenía pendientes cuando me reclutaron para trabajar en este agujero. Pero eso era entonces y esto es ahora. Porque la gran pregunta es, ¿quién tiene cojones para dejar un trabajo en estos momentos?

Tan solo plantearme la posibilidad hace que resuenen varias voces incómodas en mi cabeza. La de mi madre, que como toda madre quisiera verme de ministro cuanto menos, llamándome insensato por dejar de lado la seguridad económica de mi trabajo actual sin el colchón del paro, temiendo que tenga que recurrir de nuevo a ellos estando al borde de la jubilación. La de todos esos trabajadores que ahora se encuentran en la calle, sobreviviendo con lo justo, muchos de los cuales se cortarían un brazo por cobrar lo que yo ingreso al mes (aunque antes de que se pinchara la burbuja algunos de ellos ganaran el doble, todo hay que decirlo). La de mis jefes, que a fin de cuentas me dieron la oportunidad de entrar en la empresa a pesar de mi pobre currículum, y que, aunque no se puede decir que se preocupen de que esté motivado (y de hecho este verano nos han puteado a base de bien), al menos tuvieron la decencia de hacerme indefinido. La de mi señora, pidiéndome que aguante un poco más hasta que termine con lo suyo, que unos meses no son nada y después, o al menos ese es el plan, tendremos libertad para irnos a otra parte. La de mi propio sentido común, que me grita que con mis ahorros actuales apenas si podría aguantar hasta febrero, que sin tener claro qué quiero hacer con mi vida sería lo mismo que saltar sin paracaídas, y que con mi experiencia lo único que podría conseguir es un trabajo similar, en una oficina similar, en un ambiente similar y posiblemente con un sueldo peor.

Posiblemente me quejo de vicio. Trabajo bajo techo, sin tener que limpiar, sin tener que hacer esfuerzos físicos, sin tratar a la gente cara a cara y además ganando más de 1000€ al mes. Eso es mucho más de lo que había tenido hasta que llegué aquí. También puede que mis cavilaciones se deban al aburrimiento, a la rutina, a la vida de pareja ociosa, a que no tengo ninguna afición que me distraiga y llene los ratos muertos. Un urbanita treintañero más, hastiado y sin rumbo. Pero aún así, no lo soporto. No soporto las chapuzas, los clientes prepotentes y comerme uno tras otro los marrones ajenos. No soporto los días exactamente iguales, de casa al trabajo y del trabajo a casa, arañando tiempo del sueño y los viajes en metro para que no parezca que mi vida se reduzca a tres horas. No soporto la incertidumbre de quedarme atrapado en un puesto sin futuro, sin salidas, sin posibilidad de promoción, solo enviando los mismos informes y haciendo las mismas gestiones una y otra vez hasta que la empresa me prejubile o se vaya a la quiebra. No soporto las caras grises, el aire contaminado, las prisas, los empujones y la sensación de que todo está pasando en otra parte.

Pero aún así, no puedo dejarlo. Porque sería estúpido abandonar por un berrinche, sin ningún plan ni objetivo; porque no se qué hacer con mi vida y a estas alturas no se si lo sabré nunca; porque me aterra la idea de volver a no tener dinero después de haber conseguido salir adelante por mí mismo; porque sería injusto para los que no tienen trabajo y porque me arriesgo a convertirme en uno de ellos durante demasiado tiempo; porque el problema en realidad es más profundo y un cambio de aires puede que no sea suficiente; porque probablemente no tengo razón; porque aunque la tenga me faltan cojones.

Enhorabuena, cabrones, habéis conseguido convertirme en un esclavo.

5 comentarios:

Kaunimi dijo...

Hace poco me sentí así...hacía las cosas porque "debía" y por el clásico temor a quedarme sin nada o retroceder.
Solo continué haciendo todo...por momentos aún tengo esa sensación... creo que lo que me ha mantenido cuerda es saberme responsable de mis desiciones...
visítame! http://kaunimi.blogspot.com

Kanda dijo...

A veces pensar demasiado es malo. Acabas jodiéndote tú mismo el día.

Intenta distraerte con algo... a mí me ha funcionado. Y no le des mucha importancia a los clientes en tu trabajo, no dejes que te estresen. Estrésales tú a ellos. No tienes por qué cargar con la bronca de una persona sólo porque está amargada y tiene ganas de joder a alguien.

Anonymous dijo...

No te hagas mala sangre.
Se que no te va a servir de consuelo, pero yo, con 41 años, todavía no sé que quiero ser de mayor.
Estoy consiguiendo llegar a realizarme buscando otras metas, por otro lado bastante menos profesionales, pero si más personales de realización, y funcionan.
Busca un hobby que llene tu poco tiempo libre para no pensar en otra cosa, posiblemente el blog no sea el más adecuado, no te está permitiendo desenganchar y te carga más.
Yo tiro por la lectura y pequeños trabajos manuales.
No pierdas lo que tienes en estos momentos, porque nos está la cosa para aventuras, pero transfórmalo en algo secundario.Parece una locura, pero trata de ver tu trabajo como algo superficial pero sin dejar de ser profesional.
Es mucho más fácil de lo que parece y más satisfactorio.
El dinero SOLO lo necesitamos para patrocinarnos una serie de cosas y lo que hay que tener claro es que no hay que pasarse con las necesidades.
"no es más rico el que más tiene, si no el que menos necesita".

El inadaptado dijo...

Muchas gracias por los ánimos y las sugerencias, pero no. Me niego a creer que esto sea todo. Me niego a aceptar que la vida es solo estar trabajando 8 horas al dia, durmiendo otras 7, comiendo 3, viajando en metro 2, haciendo tareas cotidianas otras 2 y a lo mejor estar distraido las 2 restantes, de aquí a los restos. Si esto es todo, que se pare el mundo que yo me apeo.

Azena dijo...

Si sirve de algo, yo me bajo contigo. Mi mundo ya no tiene ningún sentido sin ti, ya lo sabes... Encontraremos algo que nos llene a ambos...