9 de septiembre de 2005

La novia del inadaptado (2 de 3)


LA EXTRAÑA RELACIÓN





Sí, aquí es donde se habla sobre sexo... Posted by Picasa


Hace algunos años escuché en una serie de televisión (no recuerdo cual) una curiosa metáfora sobre las relaciones que se me quedó grabada. Era una pequeña charla que alguien le daba a una mujer que se quejaba sobre la mala suerte que tenía con los hombres. Venía a decir algo como "imagina que te gusta desayunar cereales. Te encantan, has probado todo tipo de marcas y sabores y no comes otra cosa. Pero un día te das cuenta de que estás cansada de lo mismo y decides variar el menú. Entonces abres una lata de judías cocidas y... ¡está llena de cereales! Sorprendida, vas a la nevera, te sirves un vaso de zumo... ¡y caen cereales en el vaso! Busques por donde busques, todo lo que tienes en la cocina son cereales". La explicación venía a ser que a esa mujer solo le atraían un tipo determinado de hombres y, aunque decidiera buscar algo diferente, su subconsciente haría que incluso tras una fachada diferente siempre encontrara lo mismo. Hasta que un día quisiera arriesgarse de verdad y cambiar su vida.

He de reconocer que al principio no lo entendí. Simplemente me pareció una historia graciosa y un poco estúpida. Sin embargo ahora lo comprendo perfectamente. Llevo toda la vida comiendo cereales, y la primera vez que los desayuné fue con mi ex. Se que entonces alguien pensará "lo que a ti te pasa es que aún estás enamorado de ella y por eso buscas a alguien que se le parezca". Pero no, en absoluto. De hecho, como vereis más adelante, tengo pocos motivos para querer repetir esa historia en concreto. No obstante todas las "historias" que he tenido (entiéndase como "historia" todo aquel encuentro, aunque haya sido único, en el que al menos haya habido un beso) compartían un elemento común. ¿Cual? Pues que ellas siempre tienen problemas psicológicos y emocionales. Soy consciente de que suena muy truculento, hasta de mal gusto (como el guión de una película de Cronenberg), pero es la pura verdad. Todas, absolutamente todas, habían sufrido o sufrían depresión y/o ansiedad, habían visitado a un psicólogo y/o psiquiatra, se habían medicado en alguna ocasión, y no habían superado su problema del todo. En pocas palabras: estaban jodidas. ¿Casualidad? No lo creo. El hecho de que yo también esté jodido, también haya sufrido ansiedad y también haya estado bajo tratamiento médico no puede ser una coincidencia. Sin embargo, como en la metáfora, no siempre ha sido de forma consciente. Cuando creía que por fin iba a comer otra cosa que no fueran cereales, me he encontrado con la misma historia de siempre. Está claro que existe algún factor que hace que ellas me atraigan o yo las atraiga a ellas. ¿Vulnerabilidad? ¿Inestabilidad emocional? ¿Conjunciones lunares? ¿Somos una raza aparte que se identifica por telepatía? Ni puta idea. Si hay algún especialista en la mente humana en la sala, que por favor me lo explique.

Pero antes de pasar a esa parte, quedémonos con lo más agradable. Porque al principio todo era hermoso, fantástico, maravilloso, excelsior! No olvidemos que antes de ella no había tenido contacto alguno con el sexo femenino (insisto, nada de nada. Ene-a-de-a, NADA). Por eso todo eran besos, caricias, arrumacos, palabras bonitas, regalos... En una palabra: era un puto baboso. No me separaba de ella ni un minuto: íbamos a clase juntos, comiamos juntos, hacíamos el trayecto a la Universidad juntos, hacíamos los trabajos juntos... En el aula eramos la comidilla de todos, porque nos besábamos entre asignatura y asignatura hasta que llegaba el siguiente profesor (o profesora), y después nos pasábamos la hora entera agarraditos de la mano (algo muy incómodo para tomar apuntes, pero... ¿he dicho ya que era un baboso?). Y en el autobús ella se sentaba en mis rodillas y le hacía declaraciones de amor, lo que solía provocar risitas nerviosas entre las usuarias más cercanas (porque ellos se limitaban a mirarle las tetas a mi ex). Se que me ponía en evidencia, pero... ¡joder, tenía novia!

Solo nos quedaba un tema pendiente: el sexo. Desde que empezamos la relación formalmente (es decir, el día de la sesión de cine) hasta que finalmente nos acostamos juntos pasó aproximadamente un mes y algo, debido a (voz de locutor de seriales radiofónicos de los años 30) LA CONFUSIÓN MÁS ESTÚPIDA DE LA HISTORIA. Resulta que cuando estábamos en su casa en pleno magreo (ella vivía sola al principio, así que lo hacíamos allí), siempre nos parábamos un momento antes de empezar a arrancarnos la ropa con los dientes. Yo notaba que mi ex se resistía un poco en esos momentos, así que consideré que ella no quería hacerlo todavía, ya que a fin de cuentas era virgen (sí, lo era, doy fe) y llevábamos poco tiempo saliendo. Pero no me importaba, porque estaba enamorado hasta la médula y si ella pensaba que no estaba preparada yo me esperaría todo el tiempo que hiciera falta.

Un día estábamos en clase haciendo planes para el fin de semana siguiente. Los dos habíamos decidido quedarnos en Alicante en vez de regresar a nuestros pueblos natales para ver a nuestras familias y en seguida surgió la idea de salir de marcha y después dormir juntos. No recuerdo quien mencionó el tema (posiblemente yo), pero el caso es que el otro (posiblemente ella) se cuestionó la conveniencia de hacerlo ya que nos entraría el calentón y tendríamos que pararnos. Estaba entrando ya el profesor en el aula cuando se me ocurrió decir: "Y no es por falta de ganas, ¿eh?". A mi ex se le abrieron los ojos como platos y me espetó, entre indignada e incrédula: "¿¿Qué?? ¡Creía que eras tu quien no quería hacerlo!". A lo que, evidentemente, contesté: "¿¿Yo?? ¡Eras tú quien no quería hacerlo!". Y recibí como respuesta "¿Que no quería hacerlo? ¿¿Tu sabes lo caliente que voy??".

En resumen, señores y señoras, que llevábamos un mes aguantándonos las ganas porque cada uno de nosotros creiamos que el otro no quería hacerlo. Patético, muy patético. Podeis reiros si quereis, nos lo merecimos.

Ni que decir tiene que quedamos para ese viernes por la noche. Y ni que decir tiene que, aunque no lo dijéramos en voz alta (el plan oficial era salir de fiesta), ibamos a tener sexo. De una manera u otra, al lunes siguiente ya no seríamos vírgenes. Así que había que estar preparados y a mi, por supuesto, me tocaba comprar los condones. En mi vida he pasado más vergüenza que entonces. Ese jueves pasé por delante de 6 farmacias (¡¡6!!) antes de decidirme a entrar en una y pedir "una caja de preservativos, por favor" (llevaba 3 horas repitiendo mentalmente la frase, una y otra vez). El farmaceutico debió verme tan azorado que se puso muy serio y envolvió rápidamente la caja en una bolsa para que la clienta que tenía al lado (que de todas formas lo había oido todo) no la viera.

De lo que ocurrió esa noche ya hablé en este otro mensaje. Resumiendo, tras unos agradables y largos prolegómenos intenté penetrarla pero no pude. Era comprensible al ser nuestra primera vez, ya que estábamos nerviosos (sobre todo ella, claro) y estábamos más pendientes de no defraudar al otro que de disfrutar. En cualquier caso en ese momento fue imposible. Traté de solucionarlo con un poco de sexo oral (momento en el que descubrí que me encantaba hacerlo), pero tampoco funcionó. Así que tuve que masturbarme en el baño para no reventar (literalmente...) y después nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente volvimos a intentarlo, cambiando de postura, y por fin lo conseguimos. No fue un gran polvo, pero era un comienzo. De hecho nos quedamos en la cama varias horas más, lo hicimos de nuevo (con mejores resultados) y a las 4 de la tarde tuve casi que huir de sus brazos para poder comer algo antes de desfallecer.

Del resto de nuestra vida sexual poco hay que contar. Inexpertos como éramos ambos nuestros encuentros eran más bien rutinarios, aunque en todo momento excitantes. Yo tenía muy poco aguante, pero lo compensaba con mi recién descubierta afición al cunnilingus. El mejor polvo de todos fue uno que estuvimos aplazando mucho tiempo por un cúmulo de casulidades. Por aquel entonces ella ya tenía una compañera de piso, extranjera y aficionada a hacer cenas con sus amigos por la noche. Durante tres semanas, cada vez que nos encontrábamos allí y estábamos a punto de irnos a la cama, aparecía ella y nos cortaba el rollo. Y si nos íbamos a mi piso eran mis paisanos los que venían a visitarnos sin avisar y teníamos que parar. Así hasta un fin de semana que mi compañero de piso y sus amigos nos habían invitado a salir de fiesta. En determinado momento ella me pidió que regresáramos porque se había olvidado la chaqueta arriba. Ni que decir tiene que era una monumental excusa para aprovechar que el piso estaba vacio. El acto duró una hora exacta de reloj, dividida en aproximadamente 50 minutos de besos, caricias, lametones, mordiscos y algo de sexo oral, y 10 minutos de penetración. Recuerda que ella, agotada, me dijo: "oye, ¿no crees que nos hemos pasado?", a lo que yo, en pleno subidón post-orgásmico le solté: "¿pasarnos? yo creo que nos hemos quedado cortos".

Pero no todo fue un camino de rosas y aquí es donde tengo que volver a ponerme serio. Porque, como ya he dicho, ella fue mi primer bol de cereales. Aunque indudablemente nos atraíamos, mi ex me advirtió al principio de nuestra relación que no sería fácil. Era de ese tipo de mujeres (de los que ya me he encontrado unos cuantos ejemplares) que tienen metida en su cabecita la idea de que son "difíciles" de tratar y que por eso espantan a los hombres. Y lo cierto es que a veces me costaba entender su actitud. Quizás fuera porque en esos momentos yo todavía no había acudido al psicólogo a tratar mi problema y no conocía los síntomas de una personalidad neurótica (o, quizás, maniaco-depresiva), pero me resultaba incomprensible que me ignorara cruelmente por la mañana y luego fuera la chica más cariñosa del mundo por la tarde. Llegaba a hacerme daño, mucho daño, aunque luego tratara rapidamente de reconciliarse conmigo. Y eso no era todo, ni mucho menos. Porque, aunque parezca mentira, ella tenía una falta de autoestima aún mayor que la mía. Estaba convencida de que no valía para nada, se encerraba en si misma y no había manera de sacarla del cascarón.

Pero no me rendí. No lo hice porque estaba enamorado. No me dejé amilanar por sus amenazas, ni por su aparente hostilidad, y luché por ella. Le repetí una y otra vez lo mucho que valía, la gran mujer que llegaría a ser, lo hermosa y físicamente deseable que ya era para mí. Se lo dije hasta que empezó a creerselo. Y aguanté todos sus envites de "mujer difícil". Cuando ella estaba de mal humor, la dejaba a su aire hasta que se le pasaba. Aprendí a callarme cuando no era conveniente hablar y a arrancarle las palabras cuando lo necesitaba. Estaba pendiente de todo lo que pasaba por la cabeza, de todos sus problemas, de todas sus paranoias. Me planté en medio de la tempestad dispuesto a seguir hasta el final, ya cayera lluvia, nieve o granizo. Era MI novia y no iba a rendirme tan facilmente.

Gané muchas batallas, pero no la guerra. Las cosas aún debían empeorar y sería yo quien finalmente claudicara. Pero eso ya corresponde a otro capítulo de la historia...

7 comentarios:

gemuchi dijo...

jos...eres un bonico!!

Dr.Benway dijo...

Esto se pone interesante... ¿y qué es eso del mal gusto de Cronemberg? Es cierto que tiene cosas muy raras, pero tiene pelis muy interesantes.

Dosjerez dijo...

Esto se pone la mar de interesante por momentos, ahora entiendo lo que nos dicen de cortar las historias, aún conociendo el final, no se si es que atraes y/o te sientes atraido por la gente con determinado tipo de problemas, lo que si se es que gente parecida se atrae, hay muchas señales, casi todas conductuales, que reflejan que y como somos, tu caso no es extraño, de hecho es mas habitual de lo que tendemos a creer, los freudianos lo llamaban la repetición del trauma, hoy en día se tiende a pensar que nos sentimos atraidos por un determinado tipo de gente e ignoramos al resto, pero ¿realmente quieres dejar los cereales? sigue siendo la pregunta clave.

El inadaptado dijo...

Hombre, el Cronenberg tiene películas interesantes, pero que dan mal rollo.

Y la pregunta de los cereales es interesante. Por una parte me gustaría tener una relación más "normal" (tópica, predecible, frívola), porque mis "historias" siempre han sido complicadas. Pero a la par que difíciles también han sido especiales e intensas, por lo que otra cosa me sabría a poco.

No se, quizás encuentre algún día un punto medio...

maria dijo...

Hola, soy María.
Alguna vez he vist tu blog y he escrito algún comment.
Me caes muy bien y soy problemática, así que tu teoría es totalmente exacta, jejeje!
Pero, al grano. No soy tu amiga, pero siempre que alguien tiene un blo y expone sus cositas en él se arriesga a que le salgan detractores, admiradores y amigos.
Me gustaría hablarte como taly decirte cosas desde el punto de vista de mujer problemática, aunque yo no sea tu ex-novia.
Verás, esa historia por lo que cuentas, sucedió en el instituto o en la universidad, no? Eso quiere decir que erais muy jovencitos.
Cunado una persona es muy joven y se siente poco segura de si misma es muy fácil que se caigan en comportamientos de enorme inmadurez. Uno de ellos es ese que relatas, cogerle el tranquillo a una situación en la que manejas a alguien a quien amas para autoafirmarte.
Jo, dicho así suena muy crudo, pero también creo que quien actua de ese modo lo hace inconscientemente. También creo que quien aguanta esa mecha adopta, también inconscientemente, otro rol: amo a mi chic@ y aprenderé a manejar esta situación.
Mira, seguro que soy más mayor que tú, tengo 33 años y he sentido, de manera injustificada, que era una mierda de tía. He jugado los dos roles que has descrito en tu post, he sido insufrible y, en otras realciones, la paciente novia.
Y mi conclusión es: inseguridad+inmadurez= desastre.
Mientras tú mismo no sepas quíen eres y lo que te mereces es muy difícil no recaer, no ya en el mismo tipo de mujeres, como tú dices, sino en el mismo tipo de comportamientos. Comportamientos en los que ese binomio inmadurez-inseguridad llegan a tener un peso mucho mayor que el amor mismo.
Quiérete a tí mismo y sabrás querer a los demás, que gran verdad. Eso no significa que seas egoista. Seguro que a tu ex le habría ayudado más que le pusieran las pilas para que se espabilase que consentirle su comportamiento , que más que neurótico es reafirmador de su inseguridad y que delata un enorme sufrimiento interior.
Todos necesitamos de vez en cuando alguien que, desde el amor, nos diga, espabila, no pierdas más el tiempo!! Déjate de psicodramas y lucha por ser feliz cada día!!
Disculpa si te molestan mis palabras, dichas desde la cómoda distancia, pero desde la imparcialidad. Te las digo de buen rollo, por si te sirven de algo y porque tú me has dado buenos momentos con tus post.
Creo que eres una muy buena persona y te admiro por ello.
Saludos.
MARIA

El inadaptado dijo...

Gracias por tu comentario. Es muy interesante lo que comentas porque en la tercera parte de la historia se va a demostrar que yo no soy el bueno de la película. Ni mucho menos. De hecho es mi inmadurez la que pone fin a todo esto, por lo que tu teoría es bastante acertada.

Pero no adelantemos acontecimientos...

Poli0Pollo dijo...

Muy bueno tu blog. A mi me pasa igual con las mujeres raras, me atraen mucho a pesar de que no lo capto a primera vista. Solo al final me doy cuenta que tenian un historial clinico. A lo mejor si hay una coneccion entre locos.