25 de diciembre de 2005

La senda del inadaptado


Suele ocurrirme.

Un catarro más virulento de lo normal me hace replantearme por completo mis hábitos de vida, empezando por supuesto por el tabaco y la falta de ejercicio. Mis pulmones duelen después de varios días de violentas toses y me maldigo a mi mismo por haberlos llenado de alquitrán estos últimos meses (aunque en realidad haya fumado menos que la mayoría, sigue siendo un exceso). La expresión "cáncer de pulmón" revolotea por mi mente, aun siendo consciente de que no deja de ser un resfriado más, de los muchos que he tenido a lo largo de mi vida. Sin embargo el dolor me impulsa a hacerme promesas, a cuestionarme las cosas, a dar un giro de timón a mi vida.

Se que no podré conseguirlo.

Yo antes era un "mirlo blanco". No bebía, no fumaba (tampoco follaba, hijos de puta) y tenía una dieta más o menos equilibrada. Tan solo me faltaba practicar ejercicio con regularidad para ser un puto superhéroe. Al final me aburrí de tanta "perfección". Quería llenarme de mierda, quería hurgar en lo más oscuro, quería saber lo que se sentía al otro lado. Aunque la verdad es que apenas si he cruzado el umbral; soy demasiado cobarde para perder realmente el control.

Ahora suelo echar de menos esa época. Un tiempo en el que lo más salvaje que hacía era circular sin el cinturón de seguridad. Un tiempo en el que apenas si podía reprocharme algo a mi mismo, salvo el aburrimiento. Un tiempo en el que nadaba contra corriente y me convertí, sin darme cuenta, en un inadaptado.

Pero se que es imposible.

Es divertido jugar a ser un inadaptado. Divertido, pero muy poco realista. El mundo no tolera que la gente se salga de los caminos previamente establecidos y por eso vigila estrechamente a quienes lo intentan. La sociedad necesita control y no hay mejor control que convertirnos en seres idénticos, con comportamientos idénticos, que comparten gustos idénticos. Una masa aborregada y predecible, que se encarga de fagocitar o expulsar a aquellos que no siguen las reglas. Un inadaptado no puede luchar contra la masa.

A veces la gente me pregunta por qué me fui de aquí, o por qué no vuelvo a este pueblo. Me resulta difícil hacerles comprender que no me fui, huí de una forma de pensar, de un sistema cuadriculado e inamovible, de una masa contra la que no podía luchar. Huí para buscar mi lugar en el mundo. Un lugar en el que no luchara contra corriente, o al menos en el que hacerlo no doliera tanto.

Pero empiezo a sospechar que ese lugar no existe.

He dicho que es divertido jugar a ser un inadaptado. Pero serlo de verdad duele. Y da miedo. De poco sirve bromear sobre "grupos abstemios paramilitares" cuando a la hora de la verdad incluso aquella gente que te importa se molesta porque te niegues a hacer un puto brindis con una puta sustancia alcoholica que te provoca arcadas. De poco sirve rebelarte contra la moda cuando necesitas usar chaqueta y corbata si quieres tener un trabajo con el que poder vivir. De poco sirve tener tus propias ideas políticas cuando no existe ningún partido con el que puedas identificarte o que no se comporte como todos los demás cuando llegan al poder. De poco sirve aborrecer de la cultura de masas cuando te das cuenta de que necesitas hablar de futbol o de Gran Hermano para relacionarte y no tienes los conocimientos suficientes para alternar con otra gente más culta e interesante que la que te rodea. De poco sirve intentar vivir la vida a tu manera si al intentarlo el mundo te mastica y te escupe.

Así que muchas veces me rindo. Cada vez que lo hago doy un paso más hacia la masa, olvidando quien era o quien podía haber sido. Con cada pequeña concesión muero un poquito más. Y si algún día decidiera claudicar y volver a mis orígenes a vivir la vida que me han preparado los demás, mi espíritu gritará de agonía hasta apagarse por completo.

Por eso intento seguir luchando. Por eso necesito seguir la senda del inadaptado. Porque en este juego me va la vida . Y ya que no encuentro mi lugar en el mundo, necesito saber que puedo ser capaz de crearlo yo mismo...

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