AVISO: En este mensaje se va hablar mucho de cómics. Por si a alguien no le interesa el tema, avisados estais.
En toda saga de cómic que se precie casi siempre hay un pequeño (o gran) giro de guión cerca del final para darle un poco de emoción a la cosa. Una traición, una baja en el equipo, un villano inesperado... cualquier cosa para mantener enganchados a los lectores. Como cuando en las Secret Wars a Galactus se le ocurrió merendarse el planeta en vista de que allí no pintaba nada y le estaba entrando hambre. O como cuando en Dark Knight Returns una nación enemiga decide lanzar un pepinazo nuclear contra los Estados Unidos, ya que Superman les estaba chafando la invasión.
Desde hace tres días tengo turno de tarde en la oficina. Como ya dije en su momento ahora soy, básicamente, el portero encargado de atender a los despistados que vienen a preguntar algo a deshoras y después cerrar al salir. La consecuencia inmediata es que me aburro. Toda la sociabilidad y las ganas de comerme el mundo que se me habían despertado tras el sucidio de mi ordenador se han ido a la basura. Las mañanas se me hacen o muy cortas o muy largas, y a pesar de que también ha vuelto mi vena marujil no me apetece pasármelas todas haciendo faenas de la casa. Pero tampoco encuentro en qué entretenerme, ya que siempre parece más fácil encontrar algo que hacer por las tardes (un evento cultural, una sesión de cine, un desfile, un café en cualquier parte). Además ni siquiera estoy realmente "desconectado", ya que cuando no hay nada que hacer no me queda más remedio que acudir al ordenador de recepción, con el agravante de que ante los pocos empleados que aún deambulan por aquí no puedo ponerme a revisar el blog o jugar a algo sin temor a que me descubran (y en estos momentos estoy currando sin contrato, por cierto). O sea, que me aburro.
Así pues, creo que tendré que reconocer que soy un adicto, como hizo el doctor House en uno de los episodios de ayer (sí, estoy muy pesado con esta serie, pero es que ese personaje lleva la palabra "inadaptado" escrito en la cara). Me cuesta ocupar mi tiempo sin un ratón (o un joypad) en la mano, o sin verme de corrido temporadas enteras de series de televisión (joder, acabo de recordar que tengo a medias la última de "A dos metros bajo tierra"), o sin currarme mensajes con muchas fotos en el blog (y tengo bastantes ganas de dedicarle uno a Sheryl Crow, que ya llevo tiempo posponiendo). Por lo tanto, como buen adicto, estoy intentando desviar mi tiempo de ocio a otros de mis vicios. Y el más lógico es, cómo no, los cómics.
Ya he dicho varias veces que yo me metí en esto bastante tarde, comparativamente hablando. De crio leía muchos "Mortadelos" pero nunca conocí a gente a la que también le gustara los tebeos y por lo tanto se quedó en una simple afición. Fue en el último año de carrera cuando un compañero de piso me volvió a despertar el gusanillo y unos meses después empecé a dilapidar el sueldo de mi primer trabajo "oficial" (la vendimia no cuenta para la Seguridad Social, me temo) en visitas a librerías especializadas. Primero de forma muy tímida, perdido ante tantos títulos; luego más decidido conforme fui informándome más sobre el tema, en internet y revistas al uso; finalmente de forma casi compulsiva, aunque haya tenido que moderarme últimamente ante la falta de recursos económicos.
Recuerdo que en mis primeras incursiones miraba entre divertido y curioso a aquellos compradores ya algo talluditos que entraban en la tienda como si estuvieran en su casa, pasaban por la sección de novedades casi sin mirarla y se dirigían directamente a las cajas de cómics atrasados con un papel en la mano. Una lista, la de los números que les faltan para tal o cual colección y que rebuscan entre pilas de tebeos embolsados, algunos de los cuales ya están amarilleados por el paso del tiempo. Me preguntaba en aquel momento si llegaría yo a ese punto, a dar el paso entre simple lector de cómics y coleccionista.
Pues bien, ahora tengo una. Una lista. Un trozo de papel con los cómics que me faltan o que me gustaría tener (soñar es gratis) que llevo siempre en la cartera y del que voy tachando mis adquisiciones para evitar comprar números repetidos. Concretamente, es esta:
Visto friamente, casi da miedo. Pero también hace tiempo me reía de los que guardan todos sus cómics en bolsitas y ahora corro a comprarlas cuando se me acaban. De hecho empiezo a quedarme sin sitio en la estantería del nido y estoy planteandome comprar cajas para guardarlas. Es curioso, de repente tengo ganas de comer Doritos...
Creo que necesito un hobby. Qué coño, lo que necesito es una novia ya...
En toda saga de cómic que se precie casi siempre hay un pequeño (o gran) giro de guión cerca del final para darle un poco de emoción a la cosa. Una traición, una baja en el equipo, un villano inesperado... cualquier cosa para mantener enganchados a los lectores. Como cuando en las Secret Wars a Galactus se le ocurrió merendarse el planeta en vista de que allí no pintaba nada y le estaba entrando hambre. O como cuando en Dark Knight Returns una nación enemiga decide lanzar un pepinazo nuclear contra los Estados Unidos, ya que Superman les estaba chafando la invasión.
Desde hace tres días tengo turno de tarde en la oficina. Como ya dije en su momento ahora soy, básicamente, el portero encargado de atender a los despistados que vienen a preguntar algo a deshoras y después cerrar al salir. La consecuencia inmediata es que me aburro. Toda la sociabilidad y las ganas de comerme el mundo que se me habían despertado tras el sucidio de mi ordenador se han ido a la basura. Las mañanas se me hacen o muy cortas o muy largas, y a pesar de que también ha vuelto mi vena marujil no me apetece pasármelas todas haciendo faenas de la casa. Pero tampoco encuentro en qué entretenerme, ya que siempre parece más fácil encontrar algo que hacer por las tardes (un evento cultural, una sesión de cine, un desfile, un café en cualquier parte). Además ni siquiera estoy realmente "desconectado", ya que cuando no hay nada que hacer no me queda más remedio que acudir al ordenador de recepción, con el agravante de que ante los pocos empleados que aún deambulan por aquí no puedo ponerme a revisar el blog o jugar a algo sin temor a que me descubran (y en estos momentos estoy currando sin contrato, por cierto). O sea, que me aburro.
Así pues, creo que tendré que reconocer que soy un adicto, como hizo el doctor House en uno de los episodios de ayer (sí, estoy muy pesado con esta serie, pero es que ese personaje lleva la palabra "inadaptado" escrito en la cara). Me cuesta ocupar mi tiempo sin un ratón (o un joypad) en la mano, o sin verme de corrido temporadas enteras de series de televisión (joder, acabo de recordar que tengo a medias la última de "A dos metros bajo tierra"), o sin currarme mensajes con muchas fotos en el blog (y tengo bastantes ganas de dedicarle uno a Sheryl Crow, que ya llevo tiempo posponiendo). Por lo tanto, como buen adicto, estoy intentando desviar mi tiempo de ocio a otros de mis vicios. Y el más lógico es, cómo no, los cómics.
Ya he dicho varias veces que yo me metí en esto bastante tarde, comparativamente hablando. De crio leía muchos "Mortadelos" pero nunca conocí a gente a la que también le gustara los tebeos y por lo tanto se quedó en una simple afición. Fue en el último año de carrera cuando un compañero de piso me volvió a despertar el gusanillo y unos meses después empecé a dilapidar el sueldo de mi primer trabajo "oficial" (la vendimia no cuenta para la Seguridad Social, me temo) en visitas a librerías especializadas. Primero de forma muy tímida, perdido ante tantos títulos; luego más decidido conforme fui informándome más sobre el tema, en internet y revistas al uso; finalmente de forma casi compulsiva, aunque haya tenido que moderarme últimamente ante la falta de recursos económicos.
Recuerdo que en mis primeras incursiones miraba entre divertido y curioso a aquellos compradores ya algo talluditos que entraban en la tienda como si estuvieran en su casa, pasaban por la sección de novedades casi sin mirarla y se dirigían directamente a las cajas de cómics atrasados con un papel en la mano. Una lista, la de los números que les faltan para tal o cual colección y que rebuscan entre pilas de tebeos embolsados, algunos de los cuales ya están amarilleados por el paso del tiempo. Me preguntaba en aquel momento si llegaría yo a ese punto, a dar el paso entre simple lector de cómics y coleccionista.
Pues bien, ahora tengo una. Una lista. Un trozo de papel con los cómics que me faltan o que me gustaría tener (soñar es gratis) que llevo siempre en la cartera y del que voy tachando mis adquisiciones para evitar comprar números repetidos. Concretamente, es esta:
- EL VÍBORA. Números 200 a 258 (menos el 241) y 269 a 276. Se que es una barbaridad, pero me enganché a esta revista demasiado tarde y ahora no puedo pasarme sin mi dosis mensual. Espero conseguir al menos los últimos 50...
- COLECCIONABLE X-MEN (PLANETA). Números 17 en adelante.
- COLECCIONABLE SPIDERMAN (PLANETA). Números 6 en adelante (menos el 29).
- COLECCIONABLE ERA DE APOCALIPSIS (PLANETA). Número 12.
- COLECCIONABLE BATMAN (PLANETA). Números 12 en adelante. También tengo intención de comprar los números de Norma que no se han incluido en la saga de Bane del coleccionable. ¡Sí, soy un completista!
- COLECCIONABLE DAREDEVIL (PLANETA). Números 5 en adelante. Este va a ser jodido, están casi agotados.
- COLECCIONABLE 4 FANTÁSTICOS (PLANETA). Pesadito estoy con los coleccionables, lo se, pero es que en aquel momento seguía demasiadas series a la vez y no podía con todas. Lástima que este también esté casi agotado.
- 4 FANTÁSTICOS (FORUM). Número 63. Hace mucho tiempo me regalaron el 64, segunda parte de una historia post-Secret Wars con Hulka en la formación. Y, claro, no quiero quedarme a medias...
- AKIRA (NORMA). Tomos 5 y 6.
- MÍSTICA (PLANETA). Números 5 en adelante. Y pensar que al principio no me llamaba la atención...
- INVASIÓN (ZINCO). Números 1 a 3. Es que compré el número 4 en unos saldos de un hipermercado y me apetece tener los originales, aunque es previsible que Planeta los edite en un futuro próximo (si es que lo de Millenium es verdad, claro...).
Visto friamente, casi da miedo. Pero también hace tiempo me reía de los que guardan todos sus cómics en bolsitas y ahora corro a comprarlas cuando se me acaban. De hecho empiezo a quedarme sin sitio en la estantería del nido y estoy planteandome comprar cajas para guardarlas. Es curioso, de repente tengo ganas de comer Doritos...
Creo que necesito un hobby. Qué coño, lo que necesito es una novia ya...
5 comentarios:
sí, puede que necesites una novia, pero lo de buscarla puede ser un poco rollo, ¿no?
;-)
lo que pasa es que eres un friki, pero no es malo.
deberías hacer este test:
http://club.telepolis.com/docz/frikitest.htm
un saludo
o busca una novia que le gusten los comics...
Mi más que estimado y nunca bien ponderado inadaptado... yo tambien creía necesitar una novia hasta que encontre:
- Usago Yojimbo.
- Malas ventas.
- Balas perdidas.
- Bone.
- Hellblazer.
- Identity Crisis.
- COuntdown to the infinite crisis.
- Infinite Crisis.
- Clásicos DC JLI/JLA
- y etc..
Creeme, leer todo esto te quitara el tiempo y las ganas de cualquier otra cosa que no sea leer comics.
He dicho, no de una forma muy inteligente pero dicho queda
El problema realmente no es leer cómics. El problema es no tener el dinero suficiente para leer todos los cómics que me interesan. Porque con eso y una PSP (o una GameCube) creo que ya ni me plantearía tener novia...
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