11 de noviembre de 2006

17

Quizás no debería decir esto. A fin de cuentas los hombres (en sentido masculino, no neutro) llevamos toda la vida refutando esta teoría. Por la cuenta que nos trae, claro. Pero hay realidades que no se pueden ignorar y, al menos en mi caso, no deja de ser una verdad como un templo: a pesar de mis 27 años, el pelo canoso, una vida laboral que ya llena una página y experiencias de sobra para aburrir contar a los nietos (si es que algún día los tengo) aún sigo en la adolescencia. Y no soy el único.

A las pruebas me remito. Con eso no estoy hablando de los cómics, los videojuegos, la pornografía y demás. Que también podría incluirse, pero son un tema aparte. No, se trata más bien de una actitud vital, de una forma de enfrentarse a la existencia y a los problemas que esta representa. Es decir, evitarlos en la medida de lo posible. O ignorarlos por completo, si te puedes permitir ese lujo. A esta pachorra contribuye en gran medida que haya tenido que exiliarme temporalmente en casa de mis padres y el hecho de no tener un duro. Solo falta que vuelvan a ponerme una paga semanal. Pero la verdad es que incluso en los momentos en los que tenía una relativa independencia (muy relativa, todo sea dicho), he seguido manteniendo las mismas posturas y pensamientos que tenía a los 17. Viviendo por mi cuenta, eso sí.

A pesar de todas las connotaciones negativas que ser un adolescente a los 30 años pueda tener (y del cachondeo que genere), lo cierto es que no considero que sea tan malo. En cierta medida es una de las mejores, si no la mejor etapa de los hombres (en sentido masculino, no olvidemos). Es nuestro momento de mayor creatividad, energía, rebeldía, escepticismo y... eh... potencia sexual. O eso dicen. Porque el problema es que son pocos los que pueden demostrarlo. Tanto el último como cualquier otro de los puntos. Y para cuando tienes la oportunidad es posible que hayas perdido gran parte de esas cualidades. Lo de la experiencia, el peine y los calvos. Todo eso. Vale, está el hecho de la inmadurez, pero creo que ese es un tema bastante sobrevalorado. De igual manera que tener 40 años no es garantía de madurez, hay adolescentes mejores y peores. Aunque, bueno, la verdad es que últimamente parece que solo hay de lo segundo...

La cuestión es que todavía me siento así. De acuerdo, ahora no tengo ni de lejos la misma lucidez que cuando aún estaba en el instituto (qué gran blog hubiera escrito en aquella época, caso de haber existido estos), pero sigo manteniendo la misma la misma curiosidad, las mismas ganas de soñar, las mismas ínfulas de escritor y el mismo espíritu contestatario que en aquella época. Diga lo que digan los demás. Al fin y al cabo aquellos fueron otros tiempos y las cosas eran bastante distintas a como son ahora. Que no es que fuéramos unos genios, pero al menos no parecíamos tan gilipollas. Además, siempre se dice aquello de que lo que cuenta no es la edad sino el espíritu, ¿no?

Irónicamente, sigo igual de atrapado en mis circunstancias y sin saber a dónde dirigirme que entonces. Como si volviera a tener 17 años, esperando con impaciencia esa mayoría de edad soñada en la que crees que todo será mucho mejor y podrás tener independencia, libertad, dinero y todo eso que hasta entonces te está más o menos vedado. Aunque, en realidad, es a partir de ese momento cuando empieza a joderse todo.

Porque si me lo llegan a decir aún estaría repitiendo 3º de BUP...

5 comentarios:

Azena dijo...

¿dónde está el límite entre la inmadurez y saber conservar la infancia? prefiero ser una niña inmadura a una adulta gris y sin ilusiones... prefiero ser rebelde y contestataria y ver la vida de colores. prefiero vivir el amor como si fuera el primero (bueno, en mi caso tengo que reconocer que lo es) y el sexo como si no lo hubiera probado antes (casi, casi). prefiero extasiarme ante las maravillas de la vida a darlo todo por hecho. prefiero ignorar los problemas a que me amarguen la existencia (esto aún no lo he conseguido, pero estoy en ello). prefiero que el espíritu de mi infancia permanezca vivo en mi corazón. y te prefiero a ti, por supuesto, con tu adolescencia y tu ilusión y tus rabietas y tus cómics y tu rebeldía y tus perversiones (¿las tienes?), incluso con tu dependencia y con tu familia... ;-)

Iv dijo...

Impresionante. Lo acabo de leer por casualidad, me siento plenamente identificado.

Gracias!!

Alvaro dijo...

Yo tengo diez años más que tú, y tres hijos. Y estoy separado. Y he encontrado a una mujer maravillosa. Y me siguen gustando los comics, y el Señor de los Anillos, y Dragonlance. Me encantan los videojuegos. Pero sobre todo, y si eso significa ser un eterno adolescente, me da igual, ME ENCANTA VIVIR. Un saludo.

txolo dijo...

Yo coincido en practicamente todo, pero especialmente en que si hubiesen existido los blogs cuando yo tenía 16 años, la blogoesfera todavía estaría tratando de superar las consecuencias

Woed dijo...

"Aunque, en realidad, es a partir de ese momento cuando empieza a joderse todo." Teno 30 años y desde ese momento que describes no he levantado cabeza ni he tenido la más mínima oportunidad de independizarme.