14 de julio de 2008

Salvadores

Me pregunto en qué momento de esta lucha casi encarnizada entre todo lo que representa la SGAE y los consumidores hartos de su prepotencia y sus prácticas mafiosas nos hemos erigido como los buenos de la película. Oh, sí, soy consciente de todo el atractivo épico de esta historia: la guerra encarnizada y sin cuartel entre el despiadado imperio de los distribuidores de cultura (entendiendose como tal toda forma de expresión que se pueda editar, empaquetar y vender en la Fnac) y un grupo de consumidores rebeldes hartos de estar sometidos al yugo de los precios elevados y que quieren libertad, P2P y productos de calidad (bueno, lo que cada uno considere calidad, claro). Con esto se podría escribir un libro. O tres. Y sus respectivas películas.

También soy consciente de que a estas alturas del enfrentamiento ya ha quedado claro quién tiene redaños suficientes para cobrar de espectáculos benéficos, acosar a negocios humildes y borrar de un plumazo la presunción de inocencia de un país entero y seguir durmiendo por las noches. Eso, creo yo (al menos hasta que empecemos a quemar sus sedes o a apedrear a sus directivos), nos sitúa un punto por encima en la escala moral. Sin embargo esto no deja de ser una guerra, y como en todas lo único que veo son dos bandos intentando imponer su propio punto de vista y creyéndose en posesión de la razón absoluta.

Dijo Esquilo que en una guerra la primera víctima es la verdad. Y la verdad aquí es que estamos siendo tan hipócritas los unos como los otros. La prueba más sangrante es que ambos nos estemos peleando por enarbolar la bandera de "salvadores de la cultura" cuando aquí cada uno mira por sus propios intereses. Por un lado la SGAE, que no deja de ser la voz de su amo, procurando que no decaigan los ingresos de discográficas, editoriales y demás corporaciones no sea que la música o la literatura se muera sin su apoyo. Por otro lado nosotros, protegidos por un resquicio legal que más pronto que tarde acabará cayendo (el de la copia privada, que la UE no aprueba y ya sabemos que pasa cuando no les gusta algo), defendiendo nuestro derecho a la barra libre de internet en pro de "compartir" y "conocer cosas nuevas" por si luego nos gusta y lo compramos. Así, en mi opinión, no es como se salva la cultura. Si quisiéramos hacerlo aprenderíamos a tocar un instrumento, en vez de quejarnos del precio de los discos; o los medios le darían la oportunidad a cualquier nuevo autor, sin mirar los beneficios que pueda reportarles. Pero esta es, a fin de cuentas, una lucha por ver quien consigue sacar la mayor tajada. E, irónicamente, el canon ha sido lo mejor que nos ha podido pasar a todos. Porque a ellos les da el dinero que tanto ansían y a nosotros nos convierte en mártires, atrae a más gente a la causa y nos justifica moralmente para seguir cargando las mulas hasta que revienten.

Sin embargo, en este conflicto quien tiene en realidad la última palabra es a quien no se la estamos pidiendo. La cultura misma. O, siendo un poco más exactos, los propios autores. No dejan de ser sus creaciones y sus propios intereses los que nos estamos jugando, como si nos pertenecieran. Y no dejan de ser ellos la base de la que se han erigidio las grandes compañías. Así que son ellos los que tienen que decidir el final del conflicto. Porque por mucho que lo intentemos, no podemos derribar a colosos como la industria de la música o la industria literaria desde fuera. Es un trabajo que tiene que realizarse desde dentro, de un cambio de mentalidad sobre los derechos de autor, los formatos y la distribución. Son los mismos creadores los que tienen que decidir dar un paso adelante. Sin embargo...

Puede que me esté volviendo más cínico con la edad, pero yo no estoy viendo a los cantantes de los 40 principales rescindir sus contratos en masa con las discográficas para vender sus canciones desde sus propias páginas web y organizar sus propios conciertos. Tampoco me consta que los grandes escritores estén liberando toda su obra con licencia Creative Commons e imprimiendo los libros bajo demanda. Ni que los pintores o escultores regalen sus obras menores para atraer compradores. No se, quizás... solo quizás... la cultura no quiere ser salvada. No toda, obviamente, siempre habrá quien prefiera compartirla desinteresadamente, pero intuyo que son los menos. Porque quizás resulta que les gusta grabar discos, llenar estadios de fútbol y tener grupies colándose en sus hoteles. Quizás les interesa vivir del cuento como tertulianos de la tele, columnistas en periódicos y jurados en concursos. Quizás todos esos adolescentes que se presentan a los castings de Operación Triunfo, los no tan jóvenes que buscan sonar en Radio 3, o los más talluditos que quieren que les den el Premio Planeta, sueñan con la gloria y la fama en vez de con el talento y la creatividad. Quizás, solo quizás, quieran grabar sus discos, escribir sus libros y vivir (holgadamente, eso sí) de ello.

Lo que nos deja que, en realidad, ya no somos los buenos de la película. Ni tampoco los malos. Somos un bando más, que se cree en poder de la razón y quiere imponer sus propias ideas de cómo debería ser la difusión de la cultura. Para salvarla, aunque no quiera ser salvada, aunque nos la tengamos que llevar por delante tal y como está concebida en estos momentos. Todo porque el nuevo régimen nos beneficie, en vez de perjudicarnos como el presente (lo cual, por cierto, me recuerda a la actitud de ciertos países invadiendo otros y que no voy a mencionar para no caer (aún más) en la demagogia). Y aunque en realidad esté de acuerdo (en lo de la cultura, no en lo de invadir países) me gustaría que al menos fueramos lo suficientemente sinceros como para admitir que esto en el fondo no deja de ser una cuestión de dinero...

6 comentarios:

REFO dijo...

En España sería difícil cambiar la Constitución a este respecto. Es un derecho que no pueden quitarnos.

Por mucho que diga la UE, habría que hacer un referendum para esta cuestión. Estamos con las espaldas cubiertas.

Bienvenido de nuevo a la blogoesfera. Es siempre un placer leerle.

Charlie Brown dijo...

Producción en serie y avaricia, juntos y por separado... si tu gato estornuda, no le des jarabe de palo...

El inadaptado dijo...

De la Unión Europea me fio menos que de las ofertas de telefonía. Pero es cierto que aún queda mucho camino por andar y que las batallas aún no están perdidas. Porque, aunque no lo parezca, sigo estando del lado de los que creen en una cultura más libre.

En cualquier caso que nadie me tenga en cuenta esta entrada. Tanto tiempo sin escribir atrofia la retórica y el sentido del ridículo...

Gracias por la bienvenida.

La-Ruina dijo...

¡Hola!

Bienvenido.

Pepe dijo...

No se entiende a qué derecho se refiere Refo que "no pueden quitarnos" por venir en la Constitución. Desde luego, no se trata del derecho a la copia privada, que no viene recogido en la Constitución sino en la Ley de Propiedad Intelectual.

Nos lo puede quitar perfectamente, de un plumazo el Legislador.

María dijo...

Yo propongo la lucha armada que siempre es una solución vistosa, se podría empezar quemando discos en la puerta de la fnac de Callao(si empezamos por los de OT pondremos de nuestro lado a la gente que entiende de música), y luego secuestrando y torturando a Ramoncín(eso pondrá de nuestra parte a casi todo el mundo), después todo vendrá rodado...