7 de noviembre de 2009

Todos a la basura

Que conste que yo no soy pefecto, tengo mis debilidades y me salto las normas de vez en cuando. Pero me repatea los cojones el absoluto desprecio que tienen muchos de mis vecinos por las calles ajenas y propias, degradando continuamente un espacio que a fin de cuentas es de todos y cuyo mantenimiento corre a cargo de nuestos bolsillos. Así que aquí van algunas propuestas para la reeducación de la ciudadanía en el respeto a los lugares públicos:
  • La pared vengativa (copiada descaradamente de "Agárralo como puedas") - Unas células sensibles a la tinta ubicadas a lo largo de las paredes detectarán cualquier intento de pintarrajearlas, disparando a su vez un chorro de pintura a la cara del "artista" para que la próxima vez que quiera ensuciar una casa se vaya a la suya.
  • La papelera tierra-tierra - Gracias a sus múltiples detectores de calor y movimiento, esta papelera puede analizar en cuestión de milisegundos si una persona ha tirado un objeto al suelo en sus cercanías a propósito, premiando al infractor con el lanzamiento de un dardo eléctrico que, además de paralizarle durante unos instantes, le enseñará que merece la pena dar tres pasos y arrojar los desperdicios en el lugar designado para ello.
  • La baldosa trampa - Para aquellos lugares en los que no sea viable poner papeleras, se dispondrán aleatoriamente en la acera unas baldosas sensibles a la presión, concretamente a las más bajas. En caso de que un papel, un envoltorio, un pañuelo o cualquier otro objeto liviano contacte con el suelo y no se recoja inmediatamente se dispararía el detonador de una pequeña carga de semtex, si bien no letal sí con la suficente potencia como que la cojera que le produzca le de tiempo a pensar durante varias semanas en su mala conducta. Por descontado, unos sensores podrán distinguir si lo que ha caído es una hoja (en cuyo caso se desactivará la detonación) o un chicle (lo que provocaría que a la carga se le añadiera algo de metralla para daños un poco más permanentes).
  • El repelente de orines y deposiciones - Ante la insistencia de mucha gente de considerar que cualquier rincón se puede utilizar como retrete, las calles estarán recubiertas en su totalidad por un campo magnético repulsor específicamente programado para dos cosas. La primera, los orines humanos, ante cuya presencia calculará su trayectoria y los devolverá al punto de origen; de esta forma, el infractor tendrá el placer de apreciar el hedor constante a dicha sustancia hasta que llegue a su casa y se duche. La segunda, las deposiciones caninas, concretamente aquellas que no se retiran en el plazo de diez segundos; el campo analizará el ADN de la muestra, buscará su origen y lanzará las heces al bípedo más cercano.
  • Las termitas mutantes - A pesar de los esfuerzos de los ayuntamientos (no siempre ingentes, todo hay que decirlo) por hacer una retirada controlada de muebles y enseres, sigue habiendo quien piensa que cualquier momento es adecuado para convertir la calle en un almacén. Para combatir eso, al pie de los árboles y farolas se ubicarán colonias de termitas modificadas para digerir la madera, el conglomerado, ciertos metales, los colchones y todo tipo de prendas. Activadas por la mezcla de sudor y las partículas del objeto del que se están tratando de deshacer, las termitas saldrán de nido para devorar en el acto tanto aquello que hayan depositado como toda ropa que lleven, llaves incluidas, para que sufran escarnio público hasta que puedan volver a entrar en sus casas. Como medida de seguridad, si la situación de desnudez pública se tornara en un placer más que en un castigo, las termitas estarían programadas para mordisquear la carne humana ante el aumento de las hormonas respectivas.
  • Los contenedores sorpresa - La estrella de la colección, el futuro de la gestión de residuos, la herramienta educativa definitiva. Los contenedores para el depósito de residuos, tanto orgánicos, envases, vidrio y papel, serán actualizados con la tecnología más puntera para el reconocimiento inmediato de la composición de los objetos que les sean depositados. Dicho sea de otro modo, podrán saber al instante si estamos introduciendo el residuo correcto en el lugar adecuado o no. Una pantalla situada bajo el orificio correspondiente nos informará del resultado del análisis y las medidas a tomar. Porque si lo hemos hecho correctamente o la falta cometida es insignificante (fruto de un descuido, que todos somos humanos), el contenedor se limitará a darnos las gracias y dejarnos marchar. Pero si obstinadamente nos dedicamos a mezclar la basura tendrán que aplicarse ciertas medidas punitivas de forma aleatoria entre una amplia gama: gases lacrimógenos, descargas eléctricas, pequeñas llamaradas, lanzamiento de pelotas de goma antidisturbios, rociado de una sustancia de cierta acidez, activación de cepos, etc. Además, para evitar convertir la zona en un basurero cuando los contenedores se llenan, ante la presencia de residuos en las inmediaciones se lanzarán unas pequeñas cápsulas con Napalm que conseguirán tanto mantener limpia la zona como recordar a la gente que en esos casos hay que llamar al ayuntamiento, concejo u organismo correspondiente y pedir que los vacíen, no ser un guarro y tirar las cosas en cualquier lado.
Próximamente en su esquina más cercana.

2 comentarios:

la-de-marbella dijo...

jajajaja esto es buenisimo. Pienso lo mismo aunque no lo podría expresar tan bien

Cris dijo...

Jajaja, que lastima que no existan estos mecanismos de escarnio para los guarros o cochinos que andan libres por las calles.