27 de febrero de 2006

Desde el más allá - Día 5

Aprovechando que me han cambiado el turno y a estas horas no hay casi nadie por la oficina (he pasado de chico de los recados a portero), y que el exilio informático me está devolviendo el sentido crítico, voy a practicar mi pseudo-periodismo 3.0 a propósito de cierta noticia que han comentado hoy en La mirada crítica de Telecinco.

Resulta que la OCU ha publicado un estudio en el que se afirma que el agua de varias ciudades españolas no es potable, o, cuanto menos, no tienen suficiente calidad para el consumo humano. Una de ellas es Alicante, lo cual fue primera plana en los periódicos en su momento (hace varios días, en eso los informativos han estado un poco lentos) y ha provocado las quejas de la empresa que gestiona dicho recurso (además de amenazas de querella por parte de varios ayuntamientos, pero eso es otra historia...). Dejando de un lado el tema de la veracidad del estudio (pocas muestras, demasiadas conclusiones), hay algo en lo que han estado muy acertados y que ni siquiera Aguas de Alicante se ha atrevido a rebatir: sabe MAL.

Una de las cosas que ha caracterizado siempre a los consumidores de este país es su conformismo. Sí, nos quejamos mucho, pero entre nosotros y no a quien debiéramos. Afortunadamente esta tendencia se está invirtiendo, pero todavía hay cosas que aceptamos dócilmente aunque no nos gusten, ya sea por pereza, inercia o "tradición". El caso del agua es muy significativo. No es ningún secreto, es algo de lo que todo el mundo se da cuenta al primer sorbo. Sobre todo si vienes de alguna comunidad como la de Madrid, con agua de calidad muy superior a la nuestra, la diferencia es notable. De hecho incluso en los paquetes de detergente esta provincia está señalada como de "agua muy dura" (lo que exige utilizar dos cacitos en vez de uno). No es que sea desagradable, simplemente sabe "raro".

Estoy convencido de que si se hiciera un estudio sobre el tema, Alicante sería una de las comunidades donde más agua embotellada se consume. Es una especie de tradición para todos los que vienen a vivir aquí, sobre todo al principio. Algo que se va transmitiendo de generación en generación de estudiantes: no bebas agua del grifo. Especialmente entre los de los primeros cursos, lo más habitual es ver a los universitarios acarreando garrafas de 5 o 10 litros junto con la compra semanal. Más adelante hay quien opta por utilizar filtros (que eliminan la cal pero no el sabor) o simplemente pasar del tema y beberla sin más. Acabas por acostumbrarte, como todo. De hecho no tiene tanta diferencia con la que bebía en mi pueblo, si acaso con un sabor un poco más "turbio". Sin embargo, ni unos ni otros han (hemos) expresado públicamente sus quejas para que sea mejor procesada y aumente su calidad.

El que no llora no mama, y esa es una lección que nos está costando aprender. Todavía recuerdo los primeros pasos de la implantación de internet en este país, con aquella Infovía con la que había que pelearse durante horas para conseguir un acceso lentísimo y carísimo. Hubo que esperar a que aumentara el número de usuarios para empezar a protestar en serio por unos servicios que aún hoy en día siguen siendo mucho peores que la media. Pero es la única salida que nos queda: quejarse, quejarse y quejarse. Eso es algo que nos repitió varias veces Xosé Castro Roig, gran traductor profesional, en una charla en la Universidad. Hay que quejarse por todo lo que consideremos que esté mal. Si la traducción de un manual es un galimatías hay que quejarse; si el doblaje de una película contiene errores hay que quejarse; si una web no contiene información suficiente en nuestro idioma hay que quejarse. A ser posible por carta (que parece que duele más), pero si no a través del correo electrónico, o llamando por teléfono, o con los medios de que dispongamos.

El agua de Alicante sabe mal, pero no es ni con mucho la única razón para quejarse que tenemos. Deberíamos empezar a quejarnos en serio por la gestión de la línea de autobús que va hasta la universidad, que se colapsa los días de mercado. Deberíamos protestar más por las obras faraónicas que cortan avenidas enteras durante meses todos los años. Deberíamos reclamar por la instalación indiscriminada de antenas de telefonía, que temas de salud aparte están jodiendo paisajes y monumentos. Deberíamos actuar contra la inseguridad del centro tras el cierre de Correos, contra el abandono del Casco Antiguo, contra la especulación inmobiliaria que dentro de menos de 10 años no va a dejar ni un centímetro de Costa Blanca sin urbanizar.

Aunque, la verdad, que se puede esperar de una ciudad que tiene un alcalde acusado de desfalco y otros chanchullos, y que sin embargo sigue votando al mismo partido todas las legislaturas...

6 comentarios:

Anonymous dijo...

Cambia el "deberíamos de" por "deberíamos". Cosas del lenguaje.

Lucecilla dijo...

Sí, cámbialos, yo también me iba a quejar de lo mismo, curiosamente... ;)

No, en serio, tiens razón, si no nos quejamos y vamos tragando tragando al final nos dan gato por liebre y todos tan panchos. No puede ser!

Talueguito!

anilmanchego dijo...

creo que no solo es Alicante.
Mira el alcalde de toledo, que a la pregunta de "que le parece la amenaza de la unesco de sacar a Toledo de la lista de ciudades patrimonio de la humanidad", dijo algo asi como: "me la suda".
en realidad dijo que "más perdía la unesco"
Esto explica por que cuando viene toda la plana del pp, ni lo invitan a tomar un café

El inadaptado dijo...

Perdón por las faltas de ortografía y/o gramática. Es lo que tiene escribir los mensajes a escondidas de tus jefes, que se hace deprisa y mal, sin tiempo a revisar nada.

En cuanto a alcaldías y chanchullos, yo todavía no entiendo como pudieron votar en mi pueblo al mismo personaje del que se rie todo el mundo y cuyo partido tuvo que echarle la bronca por llevarles la contraria. Pero, en fin, este país es así...

Horrorscope dijo...

Hostia, queda muy guapo el blog con la nueva plntilla nin.

El inadaptado dijo...

Pues todavía pienso hacer más cambios...