¿Quién iba a pensar que conocería algún día semejante entrega? ¿Quién me iba a decir a mi que llegaría a sentirme tan afortunado? ¿Cómo iba a saber yo que esto podía existir de verdad, que no es un sueño, que se puede llegar al cielo sin tan siquiera moverse de aquí?
Me has dado más de lo que creí que podría darme nadie. Me has dado tu cuerpo, tu alma, tu amor. Me has hecho el regalo más grande que podría esperar de una persona.
Hoy, por primera vez, he llorado de felicidad...
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