23 de noviembre de 2007

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Lo peor de los días con poco trabajo es que siempre llega un momento en el que miro el cubículo en el que paso ocho horas al día y no puedo evitar preguntarme qué coño hago aquí, porqué sigo en esto y a dónde se dirige mi vida.

Es entonces, claro, cuando pienso en la nómina...

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