1 de mayo de 2005

Sueños estroboscópicos




Todos tenemos un tipo de música que nos llega dentro, muy dentro, que se convierte en algo más que música, que nos pone los pelos de punta, se mete en nuestro cerebro y hace que nuestro corazón se mueva el mismo ritmo. Incluso si no te gusta la música, no puedes evitarlo.

Mi música es la electrónica. No cualquier tipo de ritmo, sino los más melódicos, pausados o comerciales. El House, el chill-out (el de verdad, no lo que se vende hoy en día), el trip-hop, el ambient. Lo que siento cuando la escucho va mucho más allá de las notas y las melodías. Cuando la escucho, me traslado muy lejos de aquí.

No sabría decir por qué siento lo que siento. Me he criado entre personas que no la escuchaban. He pasado la infancia y la adolescencia sin apenas escuchar nada parecido. Y sin embargo siento que esos ritmos me pertenecen, que formo parte de algo que desconozco por completo. Cuando los escucho me transformo, huyo, me elevo a un plano distinto de la realidad.

Escuchando este tipo de música tengo visiones, posiblemente adquiridas de la publicidad, el cine, la televisión o simplemente de mi imaginación. Pero son muy reales, tanto que casi puedo tocarlas con la punta de los dedos. Me veo a mi mismo bailando House en una playa ibicenca; disfrutando de ritmos ambient tumbado en un sofá de una fiesta en una enorme casa particular, rodeado de modernidad, frivolidad y la sensación de que el tiempo se detiene; viendo amanecer a ritmo de ambient en la terraza de una discoteca.

No pertenezco a ese ambiente. En mi vida son muy pocas las ocasiones en las que he vivido algo remotamente parecido, y cuando lo he hecho no se parecían en nada a mis visiones. Se que existen, en algún lugar, entre gente que no se parece en nada a mi, en ambiente más selectos o simplemente diferentes a cuanto he conocido. De alguna manera se que sería un extraño entre ellos, que nada sería como imagino...

O quizás no. Quizás en alguna parte, entre gente que no conozco, me encontraría entre iguales. Gente con la que compartiría mucho más de lo que he compartido nunca con nadie. Un estilo de vida que jamás creí que podría llevar, más frívolo, más pausado, más sentido, sin los problemas mundanos que me acechan en el día a día. Viviendo en un lugar luminoso, donde los dias pasen perezosamente, rodeado de gente con la que no necesita hablar para comunicarme.

Soy consciente de que proyecto en estas visiones mis ganas de huir de todo lo que me rodea. De la aparatosidad de una vida que, por otra parte, yo mismo me he creado. De la soledad, de los dias grises, de los quebraderos de cabeza, del aburrimiento, de la falta de ambiciones y objetivos. Sin embargo no he hecho apenas nada por alcanzar mis sueños. Porque no dejan de ser eso, sueños, y sin embargo cuando escucho ciertas melodías, ciertas canciones, ciertos ritmos no puedo evitar pensar que quizás lo he hecho todo mal hasta ahora, que me esperan en alguna parte, en una fiesta que ha empezado ya sin mi, con una gente que se pregunta por qué tardo tanto en llegar.

Durante mi beca Erasmus, viví durante un corto periodo de tiempo algo parecido. Se que estaba condicionado por todas lo que estaba viviendo, pero durante ese corto periodo de tiempo fui feliz, muy feliz. Bailaba en los clubs, se organizaban fiestas espontaneas en casa, los dias pasaban tranquilos, lejos de todo cuanto había vivido o conocido hasta entonces. Desconozco si podría vivir algo parecido aquí, si mis visiones desaparecerán cuando mi vida sea más sencilla, si me decepcionaría volver al mismo lugar y encontrar que todo ha cambiado, que ya nada es como antes, que la vida es siempre más complicada de lo que queremos.

Sin embargo las visiones, los sueños, siguen ahí. Y mientras intento saber a donde voy, mi única salida es bailar, elevarme a ese otro plano de la realidad y soñar, soñar...

No hay comentarios: