La vida sexual del inadaptado

Hoy me he dado cuenta de dos cosas. Una, que este blog cada vez se está volviendo más personal, a pesar de mi promesa de convertirla en un espacio dónde dar "espectáculo" (porque para eso tengo el otro blog). Y dos, que trate de lo que trate el mensaje, inevitablemente acabo hablando de sexo. No hace falta ser Freud para saber por qué.

(Sexo ¡Solo me faltan dos personas para hacer un trio!)

Así que, en un acto increiblemente egomaniaco y suicida, que se merece que las visitas caigan a mínimos históricos (o quizás lo contrario, ya sabemos por la prensa rosa que estas cosas venden y mucho), voy a hablar directamente de sexo. Concretamente de mi propia vida sexual, ese gran chiste. Muy poco en serio, como ustedes comprenderán, ni tampoco con demasiados detalles porque el sexo es, en mi caso, cosa de dos y el resto de implicadas no están aquí para dar su opinión. Pero lo suficiente como para lanzarles al final del mensaje un pequeño desafio, con premio incluido.

Mi vida, en general, se puede clasificar en "antes de mi novia" y "después de mi novia". Porque solo he tenido una, como ya he comentado en alguna ocasión, y ya puedo darme con un gran canto en los dientes. Resumiendo: chico conoce chica (o más bien al revés, puesto que ella dio el primer paso), chico y chica se hacen amigos íntimos, deciden pasar a algo más y un día llega "el momento".

Antes que nada tendría que ponerles en antecedentes. Como buen inadaptado traumatizado y neurótico, antes de mi novia (esto es, antes de llegar a la universidad) no hubo nada. Nada de nada. Me gustaron ciertas chicas (en el instituto era muy enamoradizo), pero jamás me hiceron ni caso. Así que no hubo citas, ni paseos agarrados de la mano, ni conversaciones íntimas, ni un mal beso. Nada. Llegué virgen e impoluto (y bastante pardillo) a la facultad, así que mi ex fue un regalo del cielo. Algún ente superior se apiadó de mi y me la mandó para que dejara de quejarme de una vez. Por lo tanto, cuando llegó "el momento" estaba poco menos que acojonado. Aterrorizado, más bien. Con la cabeza llena de imágenes de películas porno y convencionales, historias contadas entre amigos y clases de sexualidad de instituto, aquello solo podía terminar en desastre. He de admitir que lo fue.

Por cierto, que ella también era virgen. Sí, no sean maliciosos, LO ERA. Doy fe. Y no me tiren de la lengua. Así que después de un prolegómeno especialmente largo... a ver... como lo diría... este... ejem... bueno, en fin, siendo un poco crudos... que no entraba. De ninguna manera. Absolutamente bochornoso. Y nosotros, claro, nerviosísimos y tratando de quedar bien el uno con el otro. En aquellos momentos sentí profundos deseos de desmembrar a todos aquellos que me habían hablado de lo "maravillosa" y "especial" que era la primera vez. Y una mierda. Más bien pienso que es una leyenda urbana que se transmite de generación en generación para evitar admitir el ridículo que se hace en esas ocasiones. Así que digamos que mi primera impresión sobre el tema no fue precisamente "buena".

Las siguientes ocasiones (la segunda fue a la mañana siguiente) la cosa fue mejorando pero no fue para tirar cohetes, ni mucho menos. Al menos gracias a mi confesa afición por el sexo oral uno de los dos disfrutaba. Y no era yo, claro, pero esas cosas solo las cuento en detalle en la intimidad de un café o en un bar a altas horas de la madrugada. En fin, estoy divagando. El caso es que el tema no duró mucho tiempo. Tras unos meses de relación nos separamos y ahí me quedé yo, casi igual de pardillo que antes y habiendo probado la fruta prohibida (que poético me ha quedado eso...). O sea, más caliente que una estufa (esto ya no es tan poético...). Durante los meses siguientes fui más atrevido de lo que había sido nunca (lo que hace el hambre, ¿eh?) pero sin resultado ninguno. Al asno le sonó la flauta una vez pero era evidente que no había aprendido música.

Pasaron cuatro años y medio de total y absoluta nada (otra vez). Ya ni siquiera me da vergüenza admitirlo, aunque conozco a más de uno que se cortaría un brazo antes de confesar algo así. Por aquel entonces yo vivía en Madrid y era, como ya dije en el mensaje anterior, un absoluto adicto a los chats. Concretamente a los canales de sexo (obvio, ¿no?). No porque me dedicara a mandar mensajes tipo "semental de 24 años con pollón de 30 cm. busca sexo discreto con casadas", aunque en algún momento me lo llegué a plantear (lo del sexo con casadas no, joder, lo de mandar mensajes). Cualquiera que haya frecuentado alguna vez esos salones de chat sabrá que allí se suele hablar de cualquier cosa menos precisamente de eso. Así que si entraba era porque nos lo pasábamos en grande poniendo a parir a los que se lo tomaban en serio. No es para sentirse orgulloso, lo se, pero al menos hice un buen grupo de amigos. Todos igual de cabrones e inadaptados.

Una de las chicas de ese grupo vino a Madrid y se alojó en mi casa. Y sí, es lo que ustedes piensan, nos acostamos. Pero he de recordarles que llevaba cuatro años y medio de "amor propio" y se daba la circunstancia de que ella, además de más experimentada, era mucho más abierta en el tema que yo. Así que la cosa solo podía terminar en otro desastre. En cierta manera, lo fue. Es decir, por muy mal que fuera a mi me parecería increible (y vaya si me lo pareció), pero era como meter en un mismo equipo a un Ronaldinho y a un jugador de regional preferente. Descoordinación total. Ella intentaba que me relajara, que me soltara, que me atreviera a cosas distintas, pero, por poner otra comparación chorra, ella ya tenía una licenciatura y yo todavía no tenía el graduado escolar. Nos volveriamos a acostar otra vez, un tiempo después, pero por circunstancias que no vienen al caso fue bastante más "rutinario".

Así que ahí me volví a quedar yo, un poquito menos pardillo que antes (a palos se aprende) pero solo en una ciudad jodidamente grande. Si hubiera estado todavía en la universidad quizás las cosas hubieran sido distintas, pero me movía en un entorno muy cerrado que me dejaba pocas oportunidades. Tuve una que por cobarde dejé pasar y de la que jamás me arrepentiré lo suficiente. Una noche salimos de marcha la plantilla de mi primer trabajo y al hacerse tarde una de mis compañeras, que me molaba (y creo que ella lo sabía), me ofreció pasar la noche en su casa debido a lo lejos que estaba la mia. A la mañana siguiente se marchaba y no la volvería a ver. Y ahí estabamos, hablando en el salón de su piso, ella en pijama y yo al lado sin saber que hacer. ¡Y no hice nada! ¡¡Nada!! Me lo puso en bandeja y no supe como reaccionar. ¿Se puede ser más capullo? Pueden abuchearme y darme collejas, me lo merezco.

Aparte de un breve rollo de una tarde con otra chica que conocí por internet (que quieren que les diga, es el paraiso de los tímidos) que acabó solo en cuatro besos, he vuelto a la más completa y absoluta nada. De Madrid a Alicante y tiro porque me toca. En un principio volví a frecuentar los chats, pero la era de Terra había acabado y el Hispano... en fin, que no era lo mismo. Así que me rendí. O hacía esto como todo el mundo o no aprendería nunca.

Pues bien, no he aprendido.

Pongámonos en situación. Un tio de 26 años, extremadamente tímido, sin amigos, con trabajo y emancipado, escasa experiencia sexual y físicamente normalucho. ¿Cómo podría volver a tener sexo? Pues bien, este es el desafio que les lanzo. Ya que parece que por mi mismo poco o nada voy a conseguir, quiero que me manden sugerencias. Listo Entertainment, del blog La cinefilia ya tuvo la amabilidad de pasarme un enlace a una página sobre técnicas de ligue, motivo por el cual se me ocurrió escribir este mensaje. Muchas veces me han dicho que deje de autocompadecerme y pida ayuda, así que es lo que estoy haciendo. Ya que los profesionales no quieren dármela (se lo comenté a mi terapeuta una vez y la muy #### se rió de mi) se la pido a ustedes. Oriéntenme, iluminenme, guienme por el tortuoso sendero de la seducción (o del polvo rápido en el baño, es igual).

Pero como buen desafío, no va a ser sencillo. Todo consejo tiene que cumplir estas tres reglas:

(Cerveza. ¡Patrocinando con orgullo el
sexo ocasional desde 1858!)

1. SIN ALCOHOL. Soy un abstemio radical y por muy desesperado que esté no pienso rebajarme a consumir una sustancia que detesto solo para salir de mi situación. Además, no recuerdo que ninguna de mis borracheras pasadas me quitara la timidez. Me soltaron la lengua, eso es cierto, pero la idea de acercarme a una mujer seguía aterrorizándome tanto o más que estando sobrio. Podría considerar otras sustancias, eso sí.

(El software es como el sexo; es mejor
cuando es gratis)

2. GRATIS. Puede sonar a perogrullada, pero cada vez que saco el tema a colación alguien me recomienda irme de putas. Y esa tampoco es la solución. El hecho de caer tan bajo como para pagar por un poquito de atención haría que sintiera más vergüenza que placer. Eso sin contar con el hecho de que quizás contribuyera sin saberlo a la explotación de una mujer cuya única ambición en la vida era salir de la pobreza y que ahora vive como una esclava. Ni siquiera podría mirarle a la cara.

(¡¡Sexo!! Ahora que nos prestan atención, coman en Subway)

3. SIN LLAMAR MUCHO LA ATENCIÓN. Les recuerdo que soy un tímido casi patológico, bordeando a veces la fobia social, y la simple idea de "entrar" a alguien me provoca absoluto terror. Nada de corte o vergüenza, no, en esos momentos el estómago se me revuelve y las piernas se vuelven flanes. Evidentemente ALGO tendré que hacer, pero que no suponga exponerme a una situación de la que pueda salir humillado y que me haga desear encerrarme en mi habitación hasta que el Albacete F.C. gane la liga. O sea, en siglos.

Me da igual si son drogas inteligentes, que me consigan una cita a ciegas o una lista completa de frases impactantes para entrar a alguien en un pub. Estoy abierto a cualquier sugerencia. Y ofrezco recompensa. Se que la mayoría de ustedes se encuentran lejos de la Costa Blanca, pero en el hipotético caso de que alguien se pasara por aquí que sepa que está invitado desde ya a una copa. A dormir incluso si necesitan alojamiento temporal. Solo por entrar aquí a leer mis estupideces, se lo merecen. Pero para los que no tienen previsto viajar hasta aquí este verano, que sepan que tengo una burrada de invitaciones de GMAIL que no se que hacer con ellas. Así que si alguien todavía no tiene una cuenta, que me escriba un correo a la dirección que aparece en mi perfil y le envio una. No es mucho (más bien poco), pero es todo lo que tengo que ofrecer por el momento. Cuando sea rico y famoso (ja!) ya pensaré otras formas más jugosas de agasajar a mis lectores.

Pueden desde este momento mandar sus sugerencias o dejar de leerme por lo absolutamente estúpido que se ha vuelto este blog de un tiempo a esta parte. Lo comprenderé. Mientras, les mantendré informados de mis progresos.

Si es que los hay...