En lo más crudo del crudo verano...

Qué poco han cambiado las cosas en los últimos 100 años...

1 de agosto... Joder, medio verano aún por delante, a veces me da la impresión de que no se va a acabar nunca. La segunda oleada de turistas se marcha ahora y llega la tercera, posiblemente la más grande de todas. Cientos y cientos de personas con los mismos conceptos prefabricados de la marcha y la diversión en la cabeza, sin importar la nacionalidad (la estupidez es universal), esparciéndose por la ciudad y la playa como langostas en un campo de cultivo, arrasando todo a su paso.

Todos hemos oido esa frase machacona de "el bienestar de la mayoría debe prevalecer sobre el de la minoría". Queda muy bonita dicha en una película de Star Trek, hasta que te encuentras en una situación en el que tú eres la minoría y por tanto sabes que vas a acabar jodido. No todos son héroes, no todos son capaces de sacrificarse por el bien de los demás. Como esa genial escena de "Los Ultimates (vol 2)" en la que **pedazo de spoiler** la viuda negra ya estaba dándole las gracias a Tony Stark por llevarse esa bomba y morir por la humanidad (y por el polvo que echaron en el baño antes de la batalla) cuando este le responde "¿Sacrificarme? Ni de coña. Le voy a decir a Thor que mande esto lo más lejos posible..." **fin del pedazo de spoiler**

Cuando llega el verano, todos aquellos que no estamos de vacaciones nos convertimos en una inmensa minoría sirviendo a una pequeña mayoría. Entiendo que en esta época, y más ahora con el cambio climático, el calor hace muy difícil el trabajo y aún más el estudio, por lo que es lógico y lícito que la gente escoja estas fechas para huir de las grandes ciudades hacia climas más propicios. Lo que yo no encuentro lógico es que el país, en cierta medida, se paralice. Siendo como somos un país de turismo es normal que la economía se vuelque en satisfacer las necesidades de quienes nos van a proporcionar unos jugosos ingresos, pero lo que no es tan normal es que se olviden completamente la de los demás. Vivir en verano siendo un trabajador del sector servicios (como lo era antes) o en paro (como lo estoy ahora) puede llegar a ser un auténtico calvario. Las tiendas cierran de forma más o menos aleatoria, obligándote a veces a desplazarte hasta la otra punta de la ciudad para comprar algo que ni siquiera merece la pena el esfuerzo. La programación de televisión se rebaja a unos niveles en los que hasta los Teletubbies parecen unos putos catedráticos de filosofía. Los precios se encarecen de forma exagerada y desvergonzada, lo cual puede ocasionar que tengas que desplazarte aún más lejos para comprar lo que necesitas a un precio decente. Los actos culturales mutan en conciertos de todo tipo (jazz si tienes mucha suerte, pachangueo en el resto de los casos) y festivales cuyas entradas no están al alcance de todos...

Y por supuesto está la gente. Sí, claro, no todo el mundo se puede permitir veranear en una islita de Hawaii, pero no entiendo como puede alguien soportar compartir su espacio vital con otros cientos de personas durante tanto tiempo. Las playas se abarrotan, los chiringuitos se abarrotan, las heladerías se abarrotan, el paseo marítimo se abarrota, las discotecas se abarrotan. Habrá quien piense que eso te facilita cosas como, por ejemplo, ligar, pero eso son leyendas urbanas. Mitos que alimentan los propios empresarios para atraer a la gente a sus locales. Después de 6 años en Alicante he comprobado con mis propios ojos que un sector importante de los estudiantes extranjeros (aplicable también a los turistas), solo tiene relaciones con otros extranjeros, preferentemente de su misma nacionalidad si es posible. Tiene que ser muy triste desplazarte a 1500 km. de distancia para poder follarte a una compatriota (aunque supongo que para algunos de eso depende toda su vida sexual...).

¿Quereis saber un secreto? Los que vivimos en enclaves turísticos llegamos a odiar a los mismos que nos dan de comer. Sí, bueno, el empresario que se forra en verano y el camarero que se acuesta con una distinta cada fin de semana en estas fechas seguro que opinan lo contrario, pero los demás simplemente no los soportamos. Nadie se atreve a afirmarlo en voz alta, pero es difícil de ocultar: los despreciamos, los aborrecemos. Se comportan como una masa de borregos, con las mismas actitudes, las mismas gilipolleces, el mismo mal gusto, la misma falta de vergüenza. Parece que hay gente que cuando está de vacaciones se olvide el cerebro en casa. Gritan, rompen, ensucian... dan un par de pasos hacia atrás en la escala evolutiva y nosotros tenemos que soportarlos. No me extraña que los restos de homínidos más antiguos se estén encontrando en la península: yo he conocido a algunos de sus familiares.

Estoy deseando que se acabe todo. Que llegue septiembre, ese mes tan anodino que a veces no parece existir, sino que flota como un limbo en medio de las corrientes del tiempo. Y que tras los exámenes lleguen de nuevo las clases, desaparezca todo rastro de turismo y esta ciudad vuelva a recuperara su pulso incierto de capital sin glamour y sin sueños...