De aniversarios y otras coincidencias

Quiero esta tarta para mis celebraciones...

Una vez el juego se ha puesto en marcha, y habiendo recuperado las ganas de escribir, la vida sigue. El tiempo transcurre lento e inexorable, y hete aquí que sin comerlo ni beberlo me he plantado en mi tercer aniversario. Sin embargo no va a haber celebraciones, ni fiestas, ni siquiera tartas (aunque la de arriba sería muy oportuna), ni mucho menos regalos, porque lo que conmemoro en estos días (ya que no recuerdo la fecha exacta) son los años que llevo sin tener relaciones sexuales.

Más de una persona me ha dicho que estos aniversarios son una estupidez. Ni que decir tiene que quienes opinan así practican el sexo con frecuencia (aunque en un pasado también celebraran aniversarios; la memoria es muy selectiva cuando disfrutamos). Sin embargo cuando se tiene una no-vida sexual como la mía es muy dificil olvidar estas cosas y las celebraciones se convierten en un ejercicio de sana autocrítica. A fin de cuentas, y a estas alturas de esa supuesta modernidad que sigo sin ver por ninguna parte, hay muchos tios que se cortarían un brazo antes que admitir algo así. El sexo no solo sigue estando muy sobrevalorado sino que continúa representando un factor de éxito social y personal. De hecho, la liberación sexual de la mujer no solo no ha contribuido a la normalización del tema sino que ahora son algunas de ellas las que cuentan sus conquistas como piezas de caza (cuánto daño está haciendo "Sexo en Nueva York"...).

Si bien es posible que se esté dejando atrás en cierta medida el mito peliculero de las muescas en el cabecero de la cama o en el cinturón, lo que sigue muy vigente es todo lo contrario: el fracaso, la ausencia, la falta de. La principal razón de que celebre estos aniversarios es porque inevitablemente tarde o temprano, amigo o desconocido, por curiosidad o por una encuesta, alguien te pregunta: "¿Cuánto hace que no echas un polvo?". El sexo, panacea medicinal y fuente de la eterna juventud sin el cual estamos perdidos. Y ahí estoy yo, con las cifras en la mano, para escandalizar a el o la gilipollas bien follado/a que piensa que la vida es de color de rosa y que puede arreglar mis problemas con una frase tópica, estereotípica y muy manida. Pues sí, llevo tres años sin echar un polvo porque además de creer en la intimidad (algo incompatible con el sexo de pago) resulta que tengo un complejo de inferioridad del tamaño de Australia y tan poca autoestima que haría falta un microscopio electrónico para encontrarla. ¿Acaso soy menos persona por no follar? Hay algunos que opinan que sí. En mis correrias como chateador me he encontrado muchos tios entre 22 y 28 años que aún no habían perdido la virginidad y se sentían poco menos que monstruos de feria. Marginados y despreciados por una sociedad que se miente a sí misma, en la que todos deben tener su parte del pastel y nadie quiere ofrecerla.

No espero que nadie comparta estas opiniones. De hecho se que alguien se sentirá ofendido, pero es casi inevitable. Porque el sexo, para mí, es otra cosa. Es decir, por supuesto que me gustaría echar un polvo. No olvidemos que soy un ejemplar humano macho de 26 años, sano, con los testículos en perfecto funcionamiento y en plena edad de procreación, por lo que el impulso sexual es algo ineludible. Si veo una hembra sexualmente interesante me excito, como todos los machos a los que les interesan las hembras, por muy racional y frio que quiera presentarme a veces. Pero cuando uno escapa voluntaria o involuntariamente a las convenciones sociales adquiere una perspectiva diferente de las cosas, no mejor ni peor, sino simplemente distinta. De eso va este blog. Y para mí la unión sexual representa algo más, mucho más... pero eso no es algo que vaya a discutir aquí. Este no es lugar para hablar de sentimientos, porque para eso tengo una página personal y allí es donde va a seguir toda esta parrafada. No me gusta hacer promoción de "Una tarde de lluvia", pero cada cosa debe ir en su sitio.


P.S. Corramos un estúpido velo y pasemos a cosas más mundanas. Estoy reestructurando la sección de enlaces a blogs, por lo que si alguien piensa que le he olvidado y quiere que le incluya (aunque no se para qué, si aquí entramos los cuatro gatos de siempre), o que le excluya, o que le ponga en una categoría distinta, está a tiempo de decírmelo. Aún pasaré varios días barajando los enlaces, creando y borrando categorías, y añadiendo los que me faltan. Es lo que tiene poseer una personalidad endeble y ser tan inseguro.

Más cosas. Ayer descubrí que el nuestro no es el único divertimento literario que está circulando estos dias por la blogosfera. El señor Bito, del blog Con barro en los zapatos, propuso a sus conocidos hace pocos dias un juego que consiste en que cada participante escriba una versión distinta de un mismo mensaje, que debe girar en torno a las palabras "tarro" y "cenizas". Os invito a seguir el enlace y leer su propia concepción del mismo, un maravilloso ejercicio de realismo mágico que deja mi cyberpunk en pañales.

Por último, aunque se que nuestro juego no deja de ser una pequeña tontería con la que entretenernos durante el verano, estoy considerando seriamente la posibilidad de adquirir una licencia Creative Commons para nuestros relatos. Para los que no las conozcan, pasaros por la página oficial en español y echarle un vistazo a los distintos tipos de licencias que se pueden aplicar. No es que ninguno de nosotros vaya a ganar un premio Nobel con esto, pero ¿verdad que a nadie le haría gracia descubrir que parte del texto, o la idea de la historia, se ha plagiado en un libro que se haya puesto a la venta? Espero vuestras opiniones...