31 de mayo de 2006

Instinto



La única pequeña ventaja y, a su vez, enorme inconveniente de estar consumido por la ansiedad es que dejas de ser un animal racional. En realidad, si se piensa, ahí está la clave del problema: si durante estos periodos pudieramos pensar por nosotros mismos seríamos capaces de entender lo que nos está pasando, identificar las causas y ponerle remedio.

Sin embargo, lo primero que sucede cuando la ansiedad crece es que bloquea cualquier tipo de pensamiento crítico. Como un virus, se va apoderando rápidamente de toda tu mente hasta que te tiene dominado por completo. De esa manera acabas actuando solamente frente a tus instintos: el hambre, el miedo, la necesidad, el dolor.

Afirmo que esto puede ser una pequeña ventaja porque a veces viene bien dejar de lado todos esos pensamientos y preocupaciones que marcan nuestro día a día para preocuparse única y exclusivamente de uno mismo. No son las circunstancias más apropiadas, qúe duda cabe, pero al menos te aporta un punto de vista del que normalmente careces.

El tiempo, que siempre me afecta más de lo que creo, y una serie de pequeños problemas personales (de los que tiene todo el mundo, en eso no soy especial) son sin ninguna duda los factores que me han empujado a estos últimos días de degradación física y psicológica. Nada alarmante, desde luego, porque el trabajo consigue que me olvide de mí mismo durante al menos unas cuantas horas al día. He estado peor. Pero al menos estoy aprovechando para poner en perspectiva mi vida con respecto a lo que soy y lo que quisiera ser. Y no me ha gustado lo que he visto.

Algo falla.

Creí que abandonándome a una vida de puro instinto animal (comer, dormir, leer cómics, fumar, ver series, hacerme pajas, volver a comer, dormir aún más) podría relajarme y salir del agujero. Pero entonces es cuando me he dado cuenta de que esto ya no me satisface, que necesito otra cosa. Por supuesto todavía no sé exactamente qué. Las rutinas que he mantenido hasta ahora hace tiempo que se me hicieron pesadas y sin sentido; el trabajo, por el que debería dar gracias todas las mañanas a HUGH por haberlo conseguido, se me antoja increiblemente estúpido; a veces tampoco le encuentro ya sentido a seguir viviendo en El Nido por mi cuenta, ni siquiera si lo hiciera solo (cosa que por el momento no me puedo permitir); incluso en ocasiones me doy cuenta de que mantengo mis aficiones frikis más por adicción que por placer. Lo dicho, algo falla.

La solución es obvia: cambiar de vida. Ahora la cuestión es qué camino tomar. Las opciones posibles son infinitas, las reales bastantes menos. Y la lluvia, recordándome a esa última relación que tuve y que al final no pudo ser, se rie de mí insinuando que quizás el problema es que nunca estaré a gusto en ninguna parte...

2 comentarios:

Angie dijo...

... hasta que no te sientas bien contigo mismo. Y hasta aqui puedo leer.

Mil besos mi niño!

vitalidad dijo...

Vas por delante del resto, míralo así. Tú sabes que algo no funciona, los demás nos dejamos llevar.