20 de enero de 2005

"Me sentó mal el bocata"

El noticiario de cierta televisión privada (ahora mismo ni siquiera recuerdo cual) ha estado emitiendo una serie de reportajes sobre los problemas que existen actualmente en los colegios e institutos (que en la LOGSE muchas veces son lo mismo). Sin querer meterme en la calidad o veracidad de los mismos ni tampoco en la seriedad con la que trataron el tema, hubo de entre todos los testimonios aparecidos uno que merece ser guardado y enmarcado para la posteridad: un chaval, seguramente no tendría más de 14 años, ante las persistentes preguntas de la reportera (que seguramente acosó a todos los alumnos hasta que uno picó el anzuelo), afirma que "le obligan a fumar porros".

Cuando oí esas palabras, me imaginé la siguiente escena: es la hora del recreo y un grupo de chavales de 16 años deciden que quieren drogar a uno de sus compañeros, porque sí, por echarse unas risas; asi que eligen a una victima cualquiera, la inmovilizan y le ponen el porro en la boca sin que se les desarme entero (para lo cual debería ser un porro muy bien liado y, reconozcámoslo, si fumando con tranquilidad ya resulta dificil que no se estropee al menos la boquilla, mucho más debe serlo en medio de un forcejeo). Por último, le tapan la nariz para que aspire y supongo que después le cerrarán la boca para que se trague el aire. Y todo esto, sin que algún profesor se entere.

Cuando vi este reportaje me acordé inmediatamente de un monólogo de Agustín Jimenez (el humorista que trabaja ahora en "Splunge", con Florentino Fernandez). Trataba sobre la infancia y al principio decía:

"¿Os acordais de aquellas historias sobre el hombre que regalaba drogas a los niños a las puertas de los colegios? ¿Si? ¿¿Os las regalaba?? ¡¡Joder, pues a mi me las cobraba!!"

La cuestión principal es si somos tan sumamente cínicos como parece o simplemente al alcanzar la paternidad nos volvemos tontos de remate. La problemática de la educación es muy seria, porque el sistema hace aguas por todas partes, faltan muchas inversiones y el tema del acoso escolar se ha cobrado incluso víctimas, así que me parece que va siendo hora de que llamemos a las cosas por su nombre: los chavales se drogan, los adultos se drogan, y los que denuncian a los demás también se drogan. Y lo hacen porque quieren y porque les gusta.

A estas alturas de la película no podemos creernos cosas como que "mis compañeros me obligan a fumarme porros", "me pusieron algo en el cubata", "me sentó mal la cena" o, cambiando de tercio, "se nos pinchó el condón". Podría aceptar que en este mundol en el que lo que importa es la fachada, hubieramos hecho un gigantesco pacto de silencio: "tu no cuentas lo que tomo y yo no cuento lo que tomas". También podría aceptar muestras de increible ingenuidad, como las del gobierno de turno y sus anuncios anti-droga (¿habeis visto el último? ¿el de "que se dice" "gracias"? ¿que es eso que le da, una papela? ¿El crio se pincha? ¿O resulta que es farlopa? ¿¿le han regalado una papela de farlopa?? ¡Eso son amigos y no lo que tengo yo!). Pero no, el auténtico problema es que nos gusta mirar a otro lado o asumir que nuestros hijos/hermanos/amigos son demasiado buenos para tomar drogas por ellos mismos, o dejar preñada a su novia a los 16, o atropellar a alguien con la moto, y por eso nadie se molesta en hablar del tema sin hipocresía ni moralismos. O quizás suponemos que en el colegio ya les enseñarán lo que es la vida, cuando los profesores bastante tienen con evitar a diario que los agredan. O asumimos que todo es culpa de los amigos, lo cual significaría que nuestros hijos/hermanos/amigos son unos pusilánimes sin personalidad ni iniciativa. Y mientras el progenitor/pariente/amigo puede que se tome 10 cañas diarias tan solo en el aperitivo, obligue a la pareja a tomar la píldora porque "no le gusta el condón" o que conduzca por la M-30 como si estuviera en un rally. Porque claro, ellos "controlan".

Así nos va.

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