24 de enero de 2005

Ciencia ficción

La gente normal suele tener sueños eróticos de diversa índole. Yo no. Mis sueños son románticos.

No espero que me crea nadie. De hecho yo tampoce me lo creería si otro me lo dijera. Pero hay que tener en cuenta que yo no soy "gente normal". Así que mis sueños suelen ser algo así:

Me encuentro en algún punto indeterminado de una ciudad desconocida. A veces estoy en un parque, otras en un edificio o paseando por la calle. Invariablemente, tengo alrededor de 19 años. Suelo estar solo, aunque en algunas ocasiones me acompaña más gente. No parece que esté haciendo nada en particular, cuando me encuentro con ella. Es una chica de mi edad, unas veces rubia y otras morena, igual de alta que yo. Y le gusto. Lo más importante es que le gusto, que ella me gusta, y que los dos lo sabemos. Nos miramos mucho, parece que estamos esperando algo. En algún momento nos encontramos y nos miramos, nos besamos, nos abrazamos. Todo tiene un aire de solemnidad e intimidad, como si algo nos preocupase. Pero cuando estamos juntos todo lo demás deja de importarnos.

Mi sueño suele acabar ahí y yo me despierto triste y con el corazón palpitando. Son sueños absolutamente maravillosos, pero cuando acaban soy consciente de que en ese cuarto, en esa cama, en esa vida, solo estoy yo.

Cada cual sueña con lo que no tiene. Para mi enamorarme se me antoja más fantástico que viajar a la luna.

1 comentario:

(A) dijo...

Yo, que podría ser cualquiera, también tuve un sueño muy parecido unas cuantas veces.
Me gusta comentar lo que he soñado y no me da reparo confesar a las víctimas un sueño erótico o un asesinato, pero esos que describes nunca los cuento...
De todas formas no hay víctima, porque no existe.

(No sé cómo llegué a este lugar ni tiempo, 2005)