21 de enero de 2005

¡Esto es Hollywood!

No quisiera desaprovechar la ocasión de enviar mi más sincera enhorabuena a Antena3 y a Tele5 por sus series de producción propia. Han conseguido en esta temporada lo que el cine español lleva tanto tiempo buscando: igualar las producciones de Hollywood.

O al menos, sus guiones. Si al otro lado del charco sufren una evidente y cada vez más acentuada crisis de guionistas (para deleite de los aficionados a los cómics, ya que pronto habrá una versión cinematográfica de todo lo publicado hasta la fecha), aquí parece que ya no se molestan ni en pensar: tramas ridículas, diálogos absurdos, clichés y estereotipos en cantidades industriales, uso y abuso de la "tensión sexual no resuelta"... No sentía tanta vergüenza ajena desde que mis amigos me obligaron a ver American Pie 3. Especialmente con dos de las series estrella: Un paso adelante y Los Serrano.

UPA ha pasado en poco tiempo de ser una pésima imitación de Fama a convertirse en una comedia de "destape". Porque, vamos a ver: ¿hay alguna compañera de clase con la que el "Tito Rober" no se haya acostado? ¿hay alguna profesora con la que Horacio no se haya acostado? y sobre todo ¿hay alguna mujer en la serie con la que Juan no se haya intentado acostar? Lamentablemente los nuevos capítulos parecen haber perdido uno de sus mayores alicientes: los desnudos "fortuitos". Sí, esos extras (casi siempre mujeres) que en las escenas de vestuario de la primera temporada enseñaban más de lo que estipulaba el contrato por culpa de un encuadre demasiado abierto o una toalla que se caia, y que posteriormente empezaron a desfilar sin ningún pudor en ropa interior, "top-less" o directamente desnudos mientras los protagonistas recitaban sus frases. Al principio achaqué esta ausencia a un ejercicio de autocensura por parte de la cadena, pero después comprendí que se trataba de que los actores principales no perdieran protagonismo. No hay más que darse cuenta del vestuario que lucen ultimamente en sus coreografias: colores chillones, posturas provocativas, ellos con el pecho descubierto, ellas siempre en bikini (aunque luego en la calle usen abrigo y bufanda) y los profesores en ropa interior con cualquier excusa. Que también tienen derecho a lucirse, sobre todo las profesoras.

Y qué decir de Los Serrano. La marcha de Fran Perea ha dejado sin sentido la única trama que merece tal nombre dentro de la serie, trama que por otra parte ya se había echado a perder por el abuso de la misma en los últimos capítulos de la temporada anterior y que, a todas luces, sobraban. Así que, a falta de que algunos de los hijos menores alcancen la edad suficiente para crear otra "tensión sexual no resuelta" (algo que parecían estar forzando en el último episodio con ese súbito interés de Guille por ver mujeres desnudas), se dedican a explotar los clichés cómicos de los personajes para crear situaciones que cada vez tienen menos gracia, por repetitivas y poco originales. De hecho no hace falta buscar mucho para encontrar la fuente principal de la que beben los guionistas: una discusión entre el marido, que prefiere estar con los amigos, y la mujer, que quiere ir al ballet; un capítulo de miedo en Halloween; la hija pequeña sabionda que se enamora de un guaperas mayor que ella; el infarto del cabeza de familia; el romance entre los dos más veteranos de la serie; la independencia del hijo gamberro... Vamos, que solo nos falta que los pintemos de color mostaza y que Belén Rueda se haga un moño y se lo tiña de azul. Así cualquiera puede escribir una serie de éxito.

En fin, espero que pongan pronto la tercera temporada de "A dos metros bajo tierra". Y si no, siempre nos quedará el eMule.