21 de enero de 2005

Porque yo lo valgo

Estamos inmersos en las celebraciones del cuarto centenario de la publicación de la primera parte de El Quijote. Yo, que soy manchego de origen, debería sentirme orgulloso por el acontecimiento, pero es de recibo que en mi tierra este tipo de cosas nos suelen traer bastante al pairo; si vienen autoridades, se declara un día de fiesta o salimos en la televisión nacional, entonces celebramos lo que sea. Si no, las fechas especiales no van a mejorar la cosecha ni a poner los ladrillos en la obra. Pero no es esto de lo que quería hablar.

Recuerdo que hace un par de dias vi en un programa de "zapping" cómo Belén Esteban (la "tertuliana" o "famosa", como ustedes prefieran) casi es ejecutada publicamente por sus compañeros cuando declaró que El Quijote es un libro muy aburrido. Supongo que una buena parte de la audiencia le habrá perdonado la vida por su más bien escaso nivel académico y que ella misma confesara a posteriori que no se había leido la obra entera. Pues bien, yo que poseo una licenciatura de letras, que me gusta la lectura, que procuro tener siempre una novela en la mesilla de noche y que por supuesto sí me he leido El Quijote de cabo a rabo, debo declarar que, efectivamente, es un libro aburrido.

Existe en este pais una desagradable tendencia a aceptar como dogmas de fe la opinión de "los expertos", "las autoridades" o simplemente "los que entienden del tema". Dicha tendencia es comprensible en épocas precedentes en el que nivel de analfabetismo era muy elevado, pero definitivamente no ahora, a menos que asumamos que la educación recibida es muy deficiente. En un tiempo en el que el número de titulados universitarios supera con creces al de trabajadores cualificados, esta falta de espíritu crítico es realmente alarmante. Y no me entiendan mal, pienso que El Quijote es una obra maestra, pero eso no quita que sean dos gruesos volúmenes del siglo XVII escritos en un castellano arcaico y que, por tanto, pueda aburrir al más pintado. De hecho parece ser una tónica general de las "obras maestras", el ser extensas y difíciles de dirigir. Piensen en Cien años de soledad de Gabriel García Marquez, en la Iliada de Homero, en La divina comedia de Dante Alighieri, en el Ulises de James Joyce. He leido todas esas obras (excepto la última, ya que me regalaron la novela en versión original y aún no he podido pasar de la primera página) y tengo que admitir que me costó un considerable esfuerzo hacerlo. No hay que tener miedo a afirmarlo: por muy geniales que sean, resultan aburridos.

Lo que más me aterra es cómo nos llevan de la mano en estos temas y otros menos triviales. Si nos asusta cuestionar la idea general de que El Quijote es la mejor obra publicada jamás en castellano (algo en lo que estoy convencido que no todo el mundo está de acuerdo), ¿qué no conseguirán en cuanto a la política, la religión o el consumo? ¿Son nuestras opiniones y creencias realmente nuestras, o acaso nos estamos dejando llevar por los demás? Este caso me recuerda al enorme revuelo que se montó en los foros y páginas cinéfilas a propósito de la crítica del equipo de Dias de cine a la película Mar adentro. Hasta ese instante no se había oido ni una sola mala palabra sobre la cinta, que había sido precedida de una inusitada propaganda institucional (recordemos que al estreno asistió Zapatero en persona). Parecía como si diera miedo criticar un largometraje de un director de prestigio, con un actor premiado, que trata de un tema muy serio y que está avalado por el mismo gobierno. Sin embargo, la primera crítica dio paso a un millar más, unas más benévolas que otras, y a un intenso debate sobre la eutanasia como no había visto este pais jamás (debate en el que la gente parece haber perdido interés y del que no se ha obtenido ninguna conclusión, como era de preveer).

Serán los ecos de la dictadura, será el caracter del pais o será que somos menos libres de lo que creemos, pero aquí sigue habiendo mucho miedo a decir lo que pensamos.

1 comentario:

malaputa dijo...

Pues a mí me encantó "Cien años de soledad", y menos "La divina comedia" he leído todos los demás...
Eso sí, no trago "Baudolino".
Ya sabes, "pa" gustos...