28 de enero de 2005

¿Sí, quieres?

Me encanta, juro que me encanta toda la polémica que ha surgido a propósito de la pronta aprobación del matrimonio para personas del mismo sexo (a ver si nos dejamos ya de etiquetar a la gente por con quién se acuestan o pensando en quienes se masturban). De entre todas las gilipolleces que se han dicho, la mejor es sin duda la referida al significado de la palabra "matrimonio". Según la mayoría de intelectuales pseudo-progresistas, para poder aplicar ese término deberíamos cambiar la constitución o, como mínimo, el diccionario, así que sería mucho mejor que inventásemos un término nuevo o que utilizaramos "uniones gay" (Ya me imagino las tarjetas de los fotógrafos: "Bodas, bautizos, comuniones y uniones gay").

Veamos lo que dice la Constitución:

Título I

Artículo 32

1. El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.
2. La ley regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos
.

Vaya, pues aquí no leo por ninguna parte que el matrimonio sea una exclusividad de las parejas de distinto sexo. El párrafo primero dice bien claro que el hombre y la mujer pueden contraer matrimonio, no que los demás no puedan. Además, según el párrafo segundo, son las leyes la que deciden cómo son los matrimonios. ¿Que es lo que habría que cambiar, pues? Hombre, pues a mi se me ocurre una cosa:

1. Las personas tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.

Suena terrible, ¿verdad? Dejar de hacer distinciones entre sexos u orientaciones sexuales y ser todos iguales ante la ley, como personas. Que barbaridad, mejor ni pensarlo. Veamos que es lo que dice el DRAE sobre el tema:

matrimonio
(Del lat. matrimonium)
1. m. Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.
2. m. En el catolicismo, sacramento por el cual el hombre y la mujer se ligan perpetuamente con arreglo a las prescripciones de la Iglesia.
3. m. coloq. Marido y mujer. En este cuarto vive un matrimonio.
4. m. P. Rico p. us. Plato que se hace de arroz blanco y habichuelas guisadas
.


Aquí si que lo dicen bien claro, es la unión entre un hombre y una mujer. O sea, que a un nivel culto, no podemos utilizar dicha expresión para ninguna otra cosa. Vale, pero me parece que nos estamos olvidando de algo, que el diccionario de la Real Academia NO TIENE VALOR JURÍDICO. Para ese tipo de cosas existe el derecho civil. Es más, que los señores académicos pueden decir misa. La lengua NO les pertenece.



Vamos a dar una pequeña lección de lingüística. Cuando nos apeamos del arbol y comenzamos a formar comunidades, nos vimos en la necesidad de comunicarnos con nuestros vecinos (práctica con la que no comulgo, pero para eso soy un asocial). A base de gruñidos y gestos nos la pudimos apañar al principio, pero conforme nuestro cerebro se volvía más complejo, y nuestra sociedad también, tuvimos que poner nombre a las cosas y posteriormente crear una serie de estructuras lingüísticas que nos permitieran expresar conceptos más abstractos. Así surgieron las distintas lenguas.

Los idiomas, a priori, no existen. Una comunidad crea una estructura lingüística más o menos compleja con la que puede comunicarse, pero no tiene porqué estar firmemente estructurada y reglamentada desde un principio. De hecho no suelen estarlo, sino que existe una infinidad de variantes, según la localización o el estrato social, cada uno con su vocabulario diferenciado y sus particularidades gramaticales. Vamos, tened cojones a decirme que lo que hablan un jienense de campo y un oficinista salmantino es lo mismo. ¿Quien es el que llama Español a esas dos formas de hablar tan distintas? Pues el gobierno, que en determinado momento de la historia ve la necesidad de hacerse entender para poder someter a la población sin problemas, y se crean academias o instituciones que resuman, reglamenten y delimiten ese batiburrillo de idiomas y lo transformen en uno solo. No es por la necesidad de enseñarlo a los nuevos nacidos, pues lo van a aprender igual, sino sobre todo por cuestiones políticas: una nación no es una nación como dios manda si no tiene idioma propio. Además, todo gobierno necesita una burocracia, y cuanto más simple sea, mejor para todos (principio que olvidaron en algún momento del camino y ya no se han molestado en recuperar).

Así pues, ¿que cojones importa que la acepción del diccionario no contemple los nuevos matrimonios? Ese tocho (o esos dos tochitos, dependiendo de la edición que compres) está lleno de palabros que no se van a usar más, mientras que en la calle se utilizan a diario términos de los que los académicos seguramente ni han oido hablar. La lengua es nuestra y haremos con ella lo que nos venga en gana. De hecho ya hemos visto que la constitución le deja al gobierno que decida como van a ser las uniones de parejas, ¿no? Pues no se a que viene tanta polémica.

A nadie le sorprenderá que no crea en el matrimonio, al menos tal y como está planteado hoy día. Resulta curioso que la mayoría de universitarios afirmen con rotundidad que no se van a casar jamás, cuando resulta que hay más bodas que nunca. Pero también más divorcios. No es de extrañar, a mi se me ponen los pelos de punta cuando oigo los motivos por los que lo hacen:


  • Porque si no, no consiguen la hipoteca del piso
  • Porque a la chica le hace ilusión casarse de blanco (a pesar de que sea un signo de pureza y estando en tercero de carrera se folló a dos desconocidos en la misma noche)
  • Porque quieren vivir una boda "de verdad" (vamos, que cueste un pastón)
  • Porque la familia les presiona
  • Por amor

Esta última es la que más me cabrea de todas ¿por amor? ¿¿os vais a casar por amor?? Con razón la mayoría de parejas no llega a los dos años. Vamos a ver, almas cándidas: el amor SE ACABA. Es una descarga de sustancias químicas enviadas al cerebro que os alteran la percepción de la realidad. Y no todo va a ser siempre sexo, caricias y buen rollo. No señores, no, también hay que convivir, y pagar facturas, y ver a tu pareja recién levantada, y discutir de vez en cuando, y criar a un churumbel, o un perro, o una planta, o un tamagochi si la madurez no os llega para más. Unirte a alguien de por vida es algo muy, muy serio, que además tiene un montón de implicaciones jurídicas, legales y fiscales y no se puede tomar a broma por culpa de un subidón de dopamina y feniletilamina. Si quieres subidones pásate a las anfetas, y no te cases para luego dejar a un crio sin una familia estable, para descubrir que tu marido (o mujer, que las habrá) es un maltratador, o para montar un circo judicial a costa de ver quién se queda el piso. Que todavía está a medio pagar, porque para eso os casasteis, ¿no? Para tener piso propio.

A propósito, es bastante curiosa esta insistencia de las parejas de personas del mismo sexo por casarse. Ellos han visto desde fuera lo que está ocurriendo a los matrimonios y deberían de estar escarmentados, pero no, aun así quieren hacerlo ¿Por la igualdad de derechos? Pues eso es lo que se dice, pero el argumento que más veces he oido repetir es que sin el matrimonio, en caso de muerte de la pareja se quedarían sin una pensión. O sea, que todo es cuestión de pasta. ¿Veis? Ellos lo han entendido a la primera.

1 comentario:

malaputa dijo...

Pues está bien claro:

1. El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.

En ningún sitio dice que lo contraigan entre ellos...