Durante mi breve estancia en Brighton como Erasmus (demasiado breve, me deben media beca) me encontré por primera vez en mi vida con un montón de tiempo libre y ninguna televisión con la que idiotizarme en los ratos muertos. Para los que no lo sepan todavía, en el Reino Unido es obligatorio pagar una licencia para tener un aparato de televisión, pero ni mi compañero de habitación ni yo estábamos dispuestos a comprar esa licencia (ni tampoco queríamos arriesgarnos a que nos cayera una multa). Así pues, no me quedó más remedio que dedicarme a actividades tan subversivas como pasear, ir al cine, aprender a navegar por internet y, sobre todo, leer. La Universidad de Sussex posee una magnífica biblioteca (comparada con la de la universidad de Alicante, al menos) y gracias a ella pude leer títulos como la primera versión de Alicia en el pais de las maravillas (bastante diferente de la que conocemos) o un curioso libro llamado Surfing on the internet, del que tienen una reseña en esta web.
Fue gracias a este último libro, considerado un pionero en el tema, que me adentré en los secretos de internet y acabé enganchándome. He de advertir que el libro relata sus experiencias antes de 1995, el medioevo de la red, cuando la www todavía era un proyecto y la navegación se hacía a golpe de comandos de DOS (¿se acuerdan?). La autora, J. C. Hertz, nos narra su viaje iniciático desde sus larguísimas conexiones con los ordenadores de la universidad hasta que fue una internauta por derecho propio, a través de chats, MOD's, MOO's y páginas construidas con gráficos ASCII. Pero el apartado que más me llamó la atención fueron sus experiencias en Usenet, los grupos de noticias, un auténtico submundo dentro de la red relativamente poco conocido en este pais (ya que su uso se generalizó cuando la www estaba en todo su apogeo) a pesar de contar todavía con un elevado número de seguidores. Así fue como supe por primera vez de la guerra contra "el demonio púrpura".
Barney, el dinosaurio, es el protagonista de un programa infantil que lleva muchísimos años en antena, primero en EEUU y luego exportado a otros paises. Seguro que alguna vez lo han visto, aunque sea de refilón, en alguna película o teleserie americana. Aquí nunca hemos tenido que sufrir a este amorfo monigote de porexpán debido a nuestra obsesión por traducir o adaptar todos los productos para niños (¡gracias, Don Pimpón!), pero en los paises de habla inglesa son ya muchas las generaciones que han crecido con él. O que han sido traumatizados por él. Imagínense que Yupi, esa insoportable mutación alienígena de Espinete, tuviera el mismo coeficiente intelectual que un Teletubbie y encima llevara 20 años en antena. Que su filosofía se basara en el conformismo y el culto a su persona. Que fuera una estrella mediática y se vendieran sus productos por todas partes. Que apareciera en cualquier programa como artista invitado y los famosos se hicieran fotos con él. ¿No les entrarían ganas de matarlo? Pues eso le ocurrió a un grupo de universitarios a principios de los 90, quienes decidieron crear el grupo de noticias ALT.BARNEY.DINOSAUR.DIE.DIE.DIE.
Al principio este grupo era exclusivo de los detractores del dinosaurio, quienes a través de sus relatos crearon una imaginaria batalla a escala nacional por salvar a la población del lavado de cerebro al que estaban siendo sometidos. Desde cada estado, los miembros de la "organización" contaban los pormenores de las campañas que habían desarrollado, los adeptos a los que habían eliminado y las mentes que habían conseguido salvar. Sin embargo, y aquí está el meollo de la cuestión (lo reconozco, cada vez me enrollo más antes de ir al grano), al poco tiempo comenzaron a aparecer mensajes de activistas pro-Barney, los denominados "sponge-minions" (secuaces de esponja; lo de esponja va por el estado de sus cerebros), que narraban similares operaciones para atraer a la gente al "bando del amor" (sic). Lo que empezó siendo tan solo una pequeña broma de unos adolescentes muy hartos de un personaje infantil muy sobrevalorado, se convirtió en una auténtica guerra civil que en los últimos tiempos se ha autoasignado el rango de JIHAD y que tiene su propio juego de rol, en la que Barney es la máscara tras la que se esconde el demonio B'harne, quien trata de someter a la población reblandeciéndoles el cerebro.
La autora del libro aprovechaba este relato, al igual que quiero hacer yo, para reflexionar sobre la facilidad con la que se originan pequeñas guerras personales a propósito de cualquier tontería, y como esas guerras pueden llegar a transformarse con el tiempo en conflictos más serios. El hombre es guerrero por naturaleza, y en estos tiempos en que los conflictos se emiten en directo y parecen videojuegos, la gente busca cualquier otra excusa para enfrentarse entre sí. Se trazan metafóricas rayas en el suelo, y a partir de ese momento parece casi inevitable que cada uno escoja un bando y comience la batalla. El Madrid o el Barça; El PP o el PSOE; Marvel o DC; Telecinco o Antena 3; Movistar o Vodafone. Cierto es que siempre surgen alternativas, pero los que las escojen se ven enfrentados a los dos bandos principales al tiempo y su militancia se radicaliza aún más que las otras. El atleti, IU, Crossgen, las autonómicas, Amena... No importan los motivos, lo que importa es tratar de imponerse sobre los demás.
Todo aquel que haya leido Los viajes de Gulliver (versión íntegra o esa reducida que hacen leer en los institutos), seguramente se habrá reido o escandalizado por el absurdo conflicto sobre la forma de comer los huevos pasados por agua. Sin embargo, esa espléndida crítica a todas las guerras sigue siendo tan actual como en el momento de escribir la novela, pues cada día vemos nuevos ejemplos de enfrentamientos sin sentido que amenazan con llegar a extremos violentos. Los partidarios de Michael Jackson contra sus detractores. Los grupos pro-vida contra los que defienden la muerte digna. La derecha más reaccionaria contra la izquierda más radical. Los seguidores de un equipo de futbol contra los de su rival inmediato en la tabla. Blanco contra negro. ¿Dónde ha quedado el gris? ¿Dónde el debate, la reflexión, la autocrítica? ¿Acaso al votar a un partido tengo que aceptar todas sus opiniones? ¿Acaso nuestros ídolos no son seres humanos, que cometen errores o incluso delitos? ¿Quién nos dice que somos nosotros los que llevamos la razón, y no los demás?
Particularmente estoy a favor de retirar los símbolos de la dictadura. Pero creo que a muchos les hace falta recordar lo que significa una guerra entre hermanos, antes de que la historia se repita...
7 comentarios:
Felicidades por los 26.
El problema de este país, es que no se acompaña la permanencia de los monumentos con una buena enseñanza de la historia.
Gracias Ruina.
Por cierto malaputa, lo que ocurre en este pais es que sigue habiendo muchos absurdos rencores, por lo que nunca ha habido objetividad con la historia. Recuerdo que en el colegio, tal y como nos explicaron la guerra civil, parecía que los Nacionales eran los buenos de la película. Se sigue alimentando los odios de "las dos Españas", y habremos de pagarlo caro algún día...
Felicidades. por cierto has visto una peli que se llama "Piratas de Silicon Valley" y que cuenta el origen de Apple y microsoft?
Gracias Jackal. No, no la he visto. De hecho ni me acordaba que existía hasta que vi en un canal por cable un reportaje sobre Noah Wyle, el que hace del fundador de Apple. Dicen que el que interpreta a Bill Gates, lo borda. La pondré en caza y captura, ahora que he conseguido mi anterior objetivo, Human Nature
pues yo que quieres que te diga...me suena a panem et circenses, a polemicas vacias y estupidas para tener al personal distraido mientras nos la van endiñando...
pues yo no he visto el puto video en cuestion....donde lo puedo encontrar?
PD: JM+C te he mandado algo al gmail...
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