14 de febrero de 2005

Secretos virtuales

Considerese afortunado el que lea esto, pues voy a contar algo que absolutamente nadie más sabe (excepto los propios implicados):

He tenido experiencias homosexuales "a distancia"

Que ustedes dirán ¿qué? Y yo responderé, sí, a distancia. Y volverán a preguntar ¿y qué? A lo que yo contestaré, pues en realidad no debería pasar nada. Pero pasa, claro que pasa.

De mentalidad abierta forjada en un entorno conservador y curiosidad insaciable, jamás me han asustado las cuestiones relativas a los gustos y parafilias sexuales. Sin embargo una cosas son las palabras y otras los hechos. Asumámoslo: solo he tenido una relación sentimental en mi vida; solo he mantenido relaciones sexuales con dos mujeres (incluida la primera); solo me he besado con tres (incluidas las dos anteriores). Así que mi curriculum da un poco de risa. Pese a eso, o precisamente por eso, nunca he podido descartar del todo otras preferencias sexuales. Pero una fantasía es una fantasía y otra la realidad.

Cuando tenía 15 años decidí poner un anuncio en cierta revista infantil para tener amigos por correo. Experiencia que derivó en más traumas que alegrias, pero de la que conservo un cierto grato recuerdo. De entre todas las cartas recibidas, solo mantuve correspondencia regular con tres personas, dos chicas y un chico. Las misivas de las féminas fueron siempre bastante convencionales, pero el chico resultaba intrigante; afirmaba sin pudor que había mantenido varias relaciones sexuales y que incluso había participado en un trio junto a un amigo. Me lo podía creer o no, pero no dejaban de ser relatos morbosos y a los 16 vas siempre caliente.

Ocurrió que en una carta, que también podía creerme o no, este chico me explicó que habiendoles fallado a su amigo y a el su habitual partenaire sexual, decidieron "hacerlo" entre ellos. Ya que no se entraba en detalles desconozco que es lo que se daba a entender por "hacerlo", pero desde aquel día mi interlocutor postal demostró un súbito y un poco desmedido interés por el sexo con otros hombres. Y conmigo. Tras un par de historias subidas de tono más, inició una campaña de acoso y derribo para obtener palabras, fotos o incluso vello púbico (por favor, sin comentarios) que le demostraran mi interés por él. Eso, a pesar de que vivía en otro pais y las posibilidades de vernos eran practicamente inexistentes. No obstante le seguí el juego hasta cierto punto (a los 16 vas siempre caliente), pero un día me asusté y decidí cortar por lo sano. Solo recibí una carta más de él y la quemé. Entonces me dejó en paz.

Desde aquella experiencia, inocente y bastante estúpida, el morbo por el sexo con otros hombres ha permanecido siempre en un rincón de mi subconsciente. Muchos años después de que eso ocurriera, habiendo tenido ya mis primeros escarceos sexuales con el sexo opuesto y tras una larga época de sequía, me aficioné al "cibersexo". Y como en internet nada es imposible y todo es mentira, volví a mantener relaciones homosexuales a distancia. Cibersexo con otros hombres. Mamadas virtuales. Sexo anal por modem. Aunque en realidad todo consistiera en hacerse pajas delante del monitor del ordenador, no puedo escapar a las connotaciones que eso implica. Hay muchos "heteros" que jamás harían algo así, igual que hay muchos que hacen eso y mucho más a espaldas de sus parejas, conocidos y el mundo en general. Los armarios siguen estando bastante llenos.

La ambiguedad sexual me ha perseguido desde entonces. En este pais no se puede ser abierto de mente: o eres gay o eres hetero. La bisexualidad es una leyenda urbana. Por eso la gente da muchas cosas por hecho, tanto en una "acera" como en la de enfrente. El año pasado, una vez concluida mi aventura madrileña y mi adicción a los chats, tuve una experiencia cuanto menos curiosa, si no reveladora. Esperando en la universidad el autobús que me llevara de vuelta a casa, me llamaron la atención los ojos profundamente azules de un chico que también estaba esperando. El hecho de que fuera un chico y no una chica es simplemente irrelevante; lo que yo miré fueron sus ojos, su mirada cristalina y profunda, de esas que parecen atravesarte. Pero el por supuesto no lo vio así. Se puso a mi lado en el autobús (siempre voy de pie), y comenzó a restregarse discretamente, como si fuera un gato. Suena absurdo pero es la verdad: frotaba su brazo con el mio, su pierna con la mia, su pie con el mio. Era tan surrealista que al principio no me di cuenta de lo que ocurría, o no era capaz de asimilar la situación. Tras 10 minutos de frotado tuve que aceptar que era verdad, que estaba ocurriendo, que un tio no mal plantado (aunque un poco bajito) y unos ojos terriblemente azules me estaba tirando los tejos de la forma más estúpida posible. Desconozco si en el "ambiente" las cosas funcionan así, pero era completamente ridículo. Tanto, que no me atreví a decirle nada. En el fondo estaba halagado; era la primera persona en mucho tiempo que mostraba interés sexual hacia mí. Así que le dejé hacer hasta que llegué a mi parada, donde comprobé con no demasiado asombro que se bajaba y me seguía. Me lo estaba temiendo. En ese momento tendría que haberme girado y haberle dicho, igual que Kevin Spacey a Chris Cooper en las escenas finales de American Beauty, "perdone, pero creo que se equivoca". No lo hice y tomé la opción más fácil: ignorarle y seguir mi camino hasta que se diera por aludido. Soy un cobarde, lo se.

La cuestión es que el día que ocurrió eso me encontraba terriblemente deprimido (para variar...) por algún motivo sin demasiado relevancia y que ya he olvidado. Si no hubiera estado tan jodido, igual hasta me hubiera acostado con el. ¿Cuantas veces en tu vida un tio se te restriega para pedirte favores sexuales? A los 26 y sin vida sexual también vas siempre caliente. De todas formas es muy facil sacar conclusiones a posteriori o con la distancia. Ayer mismo en un chat otro chico me lanzó continuas indirectas para tener un encuentro (en principio, solo para ir de marcha) en una supuesta futura visita suya a Alicante. Otro hetero en el armario. Intenté dejarle las cosas claras, pero o le seguía el juego o directamente le mandaba a la mierda. Tendría que haber hecho lo segundo (soy un cobarde, lo se). Apenas comenté que había tenido cibersexo con hombres, y de repente un tio que no me conoce de nada y al que no conozco de nada pretende acostarse conmigo. Parece que los heteros en el armario se sienten más comodos con los de su propia especie; dudo mucho que ninguno pudiera aguantar a una "loca" o un "oso".

Ahora la cuestión principal, es ¿soy gay? Y la respuesta es, JAMÁS. Ojo, no estoy diciendo que no pueda acostarme con hombres en un momento dado. De hecho, no estoy diciendo que no pueda tener una vida sexual exclusivamente con hombres a partir de un momento dado. No, lo que estoy diciendo es que me niego a ser "gay". Me niego a que me cuelguen una etiqueta y que a partir de ese momento tenga que comportarme de determinada manera o que todo el mundo espere de mi lo que no soy. En este pais ser "gay" significa ser un estereotipo, una parodia, un chiste de maricas; necesitas tener buen gusto para la ropa, gastarte más en cosméticos que Sara Montiel, machacarte en el gimnasio-sauna, ir al peluquero cada semana, exhibir tu pluma por todas partes, travestirse de vez en cuando, untarte de aceite y vestirte de cuero en una carroza llena de lentejuelas en el desfile del Día del Orgullo Gay. Ese es el "gay" televisivo, el "gay" que pone calientes a las mujeres, el "gay" que no pone tan nervioso a los heteros. Entiendo que este paripé haya sido un paso necesario para la integración del colectivo homosexual en un pais tan retrógrado como el nuestro, pero corren el serio riesgo de ser víctimas de su propio monstruo.

Ahora la cuestión principal es ¿me voy a acostar con hombres? Y la respuesta es, de momento NO. Y no es porque sea un cobarde (que lo soy, lo se), sino porque simplemente no estoy preparado para ello. ¿Preparado? Sí, preparado. Soy consciente de que no hace falta ningún examen para ello, pero soy aún más consciente en que en mi actual estado de confusión, echar más leña al fuego no hará sino complicarlo todo. ¿Como puedo distinguir qué es lo que realmente me gusta cuando apenas si he tenido sexo con mujeres? Porque (lamento decirlo pero es la verdad), puedo conseguir una cita con un hombre en cualquier momento a través de internet, pero mis posibilidades de acostarme con una mujer en estos momentos son casi nulas. No podría comparar y estoy tan necesitado de afecto que sería capaz de creerme mi propia fantasía con tal de no estar solo. Sexo por compasión. Y lo único que conseguiría sería hacerme daño y quizás hacer daño a alguien más. Porque me gustan las mujeres, eso es innegable, aunque mis gustos sean tan particulares e incluso sospechosos (me gustan mucho las mujeres morenas y delgadas que llevan el pelo cortado como los chicos). Adoro a las mujeres, necesito a las mujeres, me excito con las mujeres, no podría vivir sin estar rodeado de mujeres todo el tiempo. Me gustan los pechos grandes, me gustan los coños depilados, me gustan las caderas anchas. Así que si quiero indagar más en mis preferencias sexuales, si quiero llegar al fondo de lo que soy realmente, el primer paso es empezar por el principio. Salir con chicas, ir a tomar café, al cine, acostarme con ellas, recuperar mi vida sexual (si es que alguna vez tuve una). En definitiva, ser "normal", aunque sea por un tiempo. Y entonces, solo entonces, quizás pueda preguntarme si yo soy así o no.

O quizás no necesite preguntármelo. Me gusta la ambigüedad y los personajes fronterizos, los que tienen un pie en la realidad y otro en el mundo de los sueños, los que viajan entre el cielo y el infierno, los que escapan a cualquier clasificación posible, los que están por encima del bien y del mal. Me gustaría ser un puto Neo, un puto John Constantine, un puto Raziel. En la red ya lo soy. El futuro decidirá si traspaso la frontera.

Seguramente a los 66 también iré siempre caliente.

P.D. Mensaje inspirado y dedicado a Chuck Palahniuk, el maestro. Y a Ex Naranja Putrefacta, cuyo último texto me dio la puntilla que me hizo escribir este.

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