Los que amamos y defendemos este medio pedimos imposibles. Que el mundo del cine se de cuenta de que el viejo sistema de proyección en salas vacías o llenas hasta la bandera, pagando una fortuna por la entrada y las palomitas para ver una producción de mala calidad y dejándose las cervicales en el asiento, se está quedando obsoleto frente al auge de las consolas y el cine en casa. Que los grandes sellos musicales entiendan que una industria más sustentada en la publicidad que en la calidad y en el que los intermediarios son los únicos que realmente ganan es insostenible. Que los gobiernos comprendan que la gente no es estúpida y es bueno que puedan expresar sus opiniones con libertad. Que se haga la revolución sexual que tanta falta hace para que desaparezcan todos los prejuicios a los que se aferra esta sociedad.
Pero no. Es mucho más fácil echar la culpa de todo a Internet.
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