El sentimiento

¿Se puede ser más dulce?

Recuerdo que hace no mucho me sorprendí (aunque no me extrañé) al descubrir que uno de los tópicos del "macho español" es que jamás de los jamases debe admitir que escucha solistas femeninas. Supongo que debe ir dentro del mismo paquete de normas según el cual los "machos" no bailan, les está prohibido beber agua y nunca, nunca lloran en público. Afortunadamente la mayoría de estos prejuicios ya han caido, aunque en según que lugares y ambientes uno se pregunta hasta que punto han cambiado las cosas en los últimos 40 años...

Habiendo confesado ya que soy abstemio, que lloré como un imbecil viendo Monstruos S.A. y que bailo como una loca cada vez que pinchan I Will Survive (o el Ain't No Mountain High Enough de Diana Ross & The Supremes), voy a continuar mi imparable carrera hacia el estereotipo gay confesando que me encantan las solistas femeninas. Más que los hombres, de hecho (bueno, hasta que descubrí a Michael Bublé). Pero, eso si, no me vale cualquier cantante; antes que voces potentes y cuerpos de escándalo, siento una particular debilidad por los timbres dulces o peculiares y la naturalidad en el escenario. Aquí he de confesar algo; tanto en una mujer conocida como si no, tengo un fetichismo muy, muy particular: los jerseys anchos, sobre todo si son de angora. Si, un sueter de mangas largas que deje entrever los hombros me llama mucho más la atención que cualquier picardias. Y entre todo nuestro elenco nacional, existe una artista que convierte cualquier prenda de lana o cualquier discreto vestido de tirantes en pura sensualidad: MONICA MOLINA.

Cada vez que pongo un disco suyo no puedo evitar cerrar los ojos, desconectar del mundo y dejar que su voz me acaricie los oidos. Posee esa rara cualidad por la que muchos participantes de Operación Truño matarían: transmitir sentimientos. Y ella lo consigue no solo cuando canta, sino también cuando habla, con esa dulzura y ese gesto levemente aniñado que me arranca un suspiro tras otro cuando la veo en televisión. Es por todo esto, y por mil cosas más, que he decidido convertirla en chica de la semana.

Por cierto, en esa lista debería haber cuatro nombres en vez de tres, ya que falta la anteriormente mencionada modelo rusa Natalia Semanova. El problema es que no existe ninguna página en internet que le haga justicia, razón por la cual tengo previsto escribir un mensaje sobre ella o, si me aburro, dedicarle un fotolog entero. Total, será por tiempo libre...