21 de febrero de 2005
Puto asco de tráfico...
Es un hecho. En Alicante hay muchos gilipollas, y TODOS tienen coche. La comunidad valenciana tiene una de las tasas más altas de accidentes dentro de las ciudades y lo que realmente me extraña es que no haya más. Conducir en Madrid, por ejemplo, es engorroso y complicado, pero el tráfico se rige por unas normas propias que impiden que se instaure el más absoluto caos por las calles. Tan solo hay que aprenderselas y respetarlas para que el resto de conductores te deje en paz y puedas llegar sano y salvo a casa. En Alicante, por el contrario, la única norma es el TONTO EL ÚLTIMO. Poco importan las señales, los peatones o incluso el resto de los vehículos; lo único realmente importante es llegar a tu destino lo más rápido posible cueste lo que cueste.
El aumento exponencial del parque automovilístico en las ciudades es una de las mayores pandemias de la era moderna. El número de coches por habitante supera en algunos lugares al de televisores, pero el número de plazas de aparcamiento gratuitas apenas crece y todas las de nueva creación son de pago. Si a eso añadimos calles estrechas y empinadas, y la mala ostia por bandera, tenemos como resultado la ANARQUIA. En Alicante hace mucho que se superó la fase de aparcar en segunda fila o tapar las esquinas. Un fin de semana en época académica los coches crecen como setas en absolutamente cualquier parte: en aceras (incluso en las más estrechas), en medio de calles peatonales, en isletas, en batería en un aparcamiento en linea, en medio de la calle con las luces de emergencia encendidas durante horas... La falta de visibilidad en algunos puntos es absoluta y no te queda más remedio que salir de la calle a las bravas rezando para que no venga nadie demasiado deprisa y te arrolle. Si consigues superar esa prueba, probablemente tengas que pasarte el resto del recorrido cambiando bruscamente de un carril a otro para esquivar tanto los coches mal aparcados como a aquellos que también salen de golpe de las calles rezando porque no te los lleves por delante. Dicen que el rally Paris-Dakar es uno de los recorridos más duros del mundo. Se nota que nunca han circulado por aquí.
La sociedad occidental se aburre y por eso no permite que se toquen sus entretenimientos favoritos. El alcohol es la droga oficial y por muchas muertes que provoque nadie se atreverá a prohibirla. En Estados Unidos las armas son el juguete preferido de los adultos (y desafortunadamente muchos niños), que se amparan en la constitución para que nadie se atreva a cuestionar el absurdo de comprar y coleccionar con facilidad un objeto cuya finalidad es matar personas o animales. Y en España, al igual que en muchos otros paises, los coches son objetos de adoración más allá de la razón y la lógica. Tantos años de anuncios en los que los vehículos a motor representan la libertad, el poder e incluso el sexo (todos tenemos en mente esa teoría pseudopsicológica sobre el tamaño del coche y del pene...) han acabado por magnificar unas máquinas cuya única función debería ser transportar a las personas. En su lugar, han derivado en unos prodigios de la técnica que incorporan avances que no nos permitimos en nuestras propias casas: GPS, pantallas de plasma, sistemas de sonido envolvente, ordenadores de a bordo, climatizador... Y caballos, muchos caballos. Poco importa que oficialmente ningún coche pueda circular a más de 140 km. por hora bajo ninguna circunstancia. La velocidad libera adrenalina y esta droga es gratis. Además, cuando vas muy colocado (de lo que sea) no te importa lo que te pueda pasar...
Lo que más me asusta realmente de todo no es que los coches sean una excelente excusa para matar o morir. Incluso eso podría pasar de no ser por nuestra ambigua relación con las normas de tráfico. Cuando estuve en Amsterdarm lo que más me impresionó no fueron los canales, ni el Museo Van Gogh, ni los Coffee-shops, ni las putas del barrio rojo. No señor, no, lo que más me impresionó fue ver a todos los coches pararse ante un semáforo en ambar. ¡¡En ambar!! Y cómo los ciclistas se cabrean cuando invades el carril bici. Y que haya tantos tranvias circulando por medio de la ciudad y provoquen tan pocos accidentes. Sin embargo en este pais más que normas parece que la DGT lo que dicta son "consejos". ¡Cuantas veces habré oido eso de "bah, porque te pases 20 o 30 kilómetros por hora del límite no pasa nada, joder"! Y yo me pregunto, ¿será efecto del colocón de adredalina o es que son así de gilipollas? ¿Es que no se dan cuenta que los límites y las señales están ahí para evitar los accidentes? Por dios, ¡que hay gente que piensa que las normas están puestas solo para cobrar multas o para joder al personal!
Lo más gracioso, o lo más triste, es el absoluto desprecio que se tiene a estas normas y la jodidamente escrupulosos que somos para el cumplimiento de otras. Cosas de la retorcida educación retrógrada y católica que hemos tragado durante años. Por ejemplo, si en este pais echas un polvo con una chica de 17 años, 11 meses y quince dias, es bastante probable que sus padres te lleven a la carcel y los medios te lapiden. De hecho es posible que si este texto lo lee la Brigada de Delitos Tecnológicos de la Guardia Civil comiencen a investigarme. Sin embargo, Si te la follas 15 dias después, nadie tiene derecho a toserte. Y la cosa va más allá aún. Cada vez que comento sin pudor que me gustaría acostarme con una tia de 17, o incluso de 16 (ahora es cuando se dicta la orden de búsqueda y captura), siempre hay alguien que dice "Pero, tio, ¡que eso es ilegal!" ¿Ilegal? ¿Eso es todo lo que nos preocupa? ¿Nadie se plantea las posibles repercusiones psicológicas de tener sexo a una edad en la que no se esté preparado (aunque hoy en día los de 15 van sobrados de información, pero en fin..)? No, lo que nos importa es el castigo o la multa. Al 70% de los conductores los límites de velocidad se la trae floja, pero les preocupa que les puedan "trincar" y que les caiga una "receta". ¿Y que pasa con el riesgo de colisionar con un vehículo, de salirte de la calzada, de atropellar a un peatón? Una misma persona puede tener un miedo atroz a tocar a una cria de 16, meterse coca por las noches sin remordimientos y circular a 140 con el único temor de que le pille una patrulla.
Algo funciona mal en nuestra educación, eso lo puedo ver yo y cualquiera. Me gusta mirar más allá de las leyes y tratar de comprender las razones por las que son creadas, y cuestionármelas si es necesario. Pero eso es algo que pocos parecen hacer. Tenemos un concepto muy caduco del bien y el mal y va siendo hora de que lo renovemos. El alto índice de abstención en el referendum es, a mi parecer, una buena señal. Quizás si nos hartamos de que los políticos nos traten como a gilipollas, las cosas empiecen a cambiar.
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2 comentarios:
¿Y a quién no le gustan las menores?Y si encima son pelirrojas,más todavía.
Apoyo lo de las pelirrojas. Otro día sacaré a colación los comentarios abiertamente pederastas que circulaban entre los músicos del grupo de folclore al que pertenecía. Gracias a dios que inventaron el Hentai...
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