En mi cabeza. A todas horas. Me persiguen. No puedo escapar de ellas. Me hablan y me susurran y me gritan y no me dejan nunca en paz. Nunca.
A veces consigo esquivarlas. A veces consigo ignorarlas. Incluso en ocasiones he conseguido que dejen de hablarme. Pero nunca dura mucho tiempo. No, pronto volverán a perseguirme las voces, a gritarme al oido, a darme órdenes, a confundirme, a volverme loco. Ni las drogas, ni las distracciones, ni lo sentimientos consiguen ahuyentarlas. Están ahí, me quieren a mi y no callarán nunca.
Al menos aquí hay menos voces. Sí, en mi pueblo son muchas, demasiadas, no podía soportarlas. Por eso huí de allí. Pero en Alicante también hay voces. Al principio unas pocas, con el tiempo cada vez más. Quizás debiera haberme quedado en Madrid. Sí, allí casi no había voces. Era tan grande y había tanta gente que era imposible oir nada. Las hubo al principio y me llevaron hasta el borde del precipicio, pero conseguí que se callaran. O, cuanto menos, aprendí a ignorarlas por completo. Ya no oía las voces. Durante un tiempo, breve, fugaz, conseguí vivir sin ellas.
Pero ahora estoy aquí y vuelven a perseguirme. Ahora están enfadadas, muy enfadadas. Cuanto más viejo soy más chillan las voces. Ya no consigo ahuyentarlas, ya no consigo hacerlas callar. Me ordenan, me apremian, se burlan de mi. Y empiezo a estar cansado, muy cansado. Cansado de oirlas, cansado de luchar contra ellas, cansado de fingir que no están ahí. Se me agotan las fuerzas y empiezo a pensar cuanto tiempo me queda hasta que finalmente me rinda y haga todo lo que me dicen las voces.
Yo solo quiero que se callen y que me dejen en paz. Solo quiero que me dejen en paz...
A veces consigo esquivarlas. A veces consigo ignorarlas. Incluso en ocasiones he conseguido que dejen de hablarme. Pero nunca dura mucho tiempo. No, pronto volverán a perseguirme las voces, a gritarme al oido, a darme órdenes, a confundirme, a volverme loco. Ni las drogas, ni las distracciones, ni lo sentimientos consiguen ahuyentarlas. Están ahí, me quieren a mi y no callarán nunca.
Al menos aquí hay menos voces. Sí, en mi pueblo son muchas, demasiadas, no podía soportarlas. Por eso huí de allí. Pero en Alicante también hay voces. Al principio unas pocas, con el tiempo cada vez más. Quizás debiera haberme quedado en Madrid. Sí, allí casi no había voces. Era tan grande y había tanta gente que era imposible oir nada. Las hubo al principio y me llevaron hasta el borde del precipicio, pero conseguí que se callaran. O, cuanto menos, aprendí a ignorarlas por completo. Ya no oía las voces. Durante un tiempo, breve, fugaz, conseguí vivir sin ellas.
Pero ahora estoy aquí y vuelven a perseguirme. Ahora están enfadadas, muy enfadadas. Cuanto más viejo soy más chillan las voces. Ya no consigo ahuyentarlas, ya no consigo hacerlas callar. Me ordenan, me apremian, se burlan de mi. Y empiezo a estar cansado, muy cansado. Cansado de oirlas, cansado de luchar contra ellas, cansado de fingir que no están ahí. Se me agotan las fuerzas y empiezo a pensar cuanto tiempo me queda hasta que finalmente me rinda y haga todo lo que me dicen las voces.
Yo solo quiero que se callen y que me dejen en paz. Solo quiero que me dejen en paz...
9 comentarios:
Si no es mucho preguntar... ¿qué te dicen?
Apaga el MP3, verás como se te pasa.
Prueba a salir del hipermercado.
Es curioso, cuanto más en serio me tomo mis mensajes, menos en serio se lo toman los demás.
Y la verdad es que a pesar de la paranoia me he reido un montón con los comentarios...
A veces pienso que soy yo misma quien se inventa "mis voces"... otras me doy cuenta que ni yo misma en condiciones extremas podria pensar algo asi.... ¿¿¿Que te dicen a ti las tuyas????
Me dictan continuamente lo que debería hacer con mi vida, aunque en muchas ocasiones son cosas contradictorias. De hecho las voces llegan a discutir entre ellas por ver quien impone su criterio.
No puedo ignorarlas, pero creo que solo les haré caso realmente cuando me digan que tengo que quemar cosas, o algo así...
Tienes esquizofrenia o estas de coña???? contesta cabronazo!
Es más bien una metáfora sobre la presión social y la influencia de los medios, pero no me extrañaría que un día de estos acabara perdiendo la chaveta de verdad..
esas voces son tu mismo y a la vez no lo son, tal y cmo has dicho, es uan forma de decir la presión social en la que te encuentras, quizás deberías cambiar de lugar, pero sobretodo te diría, escúchalas, intenta comprender porque te dicen esas cosas, porque en realidad esas voces son tuyas, pero las oyes como si fueran de fuera y no las entendieses.
Pueden mostrarme varios sentimientos reprimidos que aguardas ahí dentro, por ejemplo "quemar cosas" frustración e ira pueden indicar. Es posible que me equivoque, pero solo es una opinión, un beso y ánimo ^^
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